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Lunes, 30 de mayo de 2011

OPINIóN › SIETE DíAS EN LA CIUDAD

Los "indignados" del 22 M

Muchos "indignados" han quedado después de las elecciones primarias del domingo pasado. Algunos que hicieron una gran elección pero igual no llegaron, se preguntan ahora dónde irán a parar sus votos en las elecciones generales del 24 de julio. Los que quieren nacionalizar los comicios y los que quieren provincializarlos. La presidenta en el palco del 20 de Junio.

 Por Leo Ricciardino

Los indignados del 15 M español van a las plazas a acampar, pero ¿adónde irán los "indignados" del 22 M santafesino? Aquellos que hicieron una buena y hasta muy buena elección primaria pero no lograron pasar a la segunda instancia del 24 de julio plantean un interrogante. No tanto ellos, pero sí sus votantes. La primera incógnita pasa por saber si Antonio Bonfatti logrará retener la totalidad de los votos del Frente Progresista que fueron 28 mil menos que los del peronismo nucleado en el Frente Santa Fe para Todos. Si es Agustín Rossi el que logra retener todos esos votos, está claro que él será el próximo gobernador santafesino. Como se ve, una pequeña fuga deja a ambos candidatos en una paridad de voto a voto.

Por eso la campaña ya empezó y tiene el condimento especial de trazar un escenario absolutamente distinto a partir de un hecho central de cara a los comicios de julio: Dentro de 16 días se conocerán las fórmulas presidenciales para las primarias nacionales de agosto y las generales de octubre. Es decir que cuando la presidenta Cristina Fernández venga a Rosario para el 20 de Junio en el Día de la Bandera, ya se va a saber si es candidata a la reelección y también se conocerá si Hermes Binner encabeza o no alguna fórmula presidencial o alguna lista de candidatos a diputados nacionales.

Rossi está convencido de que Binner no hará tal cosa, que por el contrario buscará provincializar la elección de julio. Si no, se leerá en Santa Fe que la pelea no sólo es Rossi Bonfatti, sino Cristina Hermes; y eso al socialista no le conviene. El diputado nacional del Frente para la Victoria completa además su análisis de la siguiente manera: Los que votaron por él, por Omar Perotti, por Rafael Bielsa y por Juan Carlos Mercier tienen dos cosas en común. Primero, todos votaron por un candidato peronista, segundo votaron por un cambio en la provincia. Ergo, el único peronista que queda en pie es Rossi y por ende también él mismo encarna el cambio.

Del otro lado, del lado del socialismo, analizan que todo el universo de voto peronista en Santa Fe no es kirchnerista. Que más de la mitad de los 203.387 sufragios que fueron a Perotti, pertenecen a un núcleo reutemista sojero que difícilmente vayan a parar a la candidatura de Rossi. Una parte podría migrar tras Miguel Del Sel, aunque nunca irían a parar a las filas del Frente Progresista. Para el socialismo, el voto frentista tiene una menor volatilidad. Por ejemplo, los más de 200 mil votos al radical Mario Barletta, ¿adónde irían sino tras de la candidatura de Bonfatti por más enojo que exista con el socialismo por el fracaso de las negociaciones a nivel nacional con Ricardo Alfonsín? El mismo Barletta declaró que a sus votos no los tiene "en una valija" y los lleva "para todos lados". Aunque también reconoció que si Binner era candidato a presidente o a diputado nacional sin el radicalismo, "yo no lo voto". Casi la misma pregunta se puede formular frente a los 152 mil votos de Rubén Giustiniani. Por más dura que haya sido la interna socialista y por más contundente que haya sido la derrota del senador nacional, ¿a dónde iría ese cúmulo de sufragios sino a la candidatura única ahora del Frente Progresista?

Siguiendo con las matemáticas, no hay que perder de vista que la categoría de gobernador en las primarias del 22 de mayo tuvo entre blancos y anulados 170.284 votos. Es legítimo preguntarse si ante una polarización de candidatos en las generales de julio y con el sistema de boleta única ya ensayado, esa cantidad no se reduciría drásticamente. Es un número suficiente como para triunfar o caer derrotado en una elección provincial. Muchos analistas suponen que en esta cantidad hay votantes que no quieren involucrarse en una elección primaria pero que después deciden su voto en la general. Obviamente, una porción pertenece a aquellos ciudadanos que expresan así su repudio a la clase política y que creen que una elección no cambiará demasiado las cosas.

Como sea es otra elección la que se avecina, con los antecedentes de mayo pero con hechos internos y externos a la vida de los partidos y de los candidatos que pueden hacer variar dramáticamente los cálculos. En ese sentido, está claro que cuando Binner nacionalizó la elección primaria lo hizo en un mensaje claro hacia el interior del socialismo y del Frente Progresista en la provincia. Supeditó en aquella oportunidad sus chances nacionales a un triunfo de Bonfatti. Ahora que ese triunfo se produjo, las cosas son distintas, ya nadie que quiera a Binner candidato a presidente necesita un nuevo triunfo de Bonfatti en la provincia. Y es más, el gobernador socialista sabe y supone que gran parte de los votantes de Bonfatti en julio pueden llegar a sufragar por Cristina en agosto y octubre.

Ese vínculo es el que tratará de dinamitar Rossi. El diputado del Frente para la Victoria nacionalizará esta segunda instancia electoral santafesina como lo hizo en la primera. Para eso necesita que no haya confusiones y que todo el que ya tenga decidido votar por Cristina en agosto y octubre, lo haga por él en los comicios provinciales de julio.

Sin contacto

"Fría, muy fría". Así calificó el concejal Jorge Boasso a su relación con la candidata a intendente del Frente para la Victoria Mónica Fein. "No hemos hablado después de las elecciones, pero ella no se dirigió a mi persona en buenos términos. Yo en cambio, nunca la agravié personalmente", dijo Boasso en una de sus escasísimas apariciones públicas luego de los resultados del domingo pasado. Boasso comprende que hizo una gran elección con más 112 mil sufragios y el 43 por ciento de los votos. Pero sabe también que tenía un único objetivo en mente que era convertirse en el candidato a intendente del Frente Progresista en Rosario. Pero el cetro fue para Fein y su mentor Miguel Lifschitz, que personalmente perforó el 80 por ciento de los sufragios con su candidatura a senador provincial. Sacó apenas 15 mil votos menos que Bonfatti a gobernador, lo cual es todo un mensaje en sí hacia el interior del PS.

Pero para Boasso es casi la misma situación que para Barletta a nivel provincial. ¿Algún voto de Boasso puede ir a Héctor Cavallero? Casi nadie piensa eso. Por el contrario, por más "indignado" que se encuentre el radical sus sufragios difícilmente escapen de ser fidelizados por la candidata frentista Fein, por lo menos en su mayor parte.

Tanto Barletta como Boasso reclaman por la cantidad de votos que sacaron, pero en rigor es poco lo que pueden pedir desde el punto de vista electoral. Distinto es el enfoque político a futuro. Hasta ahora el Frente Progresista santafesino se ha manejado con una hegemonía socialista que ofrecía algunos espacios para radicales electoralmente depreciados y de esa manera fueron muy pocas las discusiones internas de la coalición. Pero será muy distinto con un radicalismo electoralmente apreciado, que encontró dirigentes donde canalizar su resurgimiento. Allí empezarán las tensiones más allá de cómo terminen los acuerdos a nivel nacional entre socialistas y radicales. Ya antes de los comicios de mayo, la UCR santafesina le venía pidiendo al PS la organización partidaria del Frente Progresista. Le venía reclamando poder dentro del nucleamiento en el que todo se decide entre pocos hombres de la misma fuerza. Tan es así que la disputa interna más virulenta no se dio entre partidos, sino entre hombres propios del PS como Bonfatti y Giustiniani.

En la interna local del peronismo Héctor Cavallero no sólo ratificó que el PJ local lo sigue necesitando como al agua, sino que perforó su techo entre sectores medios de la ciudad que lo habían condenado por sus alianzas con peronistas desde los años '90. El Tigre recuperó terrenos en Rosario y con una campaña basada en su profundo conocimiento del territorio volvió a poner su nombre en la primera fila de la grilla electoral. Detrás quedó Diego Giuliano que había sido la sorpresa de los comicios de 2009, pero que ahora sabe que no todas las elecciones son iguales y que tiene una ardua tarea por delante. Es un candidato demasiado recortado ideológicamente en una ciudad que ha mostrado perfiles progresistas en los últimos años.

Los 300 mil votos para María Eugenia Bielsa demuestran claramente que ella es la candidata que el peronismo busca en Rosario desde hace años. Claro que la presencia de su hermano Rafael en el terreno y los escasos acuerdos de la concejala dentro del peronismo provincial la colocaron en un lugar desde el que ahora debe demostrar que es capaz de construir.

Los afiches de la interna recién se despegaron en la provincia pero ya viene el otro turno y llegará mezclado inexorablemente de los aires de las más bravas disputas nacionales.

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