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Sábado, 11 de junio de 2005

Estilo y diseño

En Estados Unidos acaban de aparecer dos libros importantes para los que piensan en diseño. Uno es la reedición, en tapa blanda y mejor precio, de Small Things Considered: Why There Is No Perfect Design. El otro es la primera edición de Pubshing The Limits: New Adventures in Engineering. Las dos obras son de Henry Petroski, una mente clara que suele poner el dedo en cosas que parecen obvias pero no lo son.

Por ejemplo, la diferencia entre diseñar algo y darle estilo. Petroski, que es ingeniero, enseña en Duke University y es de los poquísimos autores que escribe sobre ingeniería, explica la diferencia con un ejemplo sencillo: si alguien crea un nuevo papelero o estante, está creando un objeto novedoso sólo porque le agrega estilo. El estante no sostendrá libros u objetos mejor que otros estantes; el papelero será igual de eficiente reteniendo papeles abollados. Esto no es lo mismo que lo que hizo, por ejemplo, Dieter Rams al crear la línea de electrodomésticos pequeños de Braun. Claro que no siempre se puede crear objetos tan novedosos y en muchos, muchísimos casos es simplemente imposible separar qué es diseño y qué estilo.

Petroski sigue la máxima de James Dyson, que definía el diseño como una manera inteligente de resolver problemas. En Small Things... cuenta la interesante saga de la invención del vasito descartable de papel, partiendo del susto general sobre epidemias transmitidas por el agua contaminada allá por el 1900, y pasando por los peculiares problemas de ingeniería de un objeto tan efímero pero con necesidades de forma y resistencia peculiares. Es una delicia escuchar lo que dice Petroski sobre la genialidad de haberle doblado el borde superior, lo que permite armar un tubo de vasitos que se enganchan mutuamente y no se caen. El diseño final fue tan eficiente que no cambió en un siglo: desde 1909 la única novedad es que del papel encerado se pasó al plástico.

El nuevo libro cambia completamente la escala y trata sobre grandes obras de ingeniería como los puentes de Londres y los de Calatrava, con centro en los ecos culturales de estos diseños de tanto peso en el urbanismo. Petroski nunca se deja seducir por el ombligo de su profesión y distingue claramente entre estructuras que son hazañas de la ingeniería pero resultan feas, planas o mediocres.

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