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Domingo, 7 de octubre de 2012

CULTURA / ESPECTáCULOS › UNA MUESTRA FOTOGRáFICA RETRATA EL CASO DE EXILIADOS DE LA GUERRA CIVIL ESPAñOLA

El dolor medido en tiempo y distancia

El fotógrafo Gustavo Germano presentó Distancias, la secuela de un trabajo iniciado con Ausencias y que refleja las distintas formas de persecución que utilizan las dictaduras contra sus opositores. La exposición retrata, entre otros, el caso de dos exiliados que viven desde hace más de cincuenta años en Rosario. El año próximo se exhibirá en el Museo de la Memoria.

 Por Juan Cruz Varela

Desde Paraná

Ya desde la época de los antiguos griegos el exilio político ha sido una constante en la historia de la humanidad. El imperativo de emigrar como alternativa de supervivencia; un viaje donde las valijas no tienen más que dolor, tristeza y sobre todo el pánico, la desesperación y el vértigo propios de los tiempos marcados a fuego por el autoritarismo.

Hubo muchos que no pudieron elegir, que fueron persuadidos o empujados al exilio; algunos simplemente no tuvieron tiempo; y otros directamente prefirieron correr el riesgo y pelearla desde adentro. La guerra civil española que se sacudió a ese país entre 1936 y 1939 y la dictadura franquista que se extendió hasta 1975 dejó un pueblo diezmado y una España ﷓como dice el poeta﷓, la republicana, debió refugiarse.

Eso refleja Distancias, la segunda parte de una trilogía donde el fotógrafo entrerriano Gustavo Germano trabaja con las formas de persecución y exterminio que las dictaduras utilizan contra sus opositores. Es la secuela de Ausencias, ese brillante trabajo donde muestra de manera brutal el impacto de la desaparición forzada de personas en la Argentina; y la precuela de un trabajo que vendría a completarse con la privación ilegal de la libertad en las cárceles o centros clandestinos de detención en la actualidad.

A partir de 2008, Germano se entrevistó con exiliados republicanos españoles que abandonaron el país y ya no volvieron. Intelectuales, obreros, empleados, profesionales, estudiantes, docentes pasaron por innumerables ciudades del mundo. La mayoría quedó en Francia, una parte muy grande fue a parar a México, otros a la Unión Soviética, Chile y unos pocos a la Argentina. Para ellos no había otra opción, era una opción de vida, de sobrevida, a pesar de lo que significaba estar lejos. "Uno, cuando piensa en el exilio, remite al momento de la partida, pero el verdadero dolor del exilio lo marca el tiempo", señaló Germano, desde Barcelona, en diálogo con Rosario/12.

Las imágenes muestran los rostros juveniles previos a la partida y luego sesenta, tal vez setenta, años después. Las dos fotografías, expuestas una al lado de la otra como gigantografías, con ellos en la misma pose, muestran el transcurrir de una vida entera y eso conmueve, eriza la piel. Eso refleja la muestra conjunta Ausencias + Distancias que el viernes se presentó en el Museo Provincial de Bellas Artes Pedro E. Martínez de Paraná, donde permanecerá algunas semanas más y desde allí iniciará su itinerancia que la llevará el año próximo al Museo de la Memoria de Rosario.

El exilio de la legalidad

Las fotografías ponen en evidencia el tiempo transcurrido desde aquel exilio forzado y más: es el tiempo y la distancia que hay entre aquel que se fue de la tierra que lo vio nacer y a la que nunca más volvió y el hoy. Son el tiempo y la distancia del exilio. Son las historias de Carmen Alonso de Fernández y Carlos Pereda Elez-Villarroel -y tantos otros-, que hace muchos años eligieron a Rosario para vivir y, seguramente, para morir.

"El caso del exilio republicano es paradigmático por diversas razones: una de ellas es que no fue el exilio de un grupo político sino de la legalidad. La Segunda República Española existía y hubo un golpe de Estado, que tardó tres años en consumarse y eso fue la guerra civil. Algunos murieron, otros estaban presos y otros se fueron. Esa es la España que se fue, 500 mil personas que cruzaron las fronteras, todo un país", resumió Germano sobre la gestación de Distancias, un proyecto que lo llevó a recorrer cinco países buscando esas historias.

-¿Cuándo empezaste a trabajar con Distancias?

-Una vez que Ausencias empezó a rodar, unos meses después, viendo este paralelo de imágenes y la temporalidad que funcionaba para hablar de la desaparición forzada de personas, empecé a pensar si esta mecánica de trabajo podía servir también para indagar acerca de otros métodos que han utilizado las dictaduras para perseguir a los opositores. Porque las dictaduras no solo matan y desaparecen, también encarcelan y destierran.

-Dentro de ese multicolor de gente que fue expulsada al exilio, ¿cómo armaste el criterio de selección de las fotografías?

-Lo que busqué fue hacer un mapa, no solo del destino, sino de algo que también iba emparentado con el origen político de los exiliados: la gran mayoría de los anarquistas quedaron en Francia, porque no tenían capacidad operativa ni partidos políticos que les gestionaran su salida hacia otros lugares, y ellos fueron los que peor la pasaron porque enseguida se chuparon también la segunda guerra mundial; a Rusia fueron a parar los más vinculados con el Partido Comunista; México fue el más abierto en cuanto a la cantidad y a la formación política de la gente que recibió. Y en cuanto a la Argentina, siempre tuvo mucha tradición republicana, pero cuando terminó la guerra civil estaba (Roberto) Ortiz como Presidente y dispuso el cierra de las puertas al ingreso de ciudadanos españoles, entonces mucha gente entró al país diciendo que estaban en tránsito, a Bolivia o Chile por ejemplo, y algunos se quedaron. Pero la acogida que hubo a los exiliados de la guerra civil española no es para nada significativa.

-Ausencias en parte es el reflejo de tu historia personal, ¿hay también algo de ello en Distancias?

-Hay un punto que no tiene comparación: yo estoy acá por decisión propia y puedo volver en cualquier momento. Es cierto que también hay otros tipos de exilios, como el exilio económico de aquellos que se ven empujados a buscarse la vida en otro lugar porque no lo encuentran en su tierra y eso tal vez me sirvió para reflexionar sobre la distancia. Creo que en Argentina el exilio no está visto como un castigo tan tremendo y realmente me parece muy injusto. El destierro es una de las formas más antiguas de castigo y en el caso del español, y particularmente de los casos que yo retraté, se torna más dramático y alcanza su verdadera dimensión porque nunca más pudieron volver.

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Carmen Alonso de Fernández en 1954 junto a la tumba de su padre, en Oviedo, y en 2008, ante la de su marido, en Granadero Baigorria.
 
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