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Jueves, 1 de julio de 2010

CORREO

Las Delicias

Es necesario hablar y resaltar el estado de las calles de Rosario. Salvo la parte céntrica, el intendente rosarino se ha olvidado, desde hace ya años (va por los 6 años y medio de mandato)) de los barrios. Es lamentable el estado del pavimento, que pone en peligro a los conductores y por añadidura a los peatones, ya que por sortear un pozo sí pozo, no bache pueden ocasionar un accidente ante una brusca maniobra. Realmente, como "socialista" debería centrar su gestión en aquellos que más necesitan, y no en propaganda marketinera anunciando obras para el 2014 y endeudando a una próxima gestión, cualquiera sea el signo político. En mi caso personal, vivo en el barrio Las Delicias parece una humorada hubo 4 aumentos de la Tasa General Municipal y desde hace 8 años no se ha hecho nada, pero nada, salvo dos veces por año cortar los yuyos de las zanjas. Por último no es una zona perdida, está a 14 cuadras del casino, pero "no se ve".

Miguel Angel Aguilar


Sobre la familia

Recientemente, algunos medios informaron sobre una discusión familiar, ocurrida en Santa Fe, que finalizó con una agresión física de padres contra un hijo de 10 años, el cual debió ser hospitalizado por presentar serias lesiones. Al tomar conocimiento de este hecho, inadmisible por cierto, puede advertirse el estado de desequilibrio mental que padecen algunos sujetos a causa de problemas personales, quizás irresolutos, que derivan en reacciones violentas, muchas veces con desenlaces lamentables. El caso mencionado ha conmocionado aun más por tratarse de un menor, que merece afecto y no castigo, pero además porque se dio en el ámbito familiar, donde debería primar el repeto mutuo, la cordura, una relación armoniosa entre sus integrantes. Antaño, la familia constituía la célula básica de la sociedad. Los vínculos entre madre, padre e hijos se mantenían sin rupturas, las discusiones o disparidad de opiniones no se transformaban en golpes, existía organización porque todos desayunaban, almorzaban y cenaban al mismo horario, las separaciones de los progenitores no eran a gran escala, más bien sucedían esporádicamente. Los cambios, en las últimas décadas, han sido significativos. Muchos adultos modificaron su conducta, en algunos casos para peor. Inexorablemente diversos jóvenes adoptaron la cultura de la prepotencia, la soberbia, la omnipotencia, la rebeldía. Parece que nadie les explica que los buenos consejos, las buenas enseñanzas empiezan en casa y luego se completan en las instituciones educativas de distintos niveles.

Marcelo Malvestitti

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