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Lunes, 9 de septiembre de 2002

DIEZ RAZONES PARA UNA ACTUACION BRILLANTISIMA

Así la embocaron

¿Por qué la Selección Argentina de básquetbol fabricó tan fabulosa campaña en el Mundial, que no fue empañada siquiera por la derrota en la final? Una serie de ingredientes, amasados en las últimas dos décadas, sirvieron para hornear la magnífica campaña del equipo nacional. Esta fue la receta.

 Por Ariel Greco

1 La Liga Nacional. La generación anterior de jugadores creció y evolucionó al ritmo de la Liga Nacional que creó León Najnudel. Fueron de la mano. Estos pibes, que ayer estuvieron a segundos de salir campeones del mundo, se prepararon desde el minibásquet para ser jugadores profesionales, soñando con llegar a jugar la Liga. “Veía jugar a mis hermanos y me mataba por llegar también”, cuenta siempre Emanuel Ginóbili. Esa motivación les sirvió para debutar muy jóvenes, algunos hasta con quince años como Andrés Nocioni y Leonardo Gutiérrez. Luego, la competencia interna les sirvió para superarse: mejoraron sus físicos, pulieron su técnica, se esforzaron por ganarse minutos, aprendieron a jugar bajo presión. Por último, la Liga les sirvió de trampolín para llegar a Europa, donde terminaron de dar el salto de calidad. En la Liga Nacional se puede empezar a indagar para dar cuenta de las razones del fenómeno.

2 Jerarquía individual. A Ginóbili lo eligieron el mejor jugador de la Euroliga cuando la Kinder Bologna se adjudicó el título. Sconochini es figura en Italia y España desde hace diez años. Oberto, Scola y Nocioni fueron claves en la conquista del Tau en la liga española. Sánchez, además de su paso por la NBA y el básquet universitario estadounidense, se incorporó al Panathinaikos para ganar la última Euroliga. Montecchia cumplió una gran temporada en Italia, lo que le valió pasar al Pamesa para esta temporada. Wolkowyski, Fernández y Victoriano no tuvieron hasta ahora tanto protagonismo en sus equipos, pero igual se ganaron un respeto importante. El único que todavía no tuvo experiencia en Europa es Gutiérrez, que recién este año arribará a España. Claro que en sus pergaminos hay que anotar varios títulos locales e internacionales con Atenas y Olimpia.

3 Experiencia internacional. Hasta hace unos años, los jugadores argentinos sólo tenían la chance de medirse ante los mejores del mundo en los Mundiales, Juegos Olímpicos y en alguna gira previa a esos torneos. En cambio, los integrantes de este plantel argentino se ven la cara con las estrellas europeas cada fin de semana, ya que en las últimas temporadas se transformaron en piezas determinantes en los principales equipos del continente. Competir regularmente con los mejores les permitió sacarse de encima el temor a lo desconocido y saber realmente en qué nivel se encuentran el contexto internacional. Wolkowyski analiza a Nowitzki con la autoridad de haber sido compañero, Sánchez hace lo mismo con Bodiroga y Oberto hasta puede marcar los defectos de Tomasevic. Incluso Jaric sabe del desequilibrio de Ginóbili por haberlo disfrutado en el título de la Euroliga. Gracias a esa competencia, a los jugadores argentinos ya no los impresiona ningún rival y lo demostraron a lo largo del torneo.

4 Cuerpo técnico. El grupo que comanda Rubén Magnano con la colaboración de Enrique Tolcachier y Fernando Duró fue otra de las claves de la medalla plateada. Armaron un gran plantel, repartieron muy bien los minutos y planificaron con inteligencia cada partido. Más allá de la línea de juego del equipo, en cada encuentro se guardaron alguna carta para sorprender a los rivales. Ejemplos: ante China se apostó por los triples de los internos para alejar a las torres rivales del canasto; ante Yugoslavia se buscó atacar con tiros cortos cerca del canasto; ante Alemania resultó llamativa, pero muy efectiva, la marca sobre Nowitzki. En definitiva, Magnano le otorgó un plus a lo que podían rendir sus jugadores.

5 As de espadas. Como nunca antes, Argentina cuenta con un jugador de primer nivel mundial. Emanuel Ginóbili demostró que es uno de los atacantes más desequilibrantes del básquet FIBA y que si mantiene su evolución puede dejar huella en su paso por la NBA. A lo largo del torneo debió soportar marcas duras, que lo doblaran y que le negaran el pase. Pese a todo, siempre se las ingenió para anotar y brindar espectáculo, más allá de la pobre efectividad de tres puntos que tuvo en este campeonato. Además sacó la cara por el equipo cada vez que se lo necesitó. Pero losuyo no se queda sólo en su aporte goleador. El bahiense trabajó para el equipo: cuando no pudo definir, siempre juntó marcadores para asistir a compañeros libres; en defensa fue uno de los principales puntales, hasta convertirse en uno de los líderes en robos del torneo. Un jugador completo. Lástima que no llegó entero al final. Con él en plenitud, otra pudo haber sido la historia.

