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Domingo, 2 de febrero de 2003

EN EL QUIOSCO › RESEÑAS

Que en paz descanse

El club
Norberto Gómez

Catálogos
Buenos Aires, 2002
254 págs.

Por Jonathan Rovner

“A Horacio Stroglio lo sorprendió la más bochornosa de las muertes imaginables el mismo día en que cumplía sesenta años.” El presidente del Club Social y Deportivo Glorias de la Patria había dejado plantados a todos los miembros de su familia, porque los viejos amigos ya tenían mejores planes para el festejo, y como siempre sucede con los viejos amigos, difícilmente iban a aceptar un no como respuesta. Pero, se sabe, entre los planes y los resultados pueden ocurrir las situaciones más inesperadas. Por ejemplo, como en el caso de Cacho Stroglio, la muerte. Un infarto cardiorrespiratorio del que darían buena cuenta las dos líneas blancas en su bigote y la histeria del travesti que lo acompañaba esa noche.
Los amigos, con la diligencia que los caracteriza, tuvieron que inventarle una muerte más decente, para preservar el honor de su figura. De hecho, para El club, los pactos de silencio son, sencillamente, la especialidad de la casa. Poco importa si el relato es verosímil, nadie duda de la versión oficial: Stroglio muerto en un semáforo, fulminado como por un rayo, más allá de que ese relato termine por ser una versión más cercana a la justicia compensatoria. A partir del velorio, de todas las formas de la mentira y el odio que allí se despliegan y de los avatares que suceden a la muerte de Stroglio, Norberto Gómez construye una novela que, con elegancia, y sin moralizar, intenta trazar no un retrato del habitante de Buenos Aires, sino una radiografía de la hipocresía argentina.
Porque El club, ésa es su mejor virtud, nos recuerda todo lo que hay de Historia Argentina en las historias de los argentinos. Mentira sobre mentira, miedo sobre miedo, el Club Social y Deportivo Glorias de la Patria había sido construido como un dispositivo para tapar el horror pasado y distraer las (por cierto no muy atormentadas que digamos) conciencias de sus socios. Eximirlos de la culpa, y permitir que la sociedad les perdonara alguna que otra falta. Aun cuando las faltas que finalmente subyacen a estas vidas no sean precisamente las aventuras eróticas o prostibularias con que se rellena el tiempo libre de los hombres sin ideales, sino, directamente, el mal absoluto. Una partida de poker entre Cacho Stroglio y sus amigos de siempre, hace veinte años, que terminó con una frase tan sencilla como insoportable: “Si querés colaborar chequeame las direcciones y los teléfonos de esta gente”. Y ahora que la muerte del presidente removió los escombros del recuerdo, la superficie del presente aparece enturbiada.
La represión, la guerra de Malvinas, la corrupción en todas sus formas. La constante mezquindad y la irracional violencia, son algunos de los temas que la novela recorre. Temas difíciles, que habitan el Club, sin demasiados rastros de esa dificultad. La prosa de Norberto Gómez es ágil, de equilibrada ornamentación y carente de toda afectación o grandilocuencia. Lo cual resulta asombroso, dado que la de Norberto Gómez es, también, una prosa rioplatense, porteña y –no se entienda esto en términos negativos–, una prosa argentina.

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