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Domingo, 21 de julio de 2013

Agujero interior, de Virus: los modernos se reinventan

 Por Sergio Marchi

El tercer disco de Virus fue un punto de inflexión en la carrera de la banda de los Moura; un álbum bisagra que articuló el estilo del grupo con la posibilidad de un éxito masivo. No es que cambiaran demasiado: fueron los tiempos los que cambiaron y, así las cosas, los hermanos Danny y Michel Peyronel, que formaban parte de los poderosos y rockerísimos Riff, produjeron artísticamente al grupo más excluido del rock hasta este disco, que con mayor punch rockero comenzó a sonar en las radios.

Curiosamente, el público de rock más retrógrado catalogaba a Virus como un grupo “maricón” (casi no se usaba la palabra gay y sí otro epíteto más agresivo); cabría suponer entonces que la banda habría diluido su propuesta a fin de tornarse más accesible. Nada de eso: “En mi garage” tenía una letra que jugaba con un doble sentido que hoy suena casi a joda de secundario; treinta años atrás era una idea muy zarpada que algunos agarraban y otros no. Y sonaba en la radio todo el día; el programa 9PM, una novedad de la época conducida por unos novísimos Lalo Mir y Elizabeth Vernaci, pasaba todo el disco hasta el cansancio. Es que las canciones encajaban perfecto con el clima de la época.

“El agujero interior” también habla del rock como metáfora y exhorta a que deje la introspección constante y salga a disfrutar la vida, tal cual lo aconsejaba el tema homónimo y también “El probador”, una exquisita historia hot de tecno-rock. Virus se quitaba el atuendo new wave y se ponía más punk, más rocker; en las fotos internas, el baterista Mario Serra luce colgada la cadena de moto que usaba Michel Peyronel en Riff. También tenían sus momentos desconcertantes como “¿Qué hago en Manila?”, una viñeta kitsch que podría haber sido vista como una sátira o un homenaje a lo más rancio de la música melódica. Su contracara era “Carolina”, un hit del español Moncho Alpuente, dedicado a la hija del príncipe de Mónaco, Rainiero III, un rock and roll hecho y derecho. El cambio para Virus llega un año más tarde, cuando los teclados de Marcelo Moura pasan a un primer plano en “Relax” y le dan a la banda una identidad que será abrazada por un público nuevo, con menos prejuicios, que bailará sus canciones en la discoteca y los convertirá en una referencia ineludible del rock argentino.

“El agujero interior” sirvió como catalizador para una transformación necesaria y deseada; si Virus quería seguir siendo considerado un grupo moderno necesitaba reinventarse disco a disco. En ese sentido, su tercer trabajo fue la apuesta más fuerte que hicieron para salir de su propia zona de confort y situarse más cerca de un público que requería una energía más rockera. Algo así como una declaración de amor incondicional que no fuera descartable, ni plástico, ni retrógrado. Y escuchando hoy el disco se puede decir que ese amor no se ha vencido y que treinta años más tarde sigue siendo correspondido.

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