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Jueves, 14 de enero de 2016

CULTURA / ESPECTáCULOS › SE ESTRENA EN ROSARIO THE HATEFUL EIGHT, OCTAVO FILM DEL CINEASTA

Son ocho los monos de Tarantino

Hoy es el reencuentro en las salas locales con la obra del director de Pulp Fiction, en un thriller de diálogos ingeniosos, conflictos encadenados y una cuota de comicidad que da nuevo vuelo a la tradición del western postmoderno.

 Por Beatriz Vignoli

LOS 8 MAS ODIADOS (The hateful eight)

Dirección y guión: Quentin Tarantino.

Actúan: Samuel L. Jackson, Kurt Russell, Jennifer Jason Leigh, Zoe Bell, Walton Goggins, Tim Roth, Michael Madsen, Bruce Dern, Channing Tatum, Demian Bichir

Género: Thriller.

Duración: 168 minutos

Origen: Estados Unidos

Los 8 más odiados (The Hateful Eight) se anuncia en la secuencia inicial de créditos como el octavo film de Quentin Tarantino. Es un guiño para cinéfilos alusivo al Ocho y medio de Fellini, donde el título podría referirse también a la película misma y su recepción. La música original es de Ennio Morricone: el sonido y el nombre del legendario compositor del spaghetti western, resaltando en letras retro sobre un clásico plano de diligencia acercándose en medio de un desierto nevado, sitúan desde el inicio la obra en la tradición de las películas del Oeste. Pero enseguida el acento afroamericano urbano del Mayor Marquis Warren (Samuel L. Jackson) hará ruido en el bucólico paisaje cuando Jackson entable un diálogo demasiado políticamente correcto para los años 1870 con John The Hangman Ruth (Kurt Russell). Esta confrontación inicial entre los dos cazadores de recompensas (como ellos mismos explicarán didáctica y cínicamente: uno mata y el otro lleva sus presas a la horca, de ahí su apodo) se adentra de lleno en el anacronismo posmoderno a lo Tarantino.

Parecía que con Il mio nome è Nessuno de Tonino Valerii, Los intocables de Brian de Palma (la secuencia rural que arranca in medias res con Kevin Costner a lomo de un caballo, gritando: "¡Esto es increíble!"), Unforgiven de Clint Eastwood y Wild Wild West de Will Smith ya se había visto todo en materia de western posmoderno: lo bueno, lo malo y lo feo. Y sin embargo la epifanía oscura, justo sobre el primer cuarto de hora, de una canción sesentosa de una banda de fines de los '90 como música de fondo para la mirada sostenida del rostro golpeado, ensangrentado, cazado y condenado de la prófuga Daisy Domergue (Jennifer Jason Leigh) lleva todo mucho más allá. "Ey, pimpollito de manzano, ¿qué te pasa? A todos esos a los que vos les contás tus problemas, no les importás", canta Jack White al compás de la batería de su esposa Meg. La canción es Apple Blossom, del segundo álbum de The White Stripes, De Stijl (2000); mientras suena, en un plano intenso y extenso, la máscara de Jason Leigh pasa por el odio, la furia, el tedio, la astucia y una tosca seducción.

La diligencia errante en medio de la nieve se torna un teatro de cámara. Para entonces Domergue es una mancha tricolor de maquillaje expresionista que subraya los diálogos con expresiones de pantomima muda, a lo Harpo Marx.

La película está dividida en capítulos que explotan la comicidad de la repetición de situaciones, un poco al modo de la estructura de una balada o de un cuento folklórico. Al comienzo del 2º, entra el renegado de segunda generación Chris Mannix (Walton Goggins) para dejar trabada la lógica de mexican standoff que Tarantino expuso en la escena de la taberna de Inglorious Bastards, donde cada personaje ocupa una posición amenazada por el otro. El nuevo "odioso" que se presenta en el capítulo 3, Oswaldo Mobray (Tim Roth) ingresa en esta lógica, e impartirá una clase magistral escalofriante de filosofía del derecho entre copa y copa.

La primera hora al menos de The Hateful Eight (título deliberadamente ambiguo que también podría traducirse como La odiosa ocho) es una comedia negra de ingeniosos diálogos, filmada en un paisaje de eficiente belleza.

Y cuando creíamos haberlo oído todo, Joe Gage (Michael Madsen) toca la nota sentimental, y el General Sanford Smithers (Joe Dern) la de una dignidad que se desliza velozmente hacia la arrogancia racista. Además de un café intomable, una puerta de madera que se convierte en un personaje por derecho propio y seis caballos de tres colores distintos, completan el cóctel explosivo el mexicano Bob (Demian Bichir), el cochero O. B. (James Parks) y todo un elenco de personajes secundarios interesantes.

Y cuando, adentro de la posada de Wyoming adonde van llegando los viajeros, John "The Hangman" Ruth deslice su conjetura de una conspiración y un traidor, la suerte estará echada y el ajedrez tragicómico marca Tarantino empezará a mover sus piezas. Solo cabe anticipar que a esa altura todavía quedan cien minutos de película para disfrutar; gran noticia para los fans del creador de Tiempos violentos.

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El ajedrez tragicómico marca Tarantino mueve sus piezas, para delicia de fanáticos de este cine.
 
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