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Lunes, 1 de febrero de 2010

TENIS › LOS 365 DíAS DE ROGER, DE LA FINAL DE 2009 AL TíTULO 2010

En un año pasó del llanto al consuelo

El mismo escenario, el mismo protagonista, distinto rol. Un año después de llorar de impotencia por perder en cinco sets con Rafael Nadal, ayer el número uno del mundo consoló a Andy Murray poco antes de levantar por cuarta vez el trofeo del Abierto de Australia.

Murray lloró por la frustración de 74 años sin británicos campeones de un grande, y el suizo tuvo un gesto de delicadeza con su vencido. “Al menos él es capaz de anunciar algunas lágrimas, lo hizo mejor que yo”, dijo trayendo al presente el episodio de 2009, cuando sucumbió ante el español que por entonces era número uno del mundo.

Cuánto han cambiado las cosas desde entonces porque, en los 365 días que siguieron, Federer logró varios hitos como jugador y como persona. Primero se sacó de encima el peso enorme de no poder gritar campeón sobre la arcilla de Roland Garros. Con ello selló su Grand Slam personal. Y unas semanas después, en Wimbledon, enterró el record que compartía con Pete Sampras. Con 15 Grand Slam, el título de mejor tenista de todos los tiempos parecía menos discutible.

Habría más: el 23 de julio, cerrando un mes inolvidable, nacieron sus hijas, las mellizas Charlene Riva y Myla Rose. Poco después ganó el título de Cincinnati. “Eso fue maravilloso, las niñas tenían dos o tres semanas, fue algo muy especial”, recordó ayer en Melbourne.

Pero después de Cincinnati, nada: sequía total. Incluida una final extrañamente perdida en el US Open ante Juan Martín Del Potro, justo él, un consumado rey en Nueva York. En la Copa Masters de fin de temporada, en Londres, se quedó en semis. Así no fueron pocos los que comenzaron a plantearse qué le pasaba a Federer, si de alguna manera la falta de nuevos desafíos –con los records ya quebrados y la flamante paternidad– le estaba trayendo efectos negativos sobre el court.

Si hubiera perdido, las preguntas habrían recrudecido. Pero todo lo contrario: jugó como en sus mejores épocas y dominó casi de principio a fin para vencer a Murray y demostrar que sigue tan ávido de títulos como siempre, ahora que suma 16 Grand Slam, 40 títulos sobre pista rápida y 62 trofeos en total en el circuito, igualando la marca de Guillermo Vilas.

“¿Si alguna vez tuve dudas de que podría volver a ganar como padre? No realmente, era algo que más bien estaba allí afuera, en la gente, de que aparentemente es algo difícil de hacer. Pero no es tanto como parece”, dijo entre sonrisas. “Este es mi primer Grand Slam, pero se siente tanto como se sintió aquella victoria en Cincinnati, que fue la primera. Pero es algo magnífico, tal vez no tanto por el lado de la paternidad sino porque puedo seguir haciéndolo, tras la final del US Open.” Murray, muy a su pesar, puede dar fe de ello.

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