rosario

Miércoles, 22 de septiembre de 2010

CORREO

Juventud

Cuando la juventud se motiva a realizar acciones, su fuerza es arrolladora, lo importante es direccionar esas fuerzas para que tengan un sentido constructor, para que generen cambios que mejoren la sociedad en que vivimos. Esta juventud nacida en democracia está lejos de aquella que tuvimos las personas de mi generación. No vivieron golpes de estado, ni guerras civiles o internacionales, y no tienen los resentimientos que aún cargamos las generaciones que les precedemos.

Se los acusa de distraídos, de que estudian poco, de que no se interesan por nada, de que son violentos, vagos, y parásitos de sus padres. No coincido con estos duros calificativos que nos venden los medios y que livianamente sostienen muchos adultos que no saben dialogar con los jóvenes.

Los docentes que convivimos a diario con esta juventud maravillosa debemos establecer el puente entre sus ideas y la sociedad para que sus energías fluyan libremente y se motoricen en el cambio que como país necesitamos detrás de un modelo, de un proyecto a largo plazo, que trascienda los gobiernos y las banderías políticas. El cambio, el modelo, el proyecto de un gran país, debe gestarse en esta juventud y nosotros los docentes tenemos mucha responsabilidad en ello. Es una juventud que cuando se la incentiva es solidaria, afectuosa, alegre y divertida pero sin dejar de lado sus preocupaciones por la seguridad, por el trabajo, por el bienestar de sus padres y de sus pares.

Una juventud que se interesa por nuestro reciente pasado de desencuentros y que apuesta a que no vuelvan a ocurrir esos terribles hechos que generaron heridas que aún no cierran. Una juventud que cada día en mi casa desde mis hijos o en la escuela desde mis alumnos me alegra la vida y me enorgullece de ser padre y de ser docente.

Felicitaciones en el corolario de la semana de la juventud. A no aflojar chicos, a estudiar, a seguir creciendo en democracia, a participar, a trabajar, a transformar el país, a escapar de las adicciones, a formar buenas familias, a ser tolerantes con la diversidad sin discriminar, a respetar a los padres y a los adultos, a ser buenos ciudadanos, ¡ustedes pueden!, estoy absolutamente convencido de ello.

Arístides Ricardo Alvarez

Director ISPI Zona Oeste

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