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Domingo, 17 de octubre de 2010

ENTREVISTAS > CHRIS ANDERSON, EL EDITOR DE WIRED

La guerra invisible

Es editor de la revista Wired, el medio que más encima está del cambio tecnológico y sus incidencias en la cultura. Ha publicado dos libros sobre la nueva economía generada por Internet, es un ferviente defensor del software libre y un opositor a Microsoft y Apple, es considerado una de las personas más influyentes de Estados Unidos y hace unos meses anunció: “La web está muerta”. En una extensa entrevista en San Francisco, Chris Anderson recibió a Radar y habló de la guerra silenciosa debajo de su anuncio, de cómo el campo de batalla se amplía hacia el hardware y la robótica y de su inesperada historia personal, que incluye al punk, a la banda REM y a un abuelo que inventó el riego automático.

 Por Mariano Blejman

Desde San Francisco

En su número de agosto, la revista Wired salió con un título catástrofe: “The web is dead”. La web está muerta, sentenció. El artículo estaba firmado por su director, Chris Anderson. Y si algo pasa con las producciones de Anderson es que se pueden admirar o se pueden discutir, pero no se pueden evitar. Esa misma tapa impresa en gigantografía adorna ahora la entrada de la redacción de la revista, que –si bien su web es una vorágine de información que sube treinta artículos por día– por dentro pareciera permanecer en un mantra: la adrenalina está afuera. La tesis de la nota, basada en datos concretos, es que Internet se utiliza cada vez más para servicios no relacionados con la navegación: aplicaciones cerradas, las redes Facebook, Twitter, para los celulares, para los recién llegados iPads. Para Anderson, y para muchos como él que piensan que Internet debería permanecer “abierta”, el riesgo de que la web se use cada vez menos podría dar inicio a la monopolización de Internet. Es importante entender, en este caso, que Internet y la web no son lo mismo: mientras que internet es la estructura que permite que las computadoras se conecten entre sí, la web es apenas uno de los servicios que permiten la navegación de los usuarios por páginas y blogs. La nueva generación de teléfonos celulares inteligentes permitió que no hiciera falta la web para usar Twitter, Facebook, iTunes o radios a través de Podcasts. Esto es lo que hace, según el artículo de Anderson, que cada vez se navegue menos por la web.

Anderson es también considerado una de las diez personas más influyentes de los medios estadounidenses. La revista que edita imprime 800 mil ejemplares por mes en papel y tiene millones de visitas on-line. “Nunca hemos vendido tanto en papel”, replica Anderson, sentado en su cómodo sillón en la Third Street del corazón de San Francisco, a dos cuadras del South Park. Y no deja de ser desconcertante, porque en más de una ocasión ha reflexionado sobre la importancia de encontrar nuevas palabras para “medios” y para “periodistas”, dos nociones que están cambiando. ¿Si la revista va a dejar de imprimirse alguna vez? “Vamos a dejar de salir en papel... dentro de unos cien años”, sentencia.

Luego de una pequeña conversación sobre el rol de los medios en América latina (Anderson tuvo una visita fugaz a Buenos Aires a comienzos de septiembre para hablar en un panel organizado por el Consejo Federal de Inversiones), mientras detrás de su luminosa oficina se escuchan algunos pocos ruidos de San Francisco, Anderson dirá que es difícil hacer periodismo “cuando triunfa una revolución”.

¿Ustedes ganaron la revolución?

–Bueno, nosotros no, pero la cultura que creó Wired sí la ganó. La idea de que la tecnología podía ser una fuerza político-económica de cambio, una herramienta, un arma en la mano de la gente común, que le permitiría cambiar el mundo... esas ideas triunfaron. Eso que era radical en 1993 cuando se creó la revista, hoy resulta evidente.

Su primer libro, The Long Tail, salió en 2006. Y el segundo, Free, salió en 2009. Mientras que los libros fueron, en algún sentido, un llamado a la esperanza sobre Internet, la idea de que la web está “muerta” es más bien una advertencia. La teoría “long tail” (la larga cola) asegura que la economía está cambiando de manos: mientras antes unas pocas empresas concentraban sus ganancias en pocos productos, gracias a Internet el mercado estará dominado por millones de nuevos nichos. En Free, en tanto, Anderson desarrolla el concepto de que Internet produjo una nueva forma de hacer negocios basada en el costo cero, como los servicios de Google.

