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Lunes, 27 de junio de 2005

POLEMICA: ¿GINOBILI YA ES UN GRANDE DE LA HISTORIA?

Por Ariel Greco

¿A QUE NO SABEN QUIÉN VIENE A CENAR?:

Mirá, el pibe alto que está allá dice que lo invitaron a la mesa.
–No, la mesa está reservada. Sólo hay cuatro invitados. ¿Qué méritos tiene para sentarse ahí?
–Bueno, es el mejor basquetbolista argentino de la historia y salió dos veces campeón de la NBA con San Antonio Spurs. En su temporada debut como suplente y en la que terminó el otro día fue figura fundamental, casi lo eligen el mejor de las finales. También ganó el título de la Euroliga, de la Copa de Italia y de la Liga italiana, los tres en el mismo año con Kinder Bologna. Ah, y en todos lo nominaron como el mejor del torneo.
–Está bien, pero, con los colores argentinos, ¿qué hizo?
–Con la Selección Argentina ganó la medalla dorada en los Juegos Olímpicos en Atenas y obtuvo el subcampeonato mundial en Indianápolis. Casualmente, la final casi no la jugó porque estaba lesionado. En los Olímpicos lo nombraron el mejor jugador del torneo y en el Mundial lo incluyeron en el equipo ideal.
–¿Trae alguna referencia que lo avale?
–Sí, muchas. En el básquet argentino nadie duda de que es el mejor de la historia. De afuera, el entrenador Gregg Popovich afirmó que es el jugador más competitivo que dirigió en 30 años; Tim Duncan aseguró que sin él no ganaban el título; Charles Barkley se declara su fanático número uno; Magic Johnson dijo que nunca vio a un jugador blanco volcar así la pelota, y hay muchísimas más, de compañeros, rivales y periodistas.
–Ok, pero con eso no alcanza. ¿Realizó alguna proeza?
–Una noche le metió 48 puntos a Phoenix Suns, en los play-offs le anotó 39 a Seattle. Lo eligieron para el Juego de las Estrellas de la NBA.
–¿Y con Argentina?
–Fue el líder del equipo que le ganó por primera vez en la historia al Dream Team. Y cuando lo derrotaron por segunda vez, él metió 27 puntos. Además, nadie se olvida de un doble que convirtió en el último segundo para vencer a Serbia y Montenegro, que era el campeón del mundo.
–¿Ya es ídolo?
–Sí, acá y en Estados Unidos. La gente se juntaba en los bares para ver los partidos a la una de la mañana, por más que nunca antes había visto ni cinco minutos de básquet. En Bahía Blanca llenaron el gimnasio donde jugaba de chiquito para ver los partidos en pantalla gigante. Allá, su camiseta es la más comprada y se venden remeras con su imagen, caracterizado desde el Che Guevara hasta Obi Wan Kenobi. Y en la final, los hinchas gritaron para que lo eligieran el jugador más valioso.
–Está bien, pero los invitados reinventaron su deporte.
–El también. ¿O acaso alguna vez te imaginaste que iban a dar un partido de la NBA en la TV abierta? ¿O en estos días no escuchaste que preguntaran cuántos rebotes tomó en un partido o si tuvo un alto porcentaje de efectividad en triples?
–Listo, me convenciste. Llamalo y decile que pase.
..........
–Señor Diego, don Juan Manuel, señor Guillermo, señor Carlos, les presento a Emanuel. A partir de hoy, se viene a sentar a la mesa.
–Bienvenido.

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EN BUSCA DE OTRA PERSPECTIVA:

Por Pablo Vignone

Con ese fervor estadígrafo que destilan los amantes del básquetbol, cuando uno, medio neófito, o no del todo fanático del aro, les pregunta cómo jugó Emanuel Ginóbili esta temporada, le responden:
–¿En los play-offs o en la temporada regular? En los play-offs jugó 23 partidos (15 como titular) y estuvo 772 minutos en la cancha, marcó 479 puntos a un promedio de 20,9 por encuentro, tomó 133 rebotes, dio 97 asistencias, la perdió 66 veces y cometió 69 faltas personales.
Ante la insistencia, replican:
–En la temporada, además, jugó 74 partidos, todos como titular, permaneciendo 2193 minutos dentro del rectángulo, anotando 1186 puntos, con un promedio de 16 por noche, tomando 329 rebotes, asistiendo en 288 ocasiones, cometiendo 190 faltas y perdiendo 172 balones.
Quizá, como no se entendió la pregunta, se persiste, con una variante:
¿En cuántos partidos de la serie final contra los Detroit Pistons? Y, teniendo en cuenta que el básquetbol es un juego de conjunto, ¿terminó siendo decisiva la actuación de Ginóbili?
–En los dos primeros partidos de la serie, cuando los Spurs se pusieron 2-0. Y en el último cuarto del partido final.
Vamos más allá: ¿qué tan buen basquetbolista es Emanuel Ginóbili?
Y le responden a uno:
–Con el Kinder Bologna ganó una Liga de Italia, dos Copas de Italia, una Euroliga y, por si se necesita, un subcampeonato en la Liga Europea; con la Selección fue subcampeón en el Mundial 2002 en Indianápolis y medalla de oro en los Juegos Olímpicos de Atenas 2004; en la NBA ganó los anillos de las temporadas 2002/03 y 2004/05.
Acaso los que respiran básquetbol no necesitan más precisiones. Para ellos, Emanuel Ginóbili no precisa mayores esfuerzos para sentarse a la diestra de Fangio y Monzón, y a la zurda de Maradona y Vilas. Tamaña determinación parece refrendada tanto por semejante panoplia de resultados como por la urgencia en llenar el hueco. Todos los deportes masivos de la Argentina, el fútbol, el tenis, el automovilismo, el boxeo y el básquetbol, tenían, salvo el último, un representante en ese círculo tan exclusivo.
Sin ánimo de aguar la fiesta, a uno que no es amante del baloncesto le parece que tan fabulosa proposición carece de una perspectiva histórica. Abrumado por la colección de cifras, los medios en general consagran la pertenencia, olvidando probablemente sin intención lo que el sentido histórico del devenir del deporte tenga para decir.
Se ha escrito en esta columna luego del primer anillo de la NBA, cuando ya estaba forzando la puerta para ayudarlo a Ginóbili a mezclarse con la auténtica Armada Argentina, que estaba clara la catadura del bahiense en el marco de la historia del básquetbol, pero que su pertenencia a un juego de conjunto lo “obligaba” a mostrar su costado heroico, como lo hizo Maradona en México 1986, para ser admitido en tan exclusivo reducto. Si lo logró en Atenas 2004, ¿por qué no lo consagraron allí? ¿Hizo más en esta campaña que en el torneo olímpico? ¿Fue el jugador que cargó sobre sus hombros a los Spurs y los sacó campeones?
Y volvemos al principio.

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