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Domingo, 29 de agosto de 2004

El cartero de Neruda

Por Martín De Ambrosio

Lo primero que dice Volodia es que él no es Volodia. Volodia, dice, es un seudónimo del que se arrepiente; se lo dieron en su temprana juventud los miembros del Partido Comunista Chileno donde militaba; era el año 1932 y el PC era ilegal. Después, cuando el partido se legaliza y le proponen ser candidato a diputado (“algo malo, porque yo quería escribir y no ser parlamentario”), pensó que por fin se acabaría la historia de Volodia. Pero como nadie lo conocía como Valentín, su verdadero nombre, tuvo que postularse con ese Volodia que ahora incluso figura en su documento.
Teitelboim, el hombre resignado a ser Volodia, el poeta y dirigente político chileno nacido en Chillán (1916), estuvo en Buenos Aires como parte de una gira, armada inorgánicamente por las invitaciones que recibió de distintos países para rendirle homenaje a Pablo Neruda. Teitelboim -Premio Nacional de Literatura 2002 en su país– fue protagonista de varios escándalos literarios, naturalmente estuvo exiliado durante el pinochetismo (años en los que vivió en Moscú), fue amigo íntimo de Neruda y en los últimos tiempos se ha dedicado a escribir biografías sobre grandes poetas latinoamericanos.

Escándalo 1
Si bien Teitelboim terminó siendo amigo de Neruda, la relación no había empezado del todo bien, acusación de plagio incluida. “Eso corresponde a las distintas etapas de la vida de uno –se defiende ahora-; era 1932 y estábamos dispuestos a cambiar todo: la cultura, la poesía, la sociedad.” Por esa época, también había llegado a Santiago, impulsado por la crisis, Vicente Huidobro, un poeta que había vivido la vanguardia literaria en París y que odiaba a Neruda, a quien veía –acertadamente– como un competidor para ese puesto. En ese contexto de rencillas, un día, al leer El jardinero de Rabindranah Tagore, Teitelboim advirtió algo conocido: el poema 16 de Neruda. En ese momento, no le pareció escandaloso, pero lo consultó con Juvencio Valle, otro amigo de Neruda, quien le confirmó el increíble parecido... y la bola empezó a rodar. El que aprovechó la volada fue Huidobro: directamente acusó a Neruda de plagio y dijo que copiaba de muchos, el propio Huidobro incluido. Acosado, Neruda responde con un poema “bastante soez” titulado “Aquí estoy”, le pone un epígrafe al poema 16 y asunto concluido. Desde luego, en perspectiva, Teitelboim entiende que aquél fue un episodio menor.

Escándalo 2
De la época huidobriana de Teitelboim es también el segundo escándalo. Era 1935 cuando publicó un libro titulado Antología de poesía chilena nueva, en el que se colocaba en el Olimpo a Vicente Huidobro por sobre Neruda. Ese libro omitió a Gabriela Mistral por considerarla “conservadora y anticuada”. Por lo demás, Anguita y Teitelboim se incluyeron en el seleccionado, dando muestras de juvenil imprudencia. “Con mi compañero de entonces Eduardo Anguita tratamos de ordenar un poco la escena poética publicando una antología de nueva poesía chilena. Y excluimos a Gabriela Mistral. Fue una verdadera injusticia, un pecado de juventud que me persiguió bastante, tanto que decidí escribir una biografía de ella para reivindicarla en su justo sitio.”

Neruda, el político
Teitelboim cuenta que Neruda descubre tardíamente el comunismo, ya que durante su juventud había sido más bien anarquista. “Neruda recién ingresa al Partido Comunista en 1945, a sus 41 años. Por eso alguna vez él dijo que conmigo había aprendido.” Desde luego, al hablar de las pasiones políticas de Neruda enseguida aparece el ahora maldito nombre del georgiano que se hacía llamar Stalin. Y Teitelboim explica: “En ese momento, Hitler aparecía como escalofriante para toda la humanidad, y por eso se lo vio a Stalin como el adalid de la lucha contra el nazismo. Claro que era un ídolo con pies de barro, pero esto sólo losupimos después con el informe Kruschov; la reacción fue dolida; Neruda se sintió estafado. Pero hay que tener claro que en definitiva la causa de Neruda era la de los chilenos pobres, la causa de los latinoamericanos. En Estados Unidos querían convertirlo en un poeta mundial sobre la base de su arrepentimiento del comunismo. Lo quisieron seducir, pero él no quería la condecoración del renegado”.

Neruda, Huidobro, Mistral, Borges
Teitelboim escribió cuatro biografías dedicadas sucesivamente a Neruda, Gabriela Mistral, Huidobro y Borges; cuatro poetas latinoamericanos, pero con obras bien disímiles. “Muchos me preguntaron cómo yo que era comunista me interesaba por Borges, tan anticomunista. Y la verdad es que me interesaba por eso mismo, además de por ser una de las grandes plumas latinoamericanas y mundiales. Desde luego, eso que hizo de ir a Chile para abrazarse con Pinochet, eso de elogiar a las dictaduras... aunque después se arrepiente de un modo muy interesante.” Siempre se afirmó que aquél gesto político de Borges le hizo perder el Nobel de Literatura. Y Teitelboim tiene datos de primera mano al respecto. “Hacia fines de la década del ‘70 fui a Estocolmo para hablar con una persona de la Academia y me confió que nunca le darían el Nobel a Borges por el abrazo y el elogio a Pinochet, no podían dar un premio que el pueblo sueco no convalidara políticamente.”

Rulfo y Arlt
Teitelboim, antes de despedirse, cuenta que está preparando una biografía sobre Juan Rulfo, a quien también conoció. “Creo que es un gran escritor del pueblo mexicano, pero con coordenadas aplicables a toda América latina. Un hombre para el cual la literatura era una suprema responsabilidad, y por eso no pudo escribir más que Pedro Páramo y El llano en llamas. Con esa vara tan alta, se dedicó a la fotografía, e hizo unas creaciones que pueden considerarse una continuidad de sus libros.” También evalúa escribir sobre otro escritor con el cual tuvo trato, un escritor a quien vio llorar por amor una tarde gris en una plaza de Santiago: Roberto Arlt.

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