Anderson vive en Berkeley, a un kilómetro de donde se descubrieron los últimos elementos de la tabla periódica. Se había recibido de físico, realizó investigaciones en Los Alamos y luego pasó seis años en las dos prestigiosas revistas científicas Nature y Science. Antes de editar Wired, desde 2001, trabajó en The Economist durante siete años. Entre otras cosas, ahora trabaja en los proyectos BookTour, fundó las empresas DIY Drones y 3D Robotics, un emprendimiento para desarrollar hardware de código abierto. Es decir: los planos, los mapas, los bocetos de los robots que se construyen también son de dominio público. En 2007 fundó GeekDad, un blog que pasó a formar parte de Wired.com. Aun así, Anderson pareciera tener tiempo libre. Este hombre de hablar californiano, voz algo rasposa y mirada provocadora, está bastante lejos de aquella idea de la imparcialidad sobre la construcción de la noticia que enseñan las escuelas de periodismo.

Tus dos libros funcionaron como una clase de esperanza...

–Tal vez, pero traté de no hacerlo. Trato de no predecir, aunque a veces estoy forzado. Trato de escribir sobre datos, estadísticas, más que pensamientos o deseos. No niego tener algunas esperanzas y creencias, pero la información sugería que había una nueva cultura emergiendo con principios que daban el poder a la gente.

Sin embargo, el artículo “The web is dead” es más bien un aviso. ¿Vas a hacer un libro con él?

–No va a ser un libro. Mi nuevo libro será...

...entonces Anderson se levanta, busca una de sus revistas en la pila de su escritorio, y alza la tapa de enero de 2010 cuyo título es In The Next Industrial Revolution, Atoms are the New Bits (“En la nueva revolución industrial, los átomos son los nuevos bits”). Es un artículo sobre una nueva manera de crear equipos informáticos al que Anderson llama “hardware abierto”. Es decir, la posibilidad de estudiar, copiar y reproducir libremente piezas industriales. Ese libro saldrá en 2012.

Luego de publicar ese artículo sobre el final de la web, Anderson tuvo una larga serie de conversaciones electrónicas con el periodista Tim O’Reilly sobre el peligro que implicaba para la cultura digital el triunfo de un modelo cerrado, como el que proponen Apple o Microsoft. La idea del software libre nació a mediados de los ’80, cuando Richard Stallman creó la Free Software Foundation, para defender el uso libre del software. Mientras Microsoft proponía un sistema de códigos cerrados (no se puede ver cómo se programa y hay que pagar por la licencia), Stallman y más tarde Linus Torvalds proponían que el software fuera libre de uso, de ser estudiado, de ser copiado, de ser mejorado. El mayor producto comunitario de uso libre es GNU/Linux. Pero esa idea se expandió también a los derechos de autor: Creative Commons propone que los artistas ofrezcan derechos de reproducción libre.

Entonces, ¿se trata de una advertencia?

–Absolutamente. Hay una batalla en Internet entre el modelo abierto y el cerrado. El lado cerrado está ganando por el momento. Honestamente, espero que pierda. Espero que la web gane. Pero la tendencia no se ve bien. Yo vivo en los dos lados de la moneda. Durante el día uso el iPad de Apple y participo en sistemas cerrados porque es el mejor modelo de negocios. Por la noche, llevo adelante mi trabajo en las comunidades web, manejo un proyecto de código abierto. El personaje de día me hace tener mejores negocios. De noche, me siento mejor conmigo. Durante el día avalo el copyright, durante la noche peleo contra la propiedad intelectual. Vivimos en un mundo binario, contradictorio, de modelos que compiten. Esa es la historia de mi vida, me ha pasado constantemente en estos dos mundos. No es hipocresía la mía (se ríe). Hay un chiste que hacemos quienes venimos de la física. Es que formo parte de la dualidad onda-partícula. Hay una teoría que dice que una misma cosa puede ser una onda y también una partícula. Los dos modelos coexisten en Internet: el modelo abierto y el modelo cerrado.

En el artículo decís que el esfuerzo por terminar con la web tiene que ver con el capitalismo.

–El capitalismo es el esfuerzo de crear mercados, y trabajarlos en función del beneficio. La forma de crear beneficios es produciendo escasez y si no existe escasez hay que crearla. Si se produce mucho, hay que tirar algo, ganar consumidores, cambiar las reglas. Pero la esencia del negocio es vender escasez. Y en la web se trata claramente de tratar de mantenerla cerrada. Los mercados cerrados promueven la escasez, los sistemas abiertos tienen abundancia. Los mercados cerrados quieren mantener el poder y por eso el capitalismo ha ido monetarizando mercados como la web, principalmente un mercado no monetario. Por eso, la web, donde todos participan y comparten, no es un espacio natural para el desarrollo del capitalismo.

