Despedida

Llegó la despedida. Luego de 18 años de dictar clases en forma ininterrumpida en el Instituto Juan Pablo II de la ciudad de Roldán, el personal docente y no docente de esa querida institución nos hizo la despedida a mi y a la secretaria Ana María Oliván, quien también fuera docente y directora del nivel inicial y primario. En lo personal, he vivido momentos inolvidables en el querido Juan Pablo, que pertenece al complejo parroquial que supo dirigir el querido padre Oldani quien nos dejó corporalmente pero no espiritualmente, pues su obra solidaria aún perdura en el corazón de todos quienes tuvimos la suerte de conocerlo. Me costaba mucho aquellas noches partir desde Rosario a Roldán para el dictado de clases luego de una larga jornada en mis actividades docentes y profesionales, pero al llegar al instituto y encontrar la calidez de su personal y de sus alumnos, muchos de los cuales dejaban su familia para estudiar y cursar, rápidamente reponía fuerzas y disfrutaba de aquellas veladas admirando el ejemplo de mis alumnos de su tenacidad, de su fortaleza, y de su voluntad inquebrantable para en el estudio, encontrar nuevos horizontes en sus perspectivas laborales y personales. Sin dudas a pesar del frío, del calor, de la lluvia, del cansancio, disfruté intensamente de enseñar, de motivar, de incentivar, en esencia disfruté del rol de docente que he abrazado con pasión y compromiso como todos los que tenemos la bendita suerte de ejercer esta hermosa profesión, a pesar de los magros sueldos, a pesar del bajo presupuesto, a pesar de los prejuicios que sufrimos de quienes denigran nuestra labor. Hoy he cerrado un ciclo en el Instituto Juan Pablo II de Roldán para tomar nuevos desafíos en la docencia, pero llevo en mi corazón una gran recuerdo y un eterno agradecimiento a todos los compañeros y alumnos que compartieron conmigo tantas horas de docencia en esa querida escuela.

Arístides Ricardo Alvarez