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Domingo, 21 de enero de 2007

CULTURA / ESPECTáCULOS › MUESTRA DEL TALLER DE FOTOGRAFIA DEL BARRIO TOBA

Con el lente del pueblo qom

Coordinado por Federico Tinivella, el espacio plantea que los
chicos del barrio Los Pumitas se apropien de sus imágenes.
Una experiencia que evita convertir a los sujetos en objetos.

 Por Edgardo Pérez Castillo

Cuando a mediados de los noventa el por entonces estudiante de fotografía Federico Tinivella desembarcó en la comunidad toba asentada en Génova y Travesía, probablemente no imaginó que iniciaría una serie de vínculos de largo aliento. Ese contacto lo llevó, una década más tarde, a coordinar un taller de fotografía que excedió sus objetivos fundacionales, resignificándose a partir de las necesidades y búsquedas de los propios integrantes de la comunidad del barrio Los Pumitas. A partir de un diálogo sostenido, y alejándose del rol docente verticalista, Tinivella se adaptó a las circunstancias para hacer de ese taller un instrumento de inclusión e intercambio cultural que permite acercarse a la identidad del pueblo Qom, desde una mirada que evita convertir en objetos a los sujetos.

En ese sentido, desde su primera incursión al barrio, el fotógrafo se amoldó a las demandas de las personas a las que había decidido retratar como parte de un trabajo documental. "Apenas empezamos con el trabajo, la gente nos pidió si podíamos mandar al Chaco esas fotos que sacábamos. Entonces empezamos a ir y la gente se ponía sus mejores pilchas para hacer las tomas, y el vínculo fotográfico se transformó en un vínculo afectivo, así que a los cuatro años empecé a dar un taller de fotos en el Centro Cultural Cine Lumiere y con mis alumnos volvimos a hacer fotos al barrio toba", relató Tinivella.

A partir de esa presencia de los fotógrafos en el barrio, una nueva propuesta sentó las bases fundacionales de taller. "El año pasado me llamó Oscar Talero, que armó el centro cultural Qadhuoqte para rescatar la identidad, la historia y los valores del pueblo toba, a través del trabajo con artesanías y tejidos, así como las clases de toba. Yo entré como un extranjero a esa idea primigenia, para fortalecer esas cuestiones", comentó el fotógrafo, quien debió descartar su idea primaria de trabajar con personas mayores de 18 años, luego de descubrir que eran los chicos quienes reclamaban participación en las clases que comenzaban a dictarse cada sábado por la mañana.

Todo ello derivó en un nuevo cambio de rumbo para el proyecto: "En un principio pensaba en trabajar mostrando ciertas costumbres que están prevaleciendo, el tejido, la artesanía, la idea era mostrar cómo ellos trabajaban. Pero con los pibes se fue para otro lado, porque salíamos con ellos a caminar por el barrio y a registrar los lugares donde ellos juegan. La foto pasó a ser una excusa de ese recorrido de todos los días, o sino organizábamos actividades que generaban que los pibes sacaran fotos. Se empezó a generar un vínculo muy grosso, eran cincuenta pibes que me esperaban para salir a caminar por el barrio en donde la gente ya me conocía, y entonces me pedía que les sacáramos fotos".

Asimismo, la demanda entraba en relación directa con otro de los objetivos del taller, según delineó Tinivella. "Cuando arranqué, la idea, más allá de lograr un lugar de expresión distinto, donde podíamos acercarnos a otros lugares, a otros espacios con la mirada de los pibes, era ver si alguno se copaba con la fotografía y podía empezar a registrar esos pequeños eventos, generar un fotógrafo en el barrio".

En paralelo, el proceso de trabajo semanal se tradujo en un caudal de imágenes que, luego de un proceso de selección conjunto, derivó en las 25 fotos. Sumadas a idéntica cantidad de las logradas por los estudiantes del taller que Tinivella dicta en el Centro Cultural Cine Lumiere, conformaron la muestra que por estos días, y hasta marzo, se exhibe en la Secretaría de Cultura municipal (Avenida del Valle y Callao).

Precisamente, la posibilidad de ofrecer los resultados del trabajo al público general obró como un mecanismo de apertura para los propios participantes del taller y sus familiares. "A ellos les cuesta mucho llegar, pero tampoco tienen opciones. Cuando llegan a Rosario van a cartonear, o trabajan en la construcción. Van solamente a la primaria, porque muy pocos siguen la secundaria, y a partir de los 18 hay un problema de alcoholismo y de drogadicción que es incontenible. Por eso el laburo con los pibes me parece fundamental, con la posibilidad de que se sientan parte de un todo --analizó Tinivella--. Cuando hicimos la muestra en Cultura, el Museo de la Memoria nos dio dos colectivos, y ellos fueron a la Secretaría de Cultura a ver sus fotos. Cuando los fui a buscar estaban todos bañados y cambiados esperándome en la puerta de sus casas para ir a la inauguración de la muestra. Ese ser parte me parece fundamental, y ahí apunta la idea, ver si podemos conseguir que la cosa sea más equilibrada, que los pibes puedan participar de actividades, que podamos ir a una muestra al Parque España y no nos miren mal".

Con esos mismos parámetros, el proyecto comenzó a exceder los límites del barrio Los Pumitas, y nuevos pasos empiezan a planificarse para el transcurso de este año. "Lo maravilloso de todo esto es que a los dos meses de empezar le conté el proyecto a Rubén Chababo, y me propuso hacer una edición de postales. Elegimos nueve fotos de esas cincuenta y sacamos nueve mil postales, que se van a poner a la venta", precisó Tinivella, y agregó: "Lo que estamos tratando de hacer ahora es empezar a generar vínculos. En marzo la muestra sale para el Concejo Deliberante, en abril se va a exponer en Humanidades y teóricamente a mitad de año nos vamos para Buenos Aires. Incluso apareció gente interesada de Noruega, de Perú.

Además ahora estamos laburando en Los Pumitas, pero se puede trabajar en otros lugares. Me parece buenísimo que se genere un espacio donde la imagen sea la excusa para conectarnos, para conocernos".

Con el posible crecimiento del proyecto se avanzaría además en el objetivo de quebrar con la ignorancia imperante en torno al pueblo qom, tendiendo puentes hacia su cultura, lo que permitiría erradicar costumbres discriminatorias. "Lo que escuchás es que te dicen `cómo vas a trabajar al barrio, son todos borrachos, delincuentes', es una mirada muy retrógrada. Entonces a veces lo que falta es potenciar capacidades, porque estos chicos no tienen a mano una cámara de foto, pero cómo podés pensar que un pibe no puede hacerlo. Lo que pasa es que les ponen muchas trabas, la cana los para tres veces por día cuando caminan por la calle, van a la escuela y no tienen para comprar biromes, no pueden ni soñar con ir a la Facultad porque no tienen guita para hacerlo, tienen trabajos en los que le pagan dos mangos por ser tobas", concluyó Tinivella.

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El rostro lo dice, y como si hiciera falta, levanta los pulgares: está todo bien.
 
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