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Sábado, 13 de agosto de 2016

Desde el sur

Sabina Tiemroth y cómo diseñar y mostrar joyería fuera de los lugares esperables.

 Por Luján Cambariere

Nacer y crecer en la zona del Alto Valle patagónico, siempre rodeada de paisajes en los que la amplia vegetación contrasta con la estepa desértica y árida, forjó su sensibilidad y carácter. La diseñadora Sabina Tiemroth nació en Neuquén, vivió hasta la adolescencia en Río Negro y luego entre ciudades como Allen y Cipoletti, donde decidieron afincarse abuelos españoles, franceses, daneses y hasta una mexicana. Un lugar en el mundo del que siempre abreva cuando convierte su taller en itinerante para volver a sus fuentes para inspirarse, como muestran sus colecciones Ovo y Sí Mismo, la más reciente.

–¿Cómo fueron tus comienzos?

–Ya en tercer año del secundario me di cuenta que quería estudiar diseño, ya tenía mi cuadernito con mis primeros dibujos, anotaciones e ideas que aún conservo. Empecé a tomar clases de dibujo en la municipalidad y también clases de corte y confección. Cuando terminé el secundario no existía la carrera de Diseñador en Neuquén, así que sabía que tenía que estudiar en otro lado. Impulsada por mi familia a que saliera a conocer el mundo, a los 18 años me mudé a Buenos Aires a estudiar Diseño de Indumentaria en la Universidad de Buenos Aires. Me gradué y continúe mi formación en el taller La Nave de joyería contemporánea de Jorge Castañón.

–De Indumentaria saltaste a una joyería.

–Porque en un trabajo práctico de accesorios descubrí el mundo de la joyería contemporánea, que utiliza otros materiales, otra escala, crea otro tipo de objetos con otra relación con el cuerpo. En la presentación de tesis desarrollé una colección donde plasmé mi curiosidad por la cultura mapuche, los tejidos, el poncho, que se combinaron con el metal y la orfebrería. Y sin saber cómo trabajar el metal, una amiga me pasó el dato de otra amiga que estaba estudiando joyería y podía ayudarme a realizar esas piezas para la colección. A partir de ahí empecé a tener la necesidad de saber cómo trabajar el material y una cosa me llevó a la otra. Luego empecé a asistir al taller de Jorge Castañón, quien es un referente de la joyería y maestro de la vida y me sumergí en este mundo de la joyería contemporánea.

–¿Cómo nace Ovo?

–Hoy puedo decir que conecta mis mundos de indumentaria y accesorios, con mi amor por el diseño y el textil. Nace como un mundo paralelo a lo que venía trabajando en joyería contemporánea, de pieza única, de un tiempo de trabajo más cercano a una obra artística que objetos de otro tipo de producción. Luego de un largo viaje personal en 2013 y de mi necesidad de realizar una línea más comercial y al alcance de otro tipo de usuarios, experimentado y en la búsqueda de un objeto que sea prenda y accesorio, práctico, versátil, fácil de usar, guardar y trasportar, atemporal, nace Ovo. Un poco también replanteando la manera en la que se produce y que consumimos objetos. Ovo es una línea en la que se trabajan colecciones limitadas. Suelo trabajar con colecciones de textiles que ya no sirven a la gran industria, pero que para mí son un tesoro con miles de posibilidades para combinar colores y texturas. Se trata también de optimizar al máximo las tizadas y si hay algún resto que queda, se aprovecha también para otras tipologías. La idea es que continúe ese círculo en todos sus sentidos. La palabra Ovo principalmente viene dada de su morfología de óvalo, de círculo. Luego pensé en la ovogénesis, como proceso de formación de los óvulos. En portugués significa huevo y de alguna forma estos significados se estaban vinculado con lo que estaba buscando en ese momento. Siempre está el juego de la relación con el material, los espacios, la investigación y exploración de formas y mi necesidad de contar algo más.

–“Sí mismo” es una línea ultra femenina que se inspira en los peones del campo...

–Continúa contando un poco mis orígenes, mi identidad, recuerdos de los lugares en lo que me crié y las cosas que captaron mi atención de muy pequeña. Significa mucho para mí, ya que siento que de alguna manera logré vincular esos coloridos hilados de tejidos que me llamaban la atención cuando los veía en las chacras del alto valle donde los peones los utilizaban para apuntalar a las plantas de peras, ciruelas, duraznos y manzanas. Eran ideales porque no lastimaba a la planta, me alucinaban. Pero para todo esto, paso tiempo hasta que descubrí que eran desperdicios de la industria textil, que los aprovechaban para hacer hilados y sumado a mi interés por comprender el mundo de la industria textil e indumentaria y sus problemáticas. Todo empezó a tener más sentido, mis investigaciones sobre los textiles de la Patagonia y su simbología, la cosmología de nuestros antepasados, la línea vertical y horizontal. Las líneas prolongadas en sentido vertical de los tejidos, hacían referencia a senderos o calles por donde trascendía la vida, eran caminos naturales con bordes imperfectos, hechos por accidentes geográficos y/o cósmicos. Mientras que las líneas en sentido horizontal, remitían a los estratos del cosmos vinculado a los planos de superación personal. Eso quedó muy latente, guardado en mi inconsciente para en algún momento transformarse en algo y surgió Sí mismo, una colección de piezas textiles donde trabajo la idea de la Línea como elemento principal de construcción. Una misma línea, un mismo material que se pliega sobre sí mismo en distintos sentidos como caminos que forman relieves y volúmenes. La línea emerge del movimiento, se transforma en textura generando tramas que envuelven el cuerpo e invitan a descubrir otras formas de sentir y percibir la relación entre objeto-pieza-usuario-espectador. Espacios internos y vacíos dan lugar al juego, a lo infinito. Sí mismo también está relacionado a la búsqueda de uno mismo, suelo hacer hincapié en esto, creo que es muy importante para cada persona descubrirse en esta vida y que a partir de allí se pueden construir muchas e infinitas cosas.

