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Miércoles, 19 de octubre de 2016

CIUDAD › DETALLES DE LA INVESTIGACIóN POR FRAUDES Y LAVADO

Una red ramificada en células con un fin común

"La organización contaba con capacidad suficiente y predispuesta para procesar flujos procedentes del narcotráfico", remarcaron los fiscales Narvaja y Haurigot, ante los once imputados, quienes se declararon "inocentes y honestos".

 Por Lorena Panzerini

Lágrimas, duras acusaciones del fiscal e intentos de desligarse por parte de cada uno de los acusados, fue lo que si vivió durante más de 12 horas ayer en Tribunales, donde la jueza Mónica Lamperti evaluaba, al cierre de esta edición, sobre las prisiones preventivas de once imputados en la causa por la saga de estafas inmobiliarias y lavado de activos. Por la mañana, todos los imputados negaron las acusaciones que hicieron los fiscales Sebastián Narvaja y Valeria Haurigot por los delitos de estafa, defraudación, falsedad, lavado de activos y asociación ilícita; y se declararon "inocentes y honestos". Temprano, a los diez imputados "de guante blanco" del viernes se sumó la acusación contra el gerente del diario La Capital, Pablo Abdala, por los mismos delitos, ya que intervino en uno de los hechos por la compra y venta de un campo en la localidad de Villa Amelia que pertenecía a la familia del ex camarista (fallecido) Ernesto Navarro, cuya primera venta se realizó con un poder apócrifo y luego fue pasando de mano entre los sindicados "para meterlo en el circuito legal", dijo Narvaja. En los descargos hubo quejas contra el trabajo de los fiscales de Delitos Económicos y Complejos y contra la intención de la provincia de presentarse como querellante. Los defensores plantearon que no hay pruebas sobre lavado y asociación ilícita. Para lograr libertades, hubo ofrecimiento de fianzas por dos millones de pesos y propiedades de lujo.

A la sindicada organización delictiva se le imputó "generar acceso de activos con el objetivo de insertarlos al circuito legal; y generar activos de procedencia narcocriminal"; además de la "reproducción reiterada de fraudes". Para Narvaja, "la organización desarrollaba capacidad para fraudes, falsedades y poner los bienes en circulación. Contaban con capacidad suficiente y predispuesta para procesar flujos procedentes del narcotráfico. Forman una red ramificada en células con un fin común: el ánimo de lucro para disfrutar del producto del ilícito". Además, dijo que con el análisis de documentación secuestrada podría haber más implicados.

Al principio de la audiencia, los fiscales imputaron a Abdala. Según la acusación, "Abdala integra la célula de personas con capacidad de fronting (fachada para lavado de activos) y maniobras de mayor sofisticación". Además, le achacaron haber actuado "como comprador en el campo de Villa Amelia, interviniendo en la cadena de operaciones. Tiene trato frecuente, a través de Marcelo Jaef (dueño de la clínica de implantes dentales, quien dijo ser su amigo) con la célula de Leandro "Lelo" Pérez, quien tiene contacto con narcos. Aporta su posición social, capacidad de actividad lícita, contactos y relaciones", resumió Narvaja.

Abdala se despegó y dijo que participó de la compra de una porción del campo, por una deuda que Jaef tenía con él. En tanto, Leandro "Lelo" Pérez se despachó contra los fiscales que lo investigan, y el gobernador Miguel Lifschitz, quien anunció la presentación como querellante en la causa. "La propia gobernación se tira contra nosotros", se quejó.

"Inocentes y honorables"

Roberto Aymo, sindicado organizador de las primeras fases de la ejecución de fraudes, fue el primero en declarar y se limitó a negar la acusación. "Soy inocente, no tengo vinculación con el narcontráfico, no conozco ni por los diarios a Los Monos. Siempre viví de los negocios y los hice como corresponde". El escribano Eduardo Torres --condenado en 2006 por estafa inmobiliaria-- hizo lo mismo: "No formo parte de ninguna asociación ilícita. Hago mi trabajo profesional. Soy un hombre de trabajo y no conozco a ninguna de estas personas". La esposa de Aymo, Ramona Rodríguez, en prisión domiciliaria, dijo que es "inocente".

Lo más jugoso llegó cuando empezó a declarar Jaef. "Sobre la tentativa de compra de un inmueble de calle Presidente Roca, como lo hice toda mi vida cuando adquiero una propiedad voy a mi escribano de confianza de hace años. Ahí me dijo que había descubierto alguna firma que no era la que correspondía. Hicimos la denuncia respectiva y me retiré; quedó truncada esa operación", dijo; aunque la investigación indica que no se retiró por voluntad. Y sobre el campo en Villa Amelia, cuyas transacciones comenzaron a mediados de 2014, agregó: "Dentro de la famosa banda de la que hablan, solo conozco a Abdala, que es un excelente amigo y profesional. Estudiamos juntos, jugamos al fútbol, somos amigos. Yo compré el campo, nunca en mi vida vi al escribano más que en la escritura (por Juan Bautista Aliau), pregunté antecedentes y todo normal. Compré el campo y desconozco todo lo que hay para atrás", dijo sobre la venta que le hizo el sindicalista Maximiliano González De Gaetano, quien le compró a Aymo, ya que éste tenía un falso poder de la familia de Navarro. Cuando se dio cuenta de que "no servía", lo vendieron a Oneto. "Lo conozco socialmente. Leandro Pérez hizo la negociación y el escribano Luis María Kurtzemann (h). Vendí el campo y compré una propiedad, y me meten en una red de lavado de dinero, de narcotráfico, con una célula de los Cantero. Los medios informan barbaridades, nunca lo van a poder demostrar. Jaef tiene las mejores esquinas de la peatonal Córdoba, yo no necesito hacer ningún ilícito", dijo. También señaló que le gustan los autos, y que tiene los papeles de todos.

Por su parte, De Gaetano se quejó: "Niego todos los cargos por el tema del campo: uno compra una cosa, va por los medios legales y después de dos años me imputan lavado con Los Monos. Es una locura. No sé de dónde sacan que uno vive ostentosamente; hace 20 años que vivo ahí (en la lujosa casa de Pueblo Esther) y nunca tuve inconveniente con nadie. Uno busca un escribano que sea responsable, no sé donde puedo estar involucrