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Florencia Fiocca: “Busqué telas en depósitos, a algunas las tuve que limpiar por su antigüedad y a otras, simple lycra para bañadores o cueros, las pasé por procesos de plisados y calados que responden a mi método de diseño”.
Mario Buraglio (Varanasi): “En nuestra propuesta recurrimos al street wear como manera de bajar a la tierra en un situación de caos y con el riesgo de desorientar a los seguidores de la etiqueta”.
Vero Ivaldi: “Tuve que buscar nuevos proveedores para mis paños de lana y tafeta. Pero más que reflejar la crisis preferí que hubiera alegría, vuelo en los cortes y abundancia de telas”.
Sol Acuña (Rapsodia): “Sin dudas nuestra ropa resulta barata para los extranjeros, varios compradores pasaron por nuestro local de Las Cañitas.Para la colección teníamos un stock que se cotizó varias veces, reciclamos telas de otras temporadas, de saris a tafetas”.
Laurencio Adot: “A mi colección la compró gente común, de acá; con los buyers brasileños que siempre vienen nunca pasa nada, es difícil traspasar las barreras nacionalistas de San Pablo. La industria nacional está devastada, no hay unión entre los pocos industriales que quedan, creo que la solución está en más trabajo conjunto y menos esnobismo”.
María Marta Facchinelli: “Los diseñadores argentinos ya tenemos un rara metodología, siempre hubo pocas telas y tecnología. Ahora el nuevo reto es que la creación y la comercialización vayan en forma simultánea”.
Pablo Ramírez: “Se puede hacer alta costura con telas Alpargatas, también para mis vestidos de noche recurrí a telas que tenía en stock y que me había regalado Adriana Constantini”.
Cecilia Gadea: “Los obstáculos empezaron al imaginar una colección asociada con materiales que luego ya no se consiguen o cuestan tres veces más; la organza y seda natural son un lujo”.
Mariano Toledo: “Para que los resultados comerciales sean reales, cada diseñador debería tener respaldo de una empresa textil”.