Giap

La muerte en Vietnam a los ciento dos años del general comunista Giap no puede sino llevarnos a evocar la partida forzada en 1975 de las tropas de ocupación norteamericana desde Saigon. En efecto, Giap podía jactarse de ser el único general de la tierra que había logrado poner en fuga y derrotar junto al pueblo vietnamita a la principal potencia económica y militar del mundo, Estados Unidos de Norteamérica.

Emmanuel Wallerstein, sociólogo norteamericano, señaló en una conferencia pronunciada en la Universidad Nacional de Rosario que luego de este acontecimiento histórico, la potencia imperial del Norte comenzó su irreversible declive. Puede sorprender esta afirmación tan contundente, pero la mencionamos porque quien la formula es un atento y lúcido analista de los avatares de lo que el llama en sus libros el sistema﷓mundo, o al decir de Félix Guattari el Capitalismo Mundial Integrado.

Luego de la derrota en Vietnam, que se produjo no sólo en el territorio asiático, sino también al interior de EEUU, con marchas multitudinarias de rechazo a la guerra y deserciones masivas durante las décadas del 60 y el 70, en el pasado siglo XX, nunca más esta potencia imperial emblema del capitalismo volvió a ser la que fue desde la segunda post guerra mundial hasta mediados de los años setenta. Si bien ha continuado propiciando desde entonces guerras, bombardeos y matanzas en Latinoamérica, en Asia, Africa y hasta en la región de Los Balcanes.

Estados Unidos de Norteamérica muestra sus lacras, alto nivel de violencia social por el armamentismo generalizado en su población, más de cuarenta millones de desempleados, ochocientos mil licenciados sin goce de sueldo por la disputa entre los republicanos y los demócratas en el Congreso. Situaciones dilemáticas en Irak, Afganistán y Siria, disputas en sordina en Africa con China, potencia que cuestiona su hegemonía global y es su principal acreedor.

Wallerstein explicaba en su disertación que el declive será gradual, pero imparable. Los gigantes cuando son homicidas caen matando y esto no debemos olvidarlo, tampoco que la resistencia solidaria de los pueblos puede doblegar a poderes que parecen invencibles.

Carlos A. Solero