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Viernes, 13 de mayo de 2011

CULTURA / ESPECTáCULOS › MUSICA. DIEGO NúñEZ, BECADO PARA LA PRINCIPAL CáTEDRA DE SAXOFóN DEL MUNDO

Un saxo santafesino sonará en París

Desde su Santo Tomé de residencia, el intérprete viajó a Francia para participar de actividades en el Conservatorio parisino, hasta el 15 de julio. El elogio que más le gusta escuchar es "yo no entiendo nada de música pero me gustó".

 Por Marisol Gentile

Diego Núñez es un joven músico santafesino que vive en Santo Tomé, cuna del genial Guastavino. Su especialización gira en torno al saxo: se tituló en el Liceo Municipal santafesino en el año 1998 y en 2004 obtuvo su diploma en la Universidad Nacional del Litoral, como Profesor Nacional Superior de Saxofón. No sólo siguió sus estudios, sino que además recibió premios nacionales e internacionales. El intérprete está ahora en Francia, donde trabajará por el lapso de dos meses, hasta el 15 de julio, en la cátedra de saxofón del conservatorio de París, que ocupa un lugar de privilegio en la historia de la música, puesto que es donde puede decirse que "nació" el saxo y se insertó como materia en la currícula de los conservatorios.

La creación de la cátedra del saxo parisina generó además un corpus tremendo de música nueva, ya que los alumnos que ingresan van a su clase muchas veces con obras compuestas para ellos especialmente, dada la escasez de repertorio para saxo. Es que el saxofón (perteneciente a la familia de los instrumentos de viento madera) fue inventado por el belga Adolphe Sax a mitad de los años 1840, como consecuencia de una idea del luthier de intentar remediar las imperfecciones del clarinete, concibiendo la construcción de un instrumento que tuviera la fuerza sonora de uno de metal y las cualidades y posibilidades tímbricas de uno de madera. Por eso, en los tratados de orquestación está clasificado como "híbrido", dado su cuerpo de metal y su embocadura emparentada con el grupo de las maderas. Su trayectoria en la inclusión en las partituras es corta: recién será introducido en el período romántico, con Jules Massenet como pionero, en sus óperas Manon y Werther.

Seducido por el saxo, Núñez no se quedó con su formación santafesina. Sus estudios superiores continuaron en Buenos Aires con María Noel Luzardo y en Amsterdam con Arno Bornkamp, junto a clases magistrales realizadas con grandes maestros del saxofón clásico, como Miguel Villafruela (Cuba), Dale Underwood y Eugene Rousseau (EEUU), Claude Delangle, Jean Marie Londeix y Christophe Bois (Francia) y Antonio Felipe Belijar (España). "El haberme especializado en la música clásica para saxofón me ha llevado a imaginar un sonido muy diferente al que estamos acostumbrados a escuchar en la música popular: se busca mayor pureza y definición en todo el registro" dice Núñez, quien contó que luego de su primer viaje a Europa, sintió la necesidad de tocar música argentina. "Así surgió el proyecto de comisionar obras argentinas para saxofón y piano a compositores jóvenes", relata.

Y al respecto, amplía aún más: "De ahí vino el disco con el pianista Fernando Muslera, que también compone y con el que hemos venido tocando bastante en el país y en Europa. Es música de "intersección", término tomado del saxofonista Fernando Lerman, donde confluyen reminiscencias de nuestra música ciudadana y folklórica con una sonoridad 'clásica' y un tratamiento discursivo camarístico. A su vez, es música de nuestra época, compuesta por tremendos intérpretes que tocan en general música popular: Ramiro Gallo, Gabriel De Pedro, Luis Barbiero, Gabriel Senanes, Fernando Lerman y Alejandro Manzoni, entre otros. Estoy aprendiendo mucho de este contacto fluido con los compositores. También vengo incursionado en la música contemporánea, que supone otro tratamiento del discurso, centrado más en la exploración tímbrica y en diferentes combinaciones con instrumentos acústicos o soportes electrónicos".

