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Domingo, 7 de agosto de 2005

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El dibujo en el tapiz

Un pintor elige su cuadro favorito: León Ferrari y el Guernica de Picasso

Por León Ferrari

La cultura occidental suele ocultar con belleza la crueldad de su religión. La discriminación que inicia el versículo “el que no está conmigo está en contra de mí” y que se agudiza con el prometido castigo a los supuestos malos, Giotto, Botticelli y Dante crearon maravillas que a primera vista te gustan sin reparos. Pero una mirada más atenta te lleva a analizar su significado y ver que esas obras han sido un arma que la Iglesia utilizó para publicitar su credo, alcanzar el poder y evangelizar a los millones que dicen ser católicos. Artistas de la talla de Luca Signorelli, Fra Angelico o El Bosco apoyaron, exaltaron e ilustraron la crueldad que la Iglesia esgrime como amenaza evangelizante.

En cambio, Picasso en Guernica pinta la crueldad para condenarla. Al contrario de las pinturas que transformaron en imágenes las discriminaciones bíblicas a homosexuales, judíos, mujeres e incrédulos, en el Guernica Picasso encontró una forma diferente de representar esa tragedia que fue el bombardeo de Guernica por los aviones nazis, y de condenarlo. El Guernica, ese bombardeo minúsculo comparado con los que nuestra Civilización Occidental y Cristiana realizó después y sigue realizando, es casi una revelación: es una condena a los nazis (que aunque nos pese son también Occidente: el 94 por ciento de los alemanes de entonces era cristiano) y a los exterminios que esta humanidad sufrió y sufre. Y puede ser visto también como una condena a los exterminios relatados en el Antiguo Testamento y anunciados en el Nuevo.

Llaman la atención en el cuadro las mujeres: sus miradas horrorizadas. Esas mujeres del Guernica, como la de la izquierda con un chico muerto en sus brazos, se parecen en sus actitudes a las del Diluvio de Miguel Angel en la Capilla Sixtina, donde el artista muestra madres desesperadas tratando de salvar a sus hijos del castigo a la humanidad desatado por Dios. Son mujeres con sus hijos que también aparecen en el diluvio de Athanasius Kircher de 1664 y en tres páginas de la Biblia ilustrada por Doré en 1860. El castigo a los chicos es una de las formas preferidas por los pintores cristianos para mostrar el peligro de no ser creyente, como lo muestra Durero en una de las xilografías de su Apocalipsis y Julius Schnorr en una de las ilustraciones de su Biblia. La agonía del caballo recuerda otro episodio bíblico: en uno de los grabados que ilustran el exterminio de los primogénitos egipcios, que incluía los primogénitos de todos los animales y supongo pájaros y bichos, no recuerdo si de Doré o creo de Schnorr, no recuerdo el autor, aparece un perro primogénito muerto.

Me gusta cómo Picasso deforma los animales, los hombres, las víctimas del bombardeo y cómo al deformarlos les da más fuerza. Me parece que es en este cuadro donde el arte ha llegado más cerca de la perfección en cuanto a la unión de ética y estética. La eficacia de la denuncia que contiene esa pintura se reveló cuando en una reunión en Naciones Unidas, donde se trataba el tema de la guerra en Irak, se cubrió un tapiz que reproduce el cuadro de Picasso, para evitar, supongo, que se vinculara en la pantalla del informativo de TV Guernica con Bagdad.

Hay que agregar también que así como Picasso pintó el Guernica, también pintó la

paloma de la paz, aquella paloma que Noé soltó cuando bajaron las aguas y que volvió con un ramo de olivo podrido. Sorprende que Picasso haya ilustrado ese episodio: una paloma que había volado sobre la humanidad muerta, sobre todas las palomas muertas, que terminó siendo el símbolo que usó la izquierda de los años ’50 en su campaña contra la bomba atómica. En el Café de la Paz se discutía sobre las sucesivas guerras tomando café en tazas decoradas con la paloma y las hojas (sanas) de olivo, y hay organismos de derechos humanos que también la usan como símbolo. Esto muestra cómo las tradiciones religiosas atraviesan la historia y logran invadir el campo del mundo agnóstico y ateo. Pero ¿es posible usar una

paloma que fue testigo de la destrucción de la humanidad como símbolo de la paz? Como si los nazis hubieran lanzado una paloma con las hojas podridas de olivo sobre Guernica, o la hubiera soltado Truman sobre Hiroshima.

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El 26 de abril de 1937, cuando la Legión Cóndor –flota aérea de la Alemania nazi, convocada por el franquismo– lanzó su bombardeo sobre la población de Guernica con el propósito de doblegar la resistencia vasca, era día de feria en el pueblo. El ataque duró cuatro horas y tuvo un saldo de 1600 muertos y heridos. Tres días después, las tropas de Franco iniciaron la ocupación de la localidad. Para el 1º de mayo las noticias de la masacre ya habían llegado a París, donde Picasso tenía encargado realizar una obra para el pabellón español de la Exposición Mundial, encargo que a partir de ese momento se convirtió en su famosísima obra sobre el horror de la guerra. El cuadro, terminado unos tres meses después, recorrió durante décadas Europa y Norteamérica –al principio recaudando fondos para los refugiados españoles– y tuvo su residencia temporaria en el Museo de Arte Moderno de Nueva York (en esos años terminó de consolidarse su estatuto de icono político: durante la guerra de Vietnam, la sala en la que permaneció el cuadro fue sede de ocasionales concentraciones antibélicas): su creador no quiso que volviera a su país hasta que éste “gozara de libertades públicas e instituciones democráticas”. El cuadro regresaría a España recién para el centenario del nacimiento de su autor, el 25 de octubre de 1981; ocho años después de su muerte, seis después de la muerte de Franco y a cuatro del retorno democrático.
En el edificio de las Naciones Unidas cuelga un tapiz, encargado y donado por Nelson Rockefeller, que reproduce el cuadro más famoso de Picasso. El 5 de febrero del 2003, fue cubierto con una cortina azul, de tal manera que no quedara a la vista cuando Colin Powell diera allí sus conferencias de prensa, y en ellas sus razones para ir a la guerra en Irak.

(En la foto, un fragmento de la obra).
 
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