rosario

Jueves, 2 de septiembre de 2010

CORREO

Límites

En esta sociedad moderna donde reina el "todo vale", que desde la pantalla del televisor nos impone modelos permisivos, en la que fumar (tabaco) es perjudicial para la salud (pero la marihuana es una droga "social" y fumarla es "natural"), pero tomando cerveza conquistamos el mundo. Cuando la realidad de las estadísticas nos habla de los accidentes de tránsito con víctimas, en su mayoría producidos por conductores alcoholizados. En ese contexto nos manejamos los padres de este siglo. Y así somos acusados de "enfermos" y otros términos más fuertes, cuando ponemos límites, controlamos, aconsejamos. Nadie nos da una mano, la escuela dejó de ser el segundo hogar para nuestros hijos (es un "viva la pepa", no hay contención ni enseñanza); los clubes, o desaparecieron o son simple espacio para juntarse a cualquier hora a tomar bebidas alcohólicas; el Estado es cómplice, no controla, ni castiga, ni a bares, boliches, pubs y discos, y hasta cibers, que venden y dejan consumir a los menores de 18 años. Quizás para sumar votos, quizás porque son partícipes del negocio.

Sobrepasados de tanta información y "modelos" permisivos tampoco encontramos ayuda en quiénes, por su trascendencia, trayectoria o fama, pudieran transmitir a nuestros jóvenes mensajes sanos, después de haber pasado ellos por situaciones límites y comprometedoras con las drogas, tales los casos de Diego Maradona y Charly García, y tantos otros mediáticos.

Fui joven, fui rebelde, pero teníamos otros valores que heredamos de nuestros padres y abuelos. Había mucha más pobreza y menos tecnología y discriminación, menos rejas en las casas. La escuela era nuestro segundo hogar, la maestra nuestra segunda madre. Hoy los docentes y los padres (si ponemos límites) somos una basura. A nuestros niños, personajes siniestros como Tinelli les robaron y quitaron la infancia. Es patético ver a niñas de 8 y 10 años "actuando" en las escuelas, haciendo el baile del caño o salir a escondidas vestidas como pibas de 15 años o más.

Para mí ser un padre "enfermo" es un honor, casi un orgullo, espero contagiar a todos mis pares y recuperar y darle sentido a palabras tan fuertes como "familia", "amigo" y "amor", hoy usadas, ensuciadas, abusadas y malinterpretadas

Gustavo Lowden

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