6 Variantes en ataque. A lo largo del certamen quedó demostrado que siempre se jugó en función de equipo, buscando la mejor opción de tiro y con goleo repartido en todos su hombres. Por eso, Argentina no dependió de ninguna figura particular para sacar adelante algún partido complicado. Ante Nueva Zelanda, el talento de Ginóbili fue el que liquidó el trámite. Con China, la defensa rival la abrió Wolkowyski con tiros de tres. Ante Brasil soportó que tres titulares –Sánchez, Sconochini y Wolkowyski– no tuvieran una buena noche y no anotaran siquiera un punto, aunque aparecieron Nocioni, Scola y Montecchia para compensar. Ante Estados Unidos no anduvo el base suplente, pero Sánchez la rompió. Oberto bancó el partido ante Yugoslavia. Y si no siempre surgió Sconochini, Palladino, Nocioni o los internos para abrir otra vía de gol.

7 Defensa. De la misma manera que deslumbraron en ataque con excelentes porcentajes de efectividad en cada partido –salvo ante Brasil–, Argentina sorprendió con su intensidad defensiva. Hasta a los integrantes del equipo estadounidense, acostumbrados al rigor de la NBA, les llamó la atención la concentración y las ganas que ponía Argentina para marcar. A partir de la presión que ejercieron Sánchez y Ginóbili en la primera línea, se consiguió robar muchas pelotas, generando problemas a los armadores rivales. Así se logró que a los internos adversarios no les llegara la pelota con facilidad. Y bajo las tablas, los pivotes no tuvieron dramas para fajarse con los gigantes adversarios. Con la solidaridad de todos alcanzó para disimular las desventajas de centímetros y kilos. Además, las veces que el ataque se trabó, la defensa sostuvo al equipo.

8 Roles definidos. Mientras que en equipos como Estados Unidos o Yugoslavia el entrenador debe repartir los minutos para mantener conformes a las estrellas, Rubén Magnano no tiene ese problema. Cada jugador argentino sabe el lugar que ocupa en la rotación y lo acepta con gusto, consciente de la importancia que tiene. Ginóbili no duda en arriesgar a cometer una infracción, por más que de esa manera se autocondene a permanecer mucho rato afuera. Montecchia no se lamentó por su suplencia y desde el banco jugó su mejor torneo con la Selección. Nocioni, desde su lugar de sexto hombre, se transformó en uno de los jugadores más rendidores. Fernández o Gutiérrez entienden que tal vez deban ingresar y quemar tres faltas en un par de minutos. Victoriano asume que puede pasarse dos partidos sin ingresar, pero también que el entrenador le da la confianza para cerrar el partido ante Alemania. Con esos argumentos, Magnano pudo disponer de un equipo que mantuvo la intensidad durante los cuarenta minutos de cada partido.

9 Hambre de gloria. El plantel sabía que era la gran oportunidad. “Debemos demostrar que lo que dicen de nosotros es cierto”, afirmaba Oberto antes de viajar a Indianápolis. Con esa mentalidad se jugó el Mundial. Así se la jugaron ante el Dream Team. “No nos tuvieron miedo”, se sorprendían los americanos. Tras el histórico triunfo ante Estados Unidos, el grupo no se apartó del objetivo propuesto. “No ganamos nada, el partido a ganar es con Brasil”, repitieron todos mientras llovían los elogios. Y ante Brasil, cuando peor se estaba jugando y aparecía el fantasma de perder en una mala noche todo lo bueno que se había hecho, otra vez surgió el orgullo del equipo para revertir el momento. Sin una gran producción, el pasaje a las semifinales se consiguió con garra. La misma garra que permitió dar vuelta la semi ante los alemanes.

10 Grupo a prueba de golpes. Alejandro Dolina dice que en los picados prefería elegir a los amigos, por más que no fuesen los mejores jugadores,porque era más lindo soportar con ellos la derrota, que disfrutar de la victoria con desconocidos. Aquí se da la mejor conjunción. Son los mejores y son amigos. De este plantel, ocho de sus integrantes son sobrevivientes del Mundial Sub-22 de Australia ‘97, que finalizó cuarto. A partir de allí todos evolucionaron juntos, crecieron en sus equipos y profundizaron su amistad. No ganan por ello, pero ayuda. La buena onda se nota en los festejos dentro de la cancha, en las voces de aliento cuando las cosas no salen, en los saltos de los del banco ante alguna conversión. Y en las celebraciones después de cada triunfo, la imagen que mostraban era la de un grupo de amigos en un viaje de egresados. Así se puede entender más fácil la solidaridad que muestran en la cancha.

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1- Pepe Sanchez le protesta al arbitro griego por la infraccion a Sconochini en el final.
2- Sconochini ante Tomasevic.
3- Scola no tiene consuelo.
4- Stojakovic asiste pese a Scola.
 
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