EL NACIMIENTO DEL WEBPUNK

Cuando James Truman de Conde Nast contarató a Anderson como editor de la revista, lo describió como “un poco geek, un poco rockero”. Tenía más razón de lo que creía. Un tiempo atrás, el sitio Gawker.com encontró una banda post punk asentada en Washington D.C. llamada Egoslavia. La banda tenía un integrante llamado Chris Anderson. Egoslavia grabó un disco con el mismo nombre en 1982 y la primera canción se llamaba “Lost Songs”. Cuando la noticia del rol de Anderson en el grupo punk comenzó a circular por Internet, el escritor contó la “verdadera historia” del nombre Egoslavia en su blog. Anderson aseguró que el nombre original de su banda era REM y que el dueño de un club inventó una forma de dirimir la contienda: las dos bandas llamadas REM compitieron una noche y el público votó quién debía quedarse con el nombre. Los actuales hiperconocidos REM se quedaron con el nombre y la banda de Anderson se convirtió en Egoslavia. Al poco tiempo, desapareció.

El punk no es un detalle menor en su historia. Buena parte de su convicción a favor de los sistemas abiertos proviene de aquella época en que tenía 20 años y pretendía mantenerse fuera del mercado tradicional. “Hacíamos álbumes, singles y fanzines gratis. Decíamos que no queríamos tener dueños, pero la verdad es que éramos muy malos y nadie se interesaba en nosotros. Queríamos romper las estructuras tradicionales de la música y defendíamos el ‘hazlo tú mismo’. Eso me hizo pensar que la gente normal podía hacer cosas extraordinarias si le daban las herramientas. Hacíamos música no para hacernos ricos, sino porque era divertido.” Anderson cree que muchas de las cosas que hace la gente en la web no tienen que ver con el dinero, sino con la reputación, la atención y la posibilidad de expresarse. Entre quienes más le influyeron a la hora de adoptar una postura por la web abierta está Lawrence Lessig, el creador de Creative Commons, un sistema de licencias donde los autores pueden liberar sus derechos para que sus obras sean usadas libremente. “Fue una gran influencia allá por el 2003. Era el comienzo del movimiento de código abierto. Lessig me ayudó a pensar en el modelo de propiedad intelectual, y ahora manejo una comunidad de código abierto. Ya no es sólo algo teórico.”

LOS CHICOS DE LA BAHIA

San Francisco se puede describir con facilidad. No tanto por la complejidad de sus intereses contrapuestos, sino por la hiperdigitalización de sus espacios abiertos. San Francisco se puede recorrer a través de Internet como ninguna otra ciudad del planeta: mapas virtuales, fotos de las calles, una ciudad que se autorreferencia en la web y que no se entiende sin el on-line. En esta bahía ondulante conviven una consolidada comunidad hippie, la calle Castro (que explota el estereotipo homosexual) y un espacio para el intercambio de ideas. Así creció en San Francisco un espacio para nuevas empresas, que quieren cambiar la forma en que se usa Internet. A estas nuevas empresas que “comienzan” se las llama “start-up”. Cuando una start-up que recién comienza cambia la forma de usar Internet se la llama “disruptiva”. Este es un momento único: la forma en que se distribuye la información quebró los sistemas tradicionales de poder.

¿Por qué se asentó en San Francisco la economía de las start-up?

–En San Francisco somos todos inmigrantes: hay latinos, asiáticos, indios. Mi familia vino de las clases más bajas de Suecia, si hubiesen sido personas ricas no se habrían ido de Suecia. San Francisco atrae gente interesada en vidas alternativas, donde convive la cultura con modelos de negocios. Aquí están las universidades de Stanford y Berkeley. Hay gente que quiere vivir y trabajar: de día son ingenieros y de noche son creadores. De día son empleados y de noche revolucionarios. Es una clase de cliché de San Francisco, una ciudad liberal abierta a las nuevas ideas.

Hablando de nuevas ideas, en una entrevista con la publicación alemana Der Spiegel, decías que la noción de “periodismo” había que redifinirla.

–Creo que palabras como “medio” o “periodismo” están un poco pasadas de moda. Cambió el significado, y es difícil saber quién es periodista y quién no, creo que hay que pensar nuevas palabras.

¿Pensaste en inventarlas?

–Ese no es nuestro trabajo.

¿Qué pasará con Wired? ¿Dejará de imprimirse en papel?

–Algún día... como en cien años. Vendemos 800 mil ejemplares por mes, nunca fuimos tan populares. Nunca tuvimos más ganancias en la historia de esta revista. Tenemos una versión para iPad, la primera vendió 100 mil copias. Estamos haciendo plata en todas las dimensiones. Tenemos una versión inglesa, una italiana y vamos a imprimir en papel por largo tiempo. Este fue el año del e-book de Amazon, que tuvo un crecimiento muy rápido, pero alguna gente todavía prefiere los libros impresos, como regalo, como objeto de lujo. Tal vez el libro en papel sea en el futuro un tercio del mercado y e-book dos tercios. Pero mientras el porcentaje sea cada vez más pequeño, el libro será más hermoso. Y tal vez eso pase con las revistas, que serán un tercio en papel y el resto digital.