La pregunta de rigor es desde cuándo siente pasión por el saxo. "De niño me gustaba el sonido y me metí a estudiarlo, aunque al término de la secundaria todavía no estaba decidido a seguir. Fue seis años después del comienzo de mis estudios cuando fui a un Festival en Buenos Aires y venía un profesor cubano que había estudiado en París, Miguel Villafruela, y lo fui a ver. Fue un impacto, conocí música muy hermosa y dije 'eso es lo que quiero tocar'. Además, ahí escuché a María Noel Luzardo y quedé boquiabierto".

Para Núñez, lo importante es que "el estudio no sea una rutina, sino vivirlo como un proceso creativo". Y aunque parezca paradójico, eso requiere un método. "Desde hace unos años, me organizo como un deportista: en el verano, que tengo más tiempo, hago una especie de pretemporada y estudio bastante; luego, durante el año siempre está el dilema de cómo manejar el tiempo y combinarlo de la manera más productiva con mi tarea docente", puntualiza.

Sobre sus intérpretes referentes, cita al francés Marcel Mule, propulsor de la escuela clásica del saxofón cuando se reabrió la cátedra en el Conservatorio de París en los '40, propiciando una manera de tocar innovadora. "Y luego tuve la suerte de estudiar con mis dos máximos referentes actuales, Luzardo y Bornkamp. En mi tránsito por la música y la enseñanza, Mónica Cosachov ha tenido una incidencia insoslayable", agrega.

Son los aportes que vuelca en su tarea docente en Santa Fe, en el Liceo Municipal, en la Escuela Provincial de Música y en el Instituto Superior de Música de la UNL. "Me encanta dar clases. Es mágico ver crecer a los chicos y pensar que uno ha ayudado con eso. Me gusta reflexionar en cómo se generan algunos problemas y cuáles serían las posibles soluciones, pensar en procesos de aprendizaje, y sobretodo, hablar de música con los más niños. Creo que todos somos seres musicales, que tenemos aptitudes para hacer música, sólo que algunos las tienen más en la superficie", reflexiona.

Sobre el proyecto de su viaje, que se enmarca en un convenio inédito entre la UNL y el Conservatorio de París, Diego realizará una serie de conciertos de música argentina contemporánea.

"Mi intención es canalizar esta formidable experiencia y proponer en el ISM, a mi regreso, un curso de Técnicas extendidas en el saxofón y su aplicación en el repertorio argentino y universal. Además, es mi objetivo incorporar el repertorio argentino y universal en el marco de la cátedra a mi cargo, incentivando a los alumnos de composición del ISM a escribir para el saxofón", agrega.

Es que para él, la música contemporánea trajo la exploración sonora y tímbrica como un gen de construcción discursiva, y es por ello que a su criterio a veces las obras son un compendio de efectos fantásticos que ponen en relieve al intérprete por sobre la obra, careciendo sin embargo de contenido musical. "Si la obra está bien construida, te aseguro que la respuesta del público es buenísima. Mi mayor esfuerzo y trabajo consiste en conectarme con las ideas del compositor y de aliarme con mis compañeros músicos. Los mejores piropos de la gente para mí son 'gracias' y 'yo no entiendo de música pero me gustó'. En el público, muchas veces causa sorpresa el sonido del instrumento y su vínculo con el piano o con cuerdas. Con respecto a la música electroacústica, te confieso que como espectador me sigue costando un poco seguirla".

Este talentoso saxofonista ha obtenido además el Primer Premio en Música de Cámara, en 1996, Mozarteum de Santa Fe y el Primer Premio en Música de Cámara en VII Bienal Juvenil 2003 2004, Festivales Musicales de Buenos Aires y Shell y 1º Premio en el 3º Concurso Nacional de Música de Cámara "Música en Plural", de Secretaría de Cultura de la Nación.

"Trato de armar una agenda de al menos 15 conciertos al año, en diferentes lugares del país. Demanda mucho tiempo porque muy pocas veces suena el teléfono solo... Lo demás es trabajar para que te conozcan y te convoquen. Y con el saxofón en la música clásica cuesta un poco más todavía, al no ser un instrumento tradicional".

Si bien este instrumento se asocia comúnmente con la música popular, la música de big band y el jazz, Diego rompe el molde de los saxofonistas tradicionales. "A veces me da un poco de vergüenza decir que no sé tocar jazz... me gusta mucho, pero no me da el tiempo", dice.

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Diego Núñez cree que todas las personas son musicales.
 
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