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Lunes, 11 de noviembre de 2002

OPINION

García, el de la guía

 Por Diego Fischerman

Seguramente, los cientificistas del fútbol buscarán en la composición del fondo de River una explicación a este 1-2 contra Lanús. O quizá también en la recomposición de esa defensa a partir del segundo tiempo.
Rojas, Garcé y Demichelis en el primer tiempo, con Pereyra, Astrada y Zapata más adelante. Al entrar Lequi por Astrada, Garcé, Demichelis, Lequi y Rojas con Pereyra y Zapata más adelante. Jugadores, más allá de que sean tres o cuatro en el fondo y que jueguen en línea o con stoppers y líbero. Perfiles, no criterios.
Es que Lanús, con mucho menos posesión de la pelota, con jugadores mucho menos cotizados, nunca le mezquinó al fútbol-juego, y así desde la pelota jugada al piso y con criterio, y aprovechando que River trataba más de lo que podía en ataque, y se desordenaba atrás, se llevó las ilusiones del local para seguir peleándole el título a Independiente y –eventualmente– a Boca.
Antes de los tres minutos, tres llegadas de River, casi siempre desde la zurda de D’Alessandro. Y antes de los diez una sola pelota había llegado cerca de Comizzo. Pese a los charcos, el barro y los resbalones, River, salvo en los corners, intentaba por abajo. Desde el cuarto de hora, Lanús fue emparejando el juego, aunque no las posibilidades. Sin embargo, a los dieciocho, por centro de Serafín García –el mejor jugador de la tarde pese a su gol en contra–, Mannara puso el 1-0.
A los treinta y seis, con River cada vez peor parado en el fondo, Bustos Montoya marcó el segundo de Lanús.
Cavenaghi y Lequi por Damián Alvarez y Astrada entraron en el segundo tiempo. Y otra vez fue River con todo a buscar el descuento. Prolijo al principio hasta el gol en contra de García después del enésimo centro desde la derecha del “Chori” Domínguez, cada vez más a los ponchazos, más tarde, a medida que los goles se le negaban al reloj. River insistía por afuera y Lanús era ofensivo desde el fondo, porque Serafín García las hacía todas bien, y enseguida se le sumaban Carboni e Iribarren, ahora más echado atrás, para buscar de contra.
Así, River se fue diluyendo, pero Lanús en general y en particular García, el de la guía, tuvieron mucho que ver.

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