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Domingo, 15 de septiembre de 2002

RESEñAS

Lenguas vivas

AMOR Y EXILIO
Isaac Bashevis Singer
Trad. Rhoda Henelde Abecassis y Jacob Abecassis
Ediciones B
Barcelona, 2002
432 págs.

POR MARCELO BIRMAJER

Esta es la primera traducción al español de Amor y Exilio, la trilogía autobiográfica de Isaac Bashevis Singer cuya primera publicación en inglés fue en los años setenta. Con su habitual prosa prístina, acelerada y salpicada, Singer utiliza fragmentos de su vida para narrar uno de los mejores testimonios de un judío perdido en el período de entreguerras, entre Polonia y Estados Unidos, con una breve escala en París.
Como dice en la nota de autor, ninguna autobiografía puede por sí misma convertirse en un texto literario atractivo –y Singer sentía pasión por entretener al lector–, de modo que hace falta retorcerla hasta que dé su nota. En este sentido a Singer se le va la mano: como reconoció más tarde, en esta autobiografía oculta la fecha de nacimiento de su hijo, al que abandonó cuando tenía cinco años (Es interesante leer el recuento del hijo, Israel Singer, criado finalmente en un kibbutz israelí, en su libro Journey to my father).
Pero lo que importa de Amor y Exilio no son los falseamientos a favor de la literatura o de la mala conciencia, sino el texto en sí mismo, que es a un tiempo una novela arrasadora y una memoria llena de verdad. Junto con Mi último suspiro de Luis Buñuel y Yo necesito amor de Klaus Kinsky, Amor y Exilio ocupa el lugar de los testimonios imprescindibles del siglo XX: no por su capacidad abarcativa, sino por el entrelazamiento entre el siglo apenas pasado (que fue también el nuestro) y el alma humana. Y, esencialmente, por su despliegue literario y su desconcertante modo de invitarnos al conocimiento.
La compasión y el descrédito que Singer experimenta frente a los sucesos humanos aparecen en este libro sin el consuelo de la ficción explícita y podríamos categorizar su resultado reflexivo con el título de uno de sus cuentos: “No deposito mi confianza en hombre alguno”.
Las historias de amor de Singer que campean en este libro no son eróticas ni románticas sino canciones desesperadas y elegíacas. Es imposible intentar reproducirlas con elogios sin sonar patético o cursi: no hay más remedio que recomendar leerlas. Las primeras páginas, dedicadas a su infancia, mantienen el tono y la excelencia de los libros de memorias que dedicó específicamente a esa etapa de su vida, En la corte de mi padre o Kromchalna 10, traducido al español hace ya muchos años, y el más recientemente publicado en inglés, More storys from my father court.
Este nieto e hijo de rabinos duda de las órdenes de Dios pero no de su existencia, siente conmiseración por el hombre pero ensalza la sacralidad de la vida humana; se contrabandea por la vida y encuentra en las mujeres el único subterfugio de antídoto porque, como Kinsky, necesita amor y el aburrimiento puede matarlo. Pocas veces tendremos un acceso tan ameno y brillante al punto de encuentro entre la Historia y la historia de un hombre.
La pintura de esa Norteamérica acogedora –para los que lograron llegar a ella– que comenzaba a salir de su peor depresión económica y se aprestaba a entrar en la más épica de sus guerras, es un bálsamo en contraste con el desastre de la Polonia que abandonaba, destrozada porcrisis previas y a punto de convertirse en una gigantesca redada de muerte a manos de los hitlerianos.
Singer es siempre un turista accidental y sus guías de las ciudades, como las del personaje de aquel título, son siempre imperdibles. Varsovia, París y Nueva York son otras ciudades y las mismas, inventadas y reales, cuando las leemos a través de los ojos del mago de la calle Broadway número 86, el sitio donde ahora aparece el bulevar que lleva su nombre.
En la novela Shosha, el alter ego de Singer dice que fue educado en tres lenguas muertas: el hebreo, el arameo y el idish. Como todos sus textos, Amor y Exilio fue escrito en idish, idioma al cual le dio, con su sola pluma, una resucitada magistral. Aunque las fechas que suelen consignar las bibliografías de Singer son las de la primera traducción de cada libro al inglés, la mayoría de ellos fue publicado inicialmente por capítulos en el Forward, el diario idish de Nueva York. También Amor y Exilio, escrito en los años 70, en tres series: A little boy in search of god; A young man in search of love, y Lost in America.
Isaac Bashevis Singer nació en Polonia y huyó oportunamente a Estados Unidos. Amó profundamente al moderno Estado de Israel –donde renació el hebreo–, y a las lenguas en las que se crió deberíamos sumarle el inglés de su madurez. En su vida errante, entre lenguas, países y amores, en su contradicción eterna entre lo profano y lo sagrado, Singer puede estar tranquilo de haber encontrado, finalmente, un sitio seguro: la memoria de sus lectores.

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