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Jueves, 21 de febrero de 2002

EL NÜ FESTIVAL CONVOCO BANDAS NUEVAS Y MUCHO PUBLICO

Los de abajo

POR JAVIER AGUIRRE

Mientras la escena rocker local aparece congelada y anémica desde hace años, suena bien que unas 3 mil personas hayan visto a las diez bandas “nuevas” que participaron de las dos jornadas del Nü Festival, organizado por el proyecto under de Zeta Bosio. Las funciones incluyeron a algunos de los grupos que fueran editados el año pasado en los compilados Gen 00 del sello Sony Music (ENO, Oisin, Sancamaleón, Charlie Brown), pero también a otras más “nuevas bandas nuevas”.
La primera de las jornadas, más pop, fue la que mejor aprovechó el marco de Palermo, con el Planetario de fondo, el pastito y el solcito... Casi como si fuera una imagen del video de “Zoom”, la canción de Soda: chicos sentados en el suelo, anteojos de colores, mate, gaseosas, besos, buen clima. La función arrancó con los guitarreros y no tan teens Polaris (flamante banda del ex Deluxe y Juana la Loca, Christian Lantes), reemplazantes a último momento de los esperados marplatenses Ubika, y siguió con el pop amable de Baobab, cuyo set tuvo a la primera invitada estelar del ciclo: Erica García. Las voces femeninas –Baobab está liderado por la chica fatal Florencia Ciliberti– siguieron con los porteños Oisin (eufóricos, con espíritu de distorsión, pero también de balada), cuya frontwoman es Karen Bodenheimer; y con los saltarines santafesinos Celestito, votados como revelación en la última encuesta del No, que fueron de lo mejor de la noche merced a su combinación de energía, cantantes filosas y buenos juegos de teclados. El cierre de la primera jornada fue también sabroso: los fueguinos ENO (ExperimentalNoiseOperation) dieron un show etéreo y sutil, con elegancia y ganas a pesar de su displicencia escénica. La perla negra la sufrió el rapper Apolo –invitado del DJ Rock Tortuga, encargado de pinchar para amenizar los entreactos–, quien durante su intervención desde el llano (no actuó en el escenario sino en el mismo pasto) recibió algunos proyectiles. La segunda función fue la más rockera; la gente estuvo parada, se vio ropa negra, aparecieron las cervezas de litro y hasta se registraron explosivos chubascos de pogo, con Sancamaleón, y de mosh, con Charlie Brown. Estos fueron lo mejor junto a los ascendentes stoner-rockers Natas (a pasitos de estar grandes para los new festivals), que tuvieron como invitado en tres temas de su potente set a Zeta. Sancamaleón –divertido, de buen groove– sorprendió con su nutritiva herencia hard-fiestera de Sumo y los Cadillacs, y con la arengadora inscripción (“pogo”) que lució en su pecho desnudo el carismático cantante Federico Cabral. Por su parte, la ajustada energía de Charlie Brown, además del mosheo, se llevó el mérito de convocar un par de chabones con protocolares crestas punk modelo 1979 y minitas superfanáticas que gritaban (“¡¡charlibraaaaaaaaun!!”) desde detrás de las vallas y se sacaban fotos con los músicos. Increíble. Con menos distinción pasaron los pampeanos Rey Momo –casi como pidiendo permiso– y los uruguayos Psimio –que recuerdan a Cabezones–, en ambos casos con la potencia como principal recurso.
Independientemente de las críticas que, incluso en estas páginas, algunos músicos plantearon a las condiciones que Bosio en nombre de Sony exigía para el proyecto Gen 00, haber reunido tanta gente para ver a bandas nuevas no está nada mal. Lo mismo puede decirse de la aparición en los canales de música, de clips de la misma camada, como los promisorios brit pop Circopam o los nü metálicos Totus Toss. Tal vez, después de todo, haya algún futuro.

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