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Domingo, 11 de marzo de 2007

CULTURA / ESPECTáCULOS

Cuando todo es una representación falsa y estalla la cocina teatral

Así es "Fingido" la obra en la que el director y dramaturgo Leonel Giacometto da una vuelta de tuerca al límite entre lo real y lo ilusorio. Tras bambalinas aparece las miserias del mundillo teatral.

 Por Julio Cejas

¿Cuánto ha escrito el teatro sobre si mismo?. ¿Cuánto ha reflexionado acerca de sus formas y sus lenguajes? ¿Cuánto se habló de lo "fingido" y de lo real en el universo de la representación?. A partir del quiebre mismo de la ilusión generada por el realismo que pretendía reflejar la realidad con una herramienta tan poco "realista" como lo es la maquinaria teatral que a su vez era la única que podía dar cuenta de los esfumados límites entre lo real y lo imaginario. El dramaturgo Leonel Giacometto le da una vuelta de tuerca al asunto y proyectándose más allá de su rol de autor dramático asume en "Fingido" una nueva faceta como director de sus propia estrategia teatral.

La obra estrenada a principios de este mes en el Centro Cultural La Peripecia de Mendoza 1066, se convierte en un atractivo especial tanto para un público no entrenado como para aquellos que reconocen en este trabajo una especie de homenaje a ese circuito tan especial que es el teatro independiente.

Esa es una cualidad poco frecuente en la mayoría de las propuestas de experimentación que se regodean en un muestrario de ambiciosas investigaciones donde muchas veces los verdaderos destinatarios son los mismos realizadores y un sector acotado de alumnos de teatro y entendidos en la materia.

En este sentido también puede decirse que para los que siguen de cerca el recorrido de un autor como Giacometto con una escritura que siempre privilegió materiales donde el texto tenía un valor poco frecuente para los tiempos que corren; se encontrarán con un trabajo focalizado fundamentalmente en la dramaturgia de la dirección.

Hay un disparador muy potente y el autor﷓director lo sabe, ese fragmento final de la obra "Cuarteto" del notable Heiner Müller, es un jugoso manjar que por momentos los actores parecieran degustar ávidamente pero triturándolo impidiendo una más placentera digestión.

Dos actores, uno proveniente del teatro independiente: Ana Bares y el otro Javier Bohler; típico galancito televisivo, entrenado en las colas de los castings, comparten una de las típicas obras de las pequeñas salas teatrales porteñas.

Nancy Barbero y Alexis Muiños, dos actores del teatro local (siempre independiente) simulan esa escena final de "Cuarteto" un desgarrante epílogo para una relación que espeja la imposibilidad del amor para dos seres desangelados.

Aplauso del público ante el saludo de los actores, pausa y reencuentro en camarines donde se desnudan para asumir los ropajes verdaderos de otros seres desangelados: los actores después de la función.

De la misma manera que Merteuil y Valmont, la pareja de Müller en la obra, se recriminan faltas y miserias. Ana Bares y Javier Bohler desplegarán un muestrario de mezquindades donde cada cual sacará a relucir sus ideas acerca de la profesión, estallando en una feroz competencia.

La rivalidad entre actores de teatro y actores de televisión, la crítica feroz al comportamiento del otro en escena, "el quiebre de la cuarta pared" que le reclama Ana a Javier, hasta el inevitable cruce con lo ideológico y el peso de un pasado político que se filtra en la escena de una generación que pareciera desandar los rastros de la memoria.

Javier está por estrenar una "Comedia musical sobre los 30.000 desaparecidos", Ana estalla tratando de encontrar algún sentido a la supuesta frívola coreografía de su partenaire.

Sobreviene una de las escenas más terribles de "Fingido" y uno de los momentos mejores resueltos por los actores y la dirección: Ana amordaza y tortura a Javier, en una escena que bien podría parecerse a uno de los típicos ejercicios de improvisación de los talleres de teatro.

Dentro del contexto de la obra de Giacometto, este episodio asume múltiples significaciones, algo del eco de la poética del dramaturgo y director porteño Luis Cano, que ya adelantara Matías Martínez en "Los visitantes de pescados". El eco de la imposibilidad por parte del teatro de dar cuenta de algunos asuntos como el tema de los desaparecidos, lo real amordazando al artificio.

De estos ecos se hace cargo el propio director, apareciendo en escena rompiendo el simulacro, instalando el juego de guiños con el público teatrero a partir de un enunciado que tiene que ver con nombres de personajes reales del teatro rosarino.

Estalla la cocina teatral y las bambalinas se decolaran con los colores menos vistosos de un mundillo que el público no conoce pero que festeja adivinando una intención que sobrevuela el sarcasmo.

Inquietante desafío el de Nancy Nancy Barbero y Alexis Muiños desplegando una energía que por momentos desborda y contagia al espectador tanto en el manejo del humor como en los registros más dramáticos. Giacometto transita con esta obra por una nueva y enriquecedora etapa de su trabajo que demuestra el grado de conocimiento que tiene no sólo de su oficio sino también del medio en el que se maneja.

"Fingido", obtuvo un justo premio otorgado por la Secretaria de Cultura Municipal a uno de los Proyectos de Coproducciones del Area Teatro 2006 y podrá verse los viernes y sábados de marzo y abril a las 22, en el Centro Cultural La Peripecia.

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Nancy Barbero y Alexis Muiños, son los dos actores que interpretan a otros dos actores. "Fingido", obtuvo el premio municipal a los Proyectos de Coproducciones del Area Teatro 2006.
 
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