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Lunes, 31 de marzo de 2003

OPINION

Lucho y Chacho, los mejores

 Por Diego Fischerman

El “nunca ido” River –jamás dejó de jugar en Primera desde el comienzo del profesionalismo hasta ahora y ya pasaron setenta y dos años– recibía al “recién llegado” –Arsenal jamás había jugado antes en el torneo más importante– y ésa no era solamente la diferencia que, por lo menos en las expectativas, separaban a los dos. Urgencias diversas para la coyuntura, planteles asimétricos, en fin, historias opuestas.
Todo parecía de y para River desde el comienzo. Por lo menos cuando se jugaba por el sector de Garcé-Coudet, con esporádicas apariciones de D’Alessandro y Lucho González que circulaban a lo ancho. Otra cuestión era cuando River intentaba por el lado de Claudio Husain y Zapata. Toda la fluidez que mostraba River por la derecha, se contrarrestaba con lo que ofrecía por el costado opuesto.
A partir del permanente buscar de D’Alessandro y muy especialmente de González, por recibir libres para devolver o encarar, River rotaba y rotaba, pero no más que eso. No alcanzaba solamente con el empeño de Darío Husain y con la presencia amenazante de Cavenaghi, y así Molina y Ruiz se cansaron de sacar y sacar.
Arsenal solamente aspiraba a acercase no de contra sino con pelotas sueltas o perdidas. Silvio González quedaba solo de punta, generalmente de espaldas al arco de River, Vespa no pesaba y Alvarez se empeñaba en centros demasiados pasados. Solamente Javier Morales marcaba diferencias en intentar generar fútbol en Arsenal.
De a poco todo fue cambiando, y ya a los dos del segundo tiempo, por tiro libre de Cavenaghi, un cabezazo de Ameli dio en el palo. Enseguida, Lucho González apiló jugadores en diagonal de izquierda a derecha, tocó para Coudet y el Chacho al medio para que Cavenaghi ponga el 1-0. Diez minutos después, otra vez Coudet –con González, lo mejor de River–, casi calcando la definición anterior, la pone para la entrada por el medio de Darío Husain, que la tira afuera.
A los veinte es Darío Husain el que llega al fondo por la izquierda, centro atrás y otra vez Cavenaghi, que así aumenta para River.
Aunque la diferencia era solamente de dos goles, el desarrollo del partido mostraba otra cosa. Es que River iba por más. Y hubo más, por supuesto penal a Garcé –otra vez el “pase-gol” o “pase-penal-que-no-fue” vino del Chacho Coudet– y D’Alessandro puso el 3-0.
La estadística dirá que a los cuarenta y tres, por foul a Piersimone dentro del área, Silvio González descontó de penal para Arsenal. Pero el partido había terminado antes...

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