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Por Adrian De Benedictis

Cuando la gran frustración que significó el Mundial de Corea y Japón comienza lentamente a alejarse, el seleccionado argentino de fútbol inició un nuevo ciclo para tratar de que aquella experiencia oriental pueda revertirse dentro de tres años. Alemania será el destino final en donde muchos jugadores sueñan con aterrizar. Por ello, entre este grupo que trabaja a las órdenes de Marcelo Bielsa, en Ezeiza, hay un hombre que comenzó a imaginarse escenas bajo el cielo alemán. A los 21 años, Leandro Atilio Romagnoli, el volante de San Lorenzo, intentará ser uno de los protagonistas allá por el 2006.
El mediodía en el predio de la Asociación del Fútbol Argentino (AFA) se ahoga en un calor sofocante. Hace pocos minutos finalizó un nuevo entrenamiento, y ahora Romagnoli no puede ocultar su felicidad por estar en ese lugar: “Uno piensa en los jugadores que pasaron por esta concentración y se pone muy contento. Tengo expectativas de hacer las cosas bien, y estar siempre a las órdenes del cuerpo técnico”. Y destaca: “Acá estamos haciendo un trabajo exigente. Y ahí es donde hay que demostrar que esto no nos queda grande”.
Las respuestas de Romagnoli son permanentes. Entre ellas, el hombre que ganó dos títulos con su club el año pasado aclara que “la convivencia es muy buena, estamos muy unidos y tiramos todos para adelante. Este es un grupo que se adaptó muy fácil, y eso es muy importante. Para mí es un orgullo vestir esta camiseta”.
A partir de ahora, la figura de Bielsa ocupa el centro de sus palabras:
“El diálogo que tengo con él es similar al que tengo con cualquier técnico. Quizá lo que cambia un poco son los trabajos. El se preocupa mucho en el entrenamiento para que las cosas salgan bien. En mi caso, el diez tiene más compromiso con la marca, y me hace hincapié en eso”. Y agrega: “Por ahí la marca no es mi fuerte, pero hay que aprender a hacerlo. Uno nunca sabe, y por ahí me sirve para el futuro. En Europa, por ejemplo, a la hora de marcar, lo hacen todos, y hay que estar preparado por si uno tiene la chance de jugar allá”.
–En definitiva, ¿es algo muy distinto de lo que trabajás en San Lorenzo?
–Sí, son diferentes entrenamientos. El pensamiento del técnico es otro, pero ambos son muy positivos. Estos trabajos son nuevos, por ahí en el club uno no los hace, pero si bien al principio puede resultar complicado, después le agarramos la mano.
–¿Te sentís conforme dentro de ese esquema?
–Sí, sí, estoy conforme. El tema será emplearlo dentro de la cancha, porque ahí es donde tiene que salir.
–Más allá del puesto, ¿estás convencido de que podés llegar a ser el conductor de esta Selección?
–Si bien uno hace siempre lo mejor para tratar de jugar, también hay grandes jugadores como (Andrés) D’Alessandro o (Federico) Insúa. En definitiva, después el técnico será el que decida quién tiene que jugar.
Dentro de las nuevas funciones, Romagnoli puede convertirse en el nuevo portador de la camiseta número 10, esa que quedará eternizada con el nombre de Diego Maradona. Sin embargo, para el “Pipi”, como se lo conoce en el mundo del fútbol, no parece ser una carga: “La verdad, no pienso en que puedo ser el heredero de esa camiseta. Yo por estar aquí usaría cualquier número. Sinceramente, acá jugaría en cualquier puesto”.
De a poco, el equipo se va perfilando para el debut en este 2003 ante Honduras, el próximo 31 de enero. Ahí, en San Pedro Sula, Romagnoli vislumbra una posibilidad para estar entre los titulares: “Yo confío en mí. Por ahí en los entrenamientos jugué siempre de enganche, y Andrés lo hizo un poco más por izquierda. Eso da la pauta de que acaso me quiera a mí en esa función”. Particularmente, Romagnoli cuenta cuáles son los requerimientos del técnico para ese puesto: “El me dice lo que quiere de un enganche: cuando no tenga la pelota, que siga al cinco, y que estéatento a los relevos. Pero todavía no me habló nada de cómo, por ejemplo, lo hace jugar a (Sebastián) Verón”.
Después del olvidable paso por el último Mundial, posiblemente el público no sea tan paciente con esta Selección. En ese marco, Romagnoli analiza la situación que le tocará vivir en carne propia: “No creo que nosotros tengamos que reivindicar el proceso anterior. Los que siempre jugaron son grandes jugadores, y lo hacen en las mejores ligas. El caso del Mundial fue algo que no nos tenía acostumbrados, pero si vuelven a jugar seguramente harán las cosas bien”. El volante va más allá: “Puede ser que nos tengan más paciencia al principio. Acá siempre se criticó que no se convocaban jugadores del medio local, y ahora que estamos nosotros de a poco se nos pedirá buen rendimiento”.
–Pensando en el futuro, ¿los jugadores de acá corren con desventaja respecto de los que se desempeñan en el exterior?
–Puede ser. Todos dicen que van a jugar ellos. Uno sabe que son jugadores más capacitados, que ya hace tiempo que están en la Selección, que juegan a otro ritmo, y que tienen más experiencia, pero ésta es una chance que nos dan a nosotros y hay que aprovecharla al máximo.
–¿Y cuál es tu objetivo personal en esta Selección?
–Demostrar que puedo estar acá.
Las nubes en Ezeiza intentan tapar el sol. Ese mismo sol que Romagnoli dibuja en su rostro al sentirse en el lugar más preciado.