–¿Cómo influye en tu trabajo el ser del Sur del Sur?

–Creo que el ser de Neuquén, de la zona del Alto Valle. me influyó y me atraviesa en todo lo que soy y hago, en el estilo y tipo de vida que elijo y también en lo que quiero transmitir. Desde haber vivido rodeada de naturaleza y paisajes tan distintos, áridos y desértico, característico de la estepa patagónica, de mesetas de tierra rojiza llena de alpatacos, coirones y jarilla (flora autóctona), chacras frondosas de frutas y hojas con sus respectivas acequias y canales de riego, ríos y lagos, hasta la precordillera y montaña. Conexión con la naturaleza, texturas, formas, ritmos, olores y colores. El hecho de vivir siempre un poquito lejos de mi círculo de gente y haber viajado de un pueblo a otro, observando el paisaje, escuchando la música y reflexionado, me permitió comprender esa inmensidad de espacios, moverme, migrar, volver y sentir curiosidad por conocer más lugares y otras formas de vida. También mi crianza y los valores que me enseñó mi familia y las personas que me han rodeado en la vida. Aprender a dejarme llevar y luchar por lo que te motiva y late, por la curiosidad, buscar y descubrir.

–Contanos de proyecto Ojalá...

–Es una iniciativa de acción y creación colectiva e itinerante de joyas que surge entre amigas-colegas con Alejandra Koreck y Patricia Gallucci, luego de haber vivido en dos oportunidades la experiencia de compartir joyería contemporánea argentina en Schmuck, la semana de la Joya en Munich, el evento internacional más prestigioso dentro de esta disciplina desde 1959. En 2014 presentamos la muestra “Tan lejos, tan cerca” en el Café Clara de Munich, lo cual nos permitió entender que exponer en un café nos transforma el modo de percibir una exhibición. Hizo posible otro tipo de encuentro con los visitantes a través de la charla cotidiana, en un ambiente relajado e informal. A partir de allí comenzó el proyecto bajo el concepto de que “Ojalá una joya te sorprenda, te despierte, te vincule, te transforme”. El café como espacio puede alojar ese momento único de encuentro con el otro y así preservar un tiempo para compartir y disfrutar. Mesa de reunión para charlar, trabajar, estudiar, planear. El Proyecto Ojalá Munich empezó en marzo de 2015 y entrega ‘piezas semillas’ para ser intervenidas por personas provenientes de distintos países, a modo de juego como cadáver exquisito. Este año estamos lanzando “Proyecto Ojalá Buenos Aires” donde habrá intervenciones de piezas por parte de un público general y artistas, que serán luego exhibidas en un café de Buenos Aires durante la Primera Bienal de Joyería Contemporánea, organizada por Joyeros Argentinos y el Museo de Arte Popular José Hernández, acompañadas de charlas, debates y acciones espontáneas. Como novedad del “Proyecto Ojalá Munich” podemos contar que fue seleccionado para ser publicado este año en el catálogo del Museo LACMA de los Ángeles: “Beyond Bling: Contemporary Jewelry from the Lois Boardman Collection”.

–¿Qué rumbos está tomando hoy tu trabajo?

–Veo al diseño como una forma de vida y me interesa poder investigar y trabajar en sus distintas áreas. Creo que es importante y encuentro muy enriquecedor poder trabajar de manera interdisciplinaria y colectiva, participar en proyectos relacionados al vestuario, escenografía, interiores, luminaria e mobiliario. Considero el mundo de los espacios y los objetos inmensamente rico y atractivo como para no intentar explorarlos. Y en cuanto a mi emprendimiento, el rumbo por ahora pasa por seguir desarrollando mi línea de joyería contemporánea de piezas únicas, en las que por un lado exhibo como artista permanente en una galería en el exterior y también en mi estudio-taller. Continuo explorando formas y tipologías, algunas últimamente rozan ese límite de juego entre pieza-objeto y tipología-función. En cuanto la Línea Ovo, seguir creciendo y fortaleciendo la marca, diseñando colecciones atemporales y para distintos usurarios, este año lanzamos un modelo para niños, fue todo un desafío.

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