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Jueves, 18 de enero de 2007

DJ RICARDO VILLALOBOS, EL MAS ALEMAN DE LOS CHILENOS

“Cuando murió Pinochet, sentí felicidad”

Nació en Chile y debió exiliarse en Alemania, escapándose del
dictador trasandino. Desde Berlín construyó una prolífica carrera como DJ y se convirtió en niño mimado de la electrónica europea.

 Por Daniel Jimenez

En agosto de 1973, el pequeño Ricardo Villalobos, con tres años de edad, vivía en una pequeña casa de la calle Alicahue, en La Florida, Santiago de Chile. Hasta que las fuerzas militares trasandinas derrocaron a Salvador Allende, sepultando el sueño de la vía chilena al socialismo y colocando en el poder al dictador (flamante fallecido) Augusto Pinochet. Pedro Villalobos, entonces profesor de Matemáticas en la Universidad Técnica, decidió llevarse a su tribu lejos de su tierra y tratar de empezar de nuevo en un pequeño pueblo cerca de Frankfurt, en Alemania.

Exiliado con sus juguetes como único equipaje, Ricardo se adaptó a la vida germana y, además de consumir cientos de vinilos junto a su padre, se acercó al folklore sudamericano y, más precisamente, al de su país, que venía adherido en los genes sin necesidad de pasaporte. “Tal vez algunas melodías tristes de mi música tengan que ver con mis tradiciones. La música sudamericana tiene una mezcla de melancolía y felicidad que no es fácil de encontrar”, reconoce Villalobos, uno de los más aclamados productores y DJs del house europeo que se presentará en Mar del Plata el sábado en una nueva edición del Nokia Trend junto a Rinôçérôse, Justin Robertson y los locales Altocamet, Adrián de Bernardi y Lucas Ferro.

Aunque, a decir verdad, las primeras melodías que lo cautivaron no venían del folklore sino de bandas como Kraftwerk y Tangerine Dream, cuyos vinilos formaban parte del íntimo soundtrack de papá Pedro en las gélidas tardes de invierno. Esa conexión paterna llevó al pequeño Ricky a estudiar tambor y percusión. “La mayoría de mis amigos se quedó en Chile, como Alexis Deláno, que vivió en Suecia y en Estados Unidos, pero el resto tuvo que venir a Europa”, explica. Villalobos inició su incipiente carrera de pinchadiscos en fiestas de colegio y en casas, llegando a “tocar” en una verdadera discoteca a finales de los ‘80.

Su primer material estaba compuesto de oscuras piezas pop que traían consigo una de sus mayores influencias: Depeche Mode (para quienes luego remixaría The Sinner in Me). Pero lentamente el acid house y el synthie—pop se metieron en su vida, dando como resultado una primigenia grabación para el sello Overdrive en 1992. A esa altura, el DJ llevaba ya dos décadas en el exilio, una dramática realidad con la que se encontró mucho antes de lo esperado: “Supe que estaba exiliado desde los tres años, cuando vi la reacción, la tristeza y la incapacidad de mis padres de poder desarrollarse bien en un país ajeno. Sentí que cuando entré por la puerta de mi casa estaba en Chile y cuando salí estaba en Alemania. Gran parte de la data musical la conseguí en Europa, como conseguí la seguridad social. Algo por lo que en América se lucha toda la vida, aquí es un derecho”.

En 1993, este dandy de acento ligero y modales elegantes editó Sinus Poetry EP, su primer single, que lo llevaría a brillar en el club Box de Frankfurt y viajar por primera vez a Ibiza, que junto a Berlín y Santiago se convertiría en su tercera morada. ¿Y por qué no probar ser profeta en su propia tierra? “Estuve medio año tratando de hacer cosas en Chile, pero allí las posibilidades de vender música electrónica están relacionadas solamente con lo comercial. El público chileno es muy conservador con esas cosas. La gente acepta lo que viene de afuera, pero no lo compra”, asegura. Y dispara: “Además, todo el mundo trata de colarse en los shows y así es imposible. En Chile uno no puede vivir, estudiar y tratar de ser profesional, porque ya está todo estipulado”.

La mixtura entre el beat sudamericano y percusivo y el groove de corte hipnótico lo arrojó más allá de los límites del tecno y el house, e hizo de Ricardo Villalobos un artista global con un áspero discurso que lo suele encontrar tirando dardos contra Estados Unidos y el conservadurismo de la derecha trasandina, aunque resida lejos de su patria: “Cuando murió Pinochet, sentí... felicidad. Simplemente eso. Lo ideal hubiera sido que lo juzgaran, pero no pudo ser”, se resigna. Las imágenes del tumultuoso funeral del ex dictador recorrieron el mundo y llegaron hasta su televisor en Berlín, donde hoy reside, incluyendo la explícita imagen del nieto del general Carlos Prats escupiendo la tapa del féretro. El músico reivindica aquel gesto: “Fue un acto de valentía y de haber hecho lo que correspondía. Esto en una entrevista chilena no lo podría comentar, pero como tú me estás preguntando desde un medio de ‘afuera’ lo puedo decir públicamente. Vi que todo el mundo sufrió y perdió amigos, así que esa escupida fue algo simbólico para todos”.

Si bien a este alemán por adopción de treinta y seis años se lo conoce como un embajador de la electrónica de Berlín, dice guardar en lo profundo de su ser la esencia de su tierra, a quien rindió tributo en Alcachofa, su brillante álbum de 2003, que impulsó a que la prensa especializada etiquetara su estilo como click house. “Todas las definiciones son demasiado estúpidas. Si tú comienzas a definir, por ejemplo, qué es el sonido de Berlín, estás llegando al comienzo del fin”. Por si no les quedó claro, “Bam Bam” Villalobos remata: “Los intentos de definir un tipo de música son un peligro, porque cuando estás definiendo algo lo estás condenando a una categoría, y las categorías pasan de moda”.

Al recomendable Alcachofa le seguirían decenas de remixes, colaboraciones, producciones, singles y los álbumes Thé au Harem d’Archimède, en 2004 y Fizheuer Zieheuer y Salvador, de 2006, que compila trabajos anteriores. “Tú no puedes utilizar el poder para alcanzar a las masas, pero sí a una mayor cantidad de personas para transmitir una conciencia política. Yo me tiro contra los Estados Unidos y ellos son demasiado poderosos para andar abriendo la boca. Hacen lo que quieren con nosotros, hacen bases militares en Irak y se aseguran el agua potable. Cuidado: el poder de la maldad es demasiado grande”.

* Ricardo Villalobos toca el sábado 20 de enero en el Festival Nokia Trends, en La Morocha, Playa del Sur, Ruta 11, Paraje Alfar, Mar del Plata. Desde las 14.

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