Pero en Internet la publicidad está compitiendo con los medios tradicionales.

–La publicidad está cambiando. Los diarios compiten con la web, que es rápida y barata. Las revistas no compiten tanto con la web. Mientras en el modelo de revista impresa por suscripción perdemos dinero con la venta pero lo ganamos por la publicidad, en el iPad se hace plata con los dos modelos: con la venta y con la publicidad. Todavía no tenemos un sistema de suscripción por iPad, pero lo tendremos.

¿Hacia dónde van los medios cuando sitios como Twitter, Paper.li, los sitios agregadores están ganando tráfico? Ustedes compraron Reddit.com, un sitio agregador. Muchos piensan que será difícil mantener a la gente frente a los medios tradicionales por Internet.

–Hemos estado vendiendo revistas por iPad durante seis meses. Sabemos que la gente pasa cerca de una hora en promedio con la revista en su pantalla. En la web, la permanencia no dura más de tres minutos por artículo.

EL SISTEMA DE REGADO AUTOMATICO

Hay algo de linaje familiar cuando Chris Anderson cuenta la historia de su empresa 3D Robotics, ese proyecto de hardware abierto. El abuelo de Anderson, Fred Hause, inventó el sistema de riego automático, lo patentó hace unos cuantos años y le dio a la familia de Anderson una “modesta fortuna familiar”. “Creo en el código abierto, en el software libre, en los desarrollos comunitarios y mi cuestión particular es la robótica”, cuenta. Esta vez, a diferencia de la decisión de su abuelo de patentar el sistema de regado automático, sus inventos quedarán en “dominio público”, a través de lugares como HackerSpace.org. “Ahora hay una forma de hacerlo”, y refuerza: “Yo no patento mis inventos”. Hace un tiempo, Jon “Maddog” Hall, de Linux International, le decía a Página/12 que las patentes de software no deberían existir. “Yo no iría tan lejos. Sólo diría que no patentaría mis proyectos. Como lo pongo en el dominio público, ya no pueden patentarlo. No estoy contra las patentes, sólo que no me parece un modelo justo. Las drogas, las farmacias, algunas industrias sí deberían retener patentes. No soy un gran fan de las patentes de software, pero no iría tan lejos como para prohibirlas”, dice.

Anderson cree que el mundo es mucho mejor ahora que antes de Internet, que la sociedad ha progresado a una velocidad inédita, que la tecnología en manos de la gente les da más poder a las personas, que Internet es apenas “una herramienta” que se puede usar para el bien, que China e India han incorporado grandes franjas de población a las capas medias, que la gente está expuesta a la cultura global, pero que todavía hay pobreza, injusticia, aunque en general las herramientas para mejorar la calidad de vida están mejor distribuidas. “Pero si el modelo abierto falla como modelo de negocio habremos perdido algo como cultura. Podría ser bueno para el negocio, pero malo para la cultura”, dice.

¿Las nuevas empresas para Internet van a ser cada vez menos?

–Internet es sólo una herramienta. No fundamos una empresa para crear Internet sino para usarla. ¿Acaso dejaron de crear empresas que usan electricidad? Es sólo una herramienta, una herramienta poderosa. ¿Es el teléfono una herramienta? La analogía es similar. Hay infraestructura y contenido. La similitud de la web no es con el teléfono, es con la llamada telefónica.

¿Las decisiones políticas influirán en el desarrollo de Internet?

–Aunque empezó como un proyecto gubernamental, el desarrollo de Internet no ha tenido tanto que ver con los gobiernos.

–Venezuela y Ecuador exigen por ley el uso del software libre en sus administraciones. ¿Qué piensa?

–Eso me parece bárbaro. Soy un fan del software libre y del de código abierto. Trato de usarlo cuando puedo. Aunque no sé cuán efectivo es ponerlo en una ley, prefiero verlo en el mercado.

Pero la gente usa software propietario por cuestión de inercia.

–Exacto. El concepto de código abierto es realmente nuevo. Mucha gente recién está empezando a entender de qué se trata. Pero ahora todos usamos Firefox (el navegador de código abierto), yo uso un teléfono Android (el sistema operativo de Google que es abierto), y si estás navegando, seguramente estarás usando un servidor Apache (basado en GNU/Linux). Estamos muy cerca del código abierto diariamente. El concepto de hardware abierto es todavía más nuevo y radical. Pero en 20 años, claro, será más fácil de entender.

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