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Lunes, 24 de noviembre de 2008

CIUDAD › EL CONCEJO DISTINGUIRá EL JUEVES AL SACERDOTE EDGARDO MONTALDO

Un homenaje muy "justiciero"

El cura popular prefiere subrayar que los logros del barrio Ludueña, donde se instaló hace más de 40 años, son colectivos, y por eso se negó a que la escuela secundaria lleve su nombre. Reclama políticas reales para la niñez.

 Por Evelyn Arach

Edgardo Montaldo llegó hace cuatro décadas a Barrio Ludueña, con 38 años y la firme decisión de ayudar a la gente. "Desde los 22 años hasta los 37 di clases en colegios salesianos. Quise mucho a mis alumnos pero en todo ese tiempo no me tocó un solo chico que estuviera en riesgo -le cuenta a Rosario/12-, y yo había tomado los hábitos para imitar a Don Bosco, que ayudaba a los niños en las cárceles y en las villas". De manera que decidió ser fiel a sus principios. "Me mudé a Ludueña acompañado por un grupo de jóvenes. Ni mis superiores ni mis compañeros entendieron, pensaron que yo era un caprichoso", recuerda. Al principio dio misas en un galpón que luego se transformó en parroquia, guardería de niños y comedor. Luchó para que los pibes del barrio tuvieran acceso a la vivienda, al agua potable y a la energía eléctrica. También fundó una escuela. El próximo jueves, el Concejo Municipal lo nombrará Personalidad Distinguida de Rosario en reconocimiento a su trayectoria a favor de los derechos de la infancia. Pero él prefiere decir que será un "homenaje justiciero a Ludueña y su gente". Denuncia que los pibes viven cada vez peor y pide al Estado que se comprometa en serio para cambiarlo.

El padre Edgardo, así lo llaman todos en el barrio, tiene la voz gastada y la lucha intacta. Recibe a Rosario/12 en su casita de Casilda y Puelches, ubicada en la entrada del comedor escolar que él mismo atiende. "Acepté esta distinción sólo porque es una oportunidad de que me escuchen: nuestro pibes están cada día peor. Noviembre ha sido declarado el mes del niño y de la niña, pero ellos no necesitan cortinas de humo sino un compromiso en serio con la infancia. En el barrio hay muchísimos programas no formales de organizaciones que los ayudan, pero no reciben un solo peso del Estado. Cuando escucho hablar de bajar la edad de imputabilidad de los menores para que haya más seguridad me indigno. Es un desastre que habiendo tantas personas abocadas a esta problemática tengamos que buscar la solución condenando a nuestra niñez y no salvándola", se lamenta. Y recuerda que el gobierno provincial invirtió este año 51 millones de pesos en 500 móviles nuevos y 1800 agentes policiales. "Si hubiera algo de dinero para ayudar a los chicos en riesgo no habría tanta inseguridad", afirma.

Haciendo un recuento de sus años de trabajo, el sacerdote los divide en dos épocas. Una de pobreza y la otra de "exclusión genocida". "Vivimos un tiempo de emergencia crónica, hay un negocio intocable con el cuerpo y el alma de nuestro pibes. En el barrio se sigue vendiendo droga, todos sabemos quienes son y los policías que están implicados Hace tres meses murió un chico de sobredosis, pero los medios y las instituciones sólo aparecen cuando hay un hecho sensacionalista", se lamenta. Y explica que la lucha le ha dejado heridas. En marzo de 2007 sufrió un accidente cerebrovascular: "Un mes antes de eso acompañé a una mamá al entierro de su propio hijo, un chico asesinado en un ajuste de cuentas, también fui al velatorio de una nena de 14 años que se suicidó. La ley dice que la niñez debe ser privilegiada, pero eso no es lo que pasa", remata apesadumbrado y explica que este jueves asistirá con alegría a recibir la distinción, pero también "con susto".

Así y todo conserva la convicción de que vale la pena seguir peleando y a los 78 años no baja los brazos. "Con 40 años aquí, soy testigo de que este país es rico en bienes y mucho más rico en personas. Por ejemplo la Orquesta Sinfónica Ludueña es un proyecto que manifiesta con música la riqueza que hay en esa infancia considerada peligrosa, donde surgen asesinos y delincuentes, pero que responde de manera extraordinaria cuando le dan una oportunidad", se emociona. El proyecto social, que incluye a 140 niños que ejecutan violines, violonchelos, clarinetes y flautas, fue el más votado por los vecinos del Distrito noroeste en las últimas elecciones del Presupuesto participativo. Y justamente, esa Orquesta estará el jueves en el Palacio Vasallo para rendir homenaje al sacerdote.

Cuando Montaldo llegó, el asentamiento más pobre del barrio estaba habitado por campesinos expulsados de sus tierras a los que él "no sabía muy bien como ayudar". Hasta que una mañana encontró a tres trabajadoras sociales y les propuso acompañar a las familias a inscribirse en un plan de viviendas lanzado por la provincia. Cuatro décadas después, las viviendas siguen sin construirse. Pero ese fue el comienzo, desde entonces la gente de Ludueña empezó a luchar por sus derechos y a concretar algunos sueños. "Todo lo que logró el barrio surgió desde las bases, ni del gobierno, ni de ninguna institución. Todo lo hizo la gente", cuenta el sacerdote con orgullo y explica que hace poco un grupo de alumnos le propuso que la escuela secundaria lleve su nombre pero él no quiso: "Busquen un nombre que exprese que esto lo hicimos entre todos", pidió.

Mientras avanza la mañana y los vecinos se acercan a saludarlo, Montaldo recuerda con tristeza a Pocho Lepratti. Reclama una psicóloga y una trabajadora social para la escuela primaria número 1027, cargos para los cuales aún no hay presupuesto estatal suficiente. El argumenta: "En estos 40 años siempre ha habido problemas presupuestarios pero la pregunta es en qué invertimos el dinero que tenemos, ¿en condenar a los chicos o en darles una oportunidad?".

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Montaldo se indigna con la propuesta de bajar la edad de imputabilidad y apunta a la droga.
 
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