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Lunes, 14 de enero de 2008

FúTBOL › OPINION

El análisis es precipitado

 Por Pablo Vignone

Un conocido comentarista de fútbol por televisión tiene por costumbre no aguardar a que el segundero complete siquiera una vuelta desde el pitazo inicial para largarse a explicar cómo están parados los equipos, aunque el juego aún no se haya profundizado lo suficiente como para sacar conclusiones, aunque los jugadores todavía no estén del todo acomodados en la cancha. ¿A qué se debe semejante apresuramiento? ¿Al famoso horror vacuii ante el silencio televisivo? ¿A la necesidad de darle descanso al relator, que apenas si comenzó a relatar? ¿A la indeclinable voluntad de aportar presencia? No se sabe... Sin embargo, sería cometer una grosería semejante aplicar el mismo apresuramiento a una pintura más grande, no ya la de un partido en particular sino al panorama global del fútbol argentino 2008 –o al de cualquier equipo que ya haya hecho su debut–, sacando precipitadas conclusiones a partir de los primeros, escasos, noventa minutos disputados, para colmo jugados en general con suplentes, con jugadores en etapa de preparación, con las piernas duras y el cerebro futbolero todavía adormilado. Proyectar, a partir de lo que se vio el sábado en Mar del Plata, que será un gran año el de River; o que, por el contrario, la racha adversa se prolongará –como guste el lector–, sería otro presuntuoso ejercicio de futilidad. Asumir que Independiente va a repetir la frustración de 2007 o que Racing se va a salvar del descenso porque venció a San Lorenzo, iría en la misma dirección. Un pecado, el de la sanata, al que ni siquiera podría tentar la amplia dimensión del blanco papel a rellenar en estas épocas en que el fútbol empieza morosamente a moverse.

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