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Sábado, 31 de octubre de 2009

De Carlos Gardel a Fray Mocho

Extraño lugar, Gualeguaychú. Justo José de Urquiza dijo de sus habitantes: “Es difícil hacerle doblar el cogote, tardío pero seguro para atropellar, parco y justo para pedir, pero cuando embiste hay que abrirle cancha y complacerlo en lo que pide”. Esto parecería referirse al conflicto de Botnia, que es el lente con que el país mira a la ciudad sobre el río Uruguay. Pero hay más, más que las pulposas nalgas de los corsos del Carnaval (el gran atractivo de verano) y también más que los hechos sociales como los cumpleaños recientes de los centenarios hermanos Laborde.

Hay en Gualeguaychú mucha historia. Desde la ocupación y saqueo de la ciudad en septiembre de 1845 por Giuseppe Garibaldi (1807-1882), pasando por la residencia del poeta y periodista Olegario Víctor Andrade (1840–1882) durante diez años hasta 1872 y la residencia también breve hacia fines del siglo diecinueve del escritor escocés y cofundador del partido nacionalista de Escocia, Robert Bontine Cunninghame Graham (1853-1936), lo que más abunda para sus cien mil habitantes es la presencia histórica.

De eso se encarga y se preocupa –“día y noche”, según algunos vecinos del lugar– Gustavo Pirovani Devoto, 54 años, recibido de arquitecto en 1985 en la Universidad Nacional de La Plata, técnico de la Secretaría de Planeamiento del municipio de Gualeguaychú, hoy encargado de facto de la conservación del patrimonio histórico de la ciudad. Lo que lo tiene en una carrera contra reloj para completar para diciembre la restauración del Teatro Gualeguaychú, inaugurado en junio de 1914 y bastante venido abajo hasta que en 1997 se declaró monumento histórico nacional. Para el forastero, aparte de la arquitectura, un cartel anuncia que allí cantó “el Sr. Carlos Gardel en 1919”. En cuanto termine la obra en el teatro, que incluye desde pisos nuevos hasta restauración del decorado de balcones y galería así como frente exterior, Pirovani pasa a la casa natal de José S. Alvarez (1858-1903), más conocido como Fray Mocho y director de la revista Caras & Caretas. La casa fue declarada museo histórico nacional en 2004, luego de que operadores privados demolieron parte de los fondos pero dejaron casi intacto el frente. La presidenta Fernández de Kirchner anunció hace algunos meses una partida de 900.000 pesos para costear la restauración.

Pero además de estos sitios declarados históricos por la Nación, la sociedad gualeguaychense cuenta con una variedad más. Está la casa del siglo dieciocho del fundador de la ciudad, la de la familia de Francisco Lapalma (de 1835), la capilla de San Ignacio (de 1840) y otros edificios más recientes.

Todo esto el arquitecto Pirovani lo quisiera ver bien protegido, dado que considera que cuidar el patrimonio es robustecer la identidad frente al avance imparable de la globalización. “Tenemos que defender nuestra identidad, nuestro patrimonio, contra las presiones del mercado de consumo que impone la globalización.” Un diálogo con Pirovani es casi una clase magistral sobre el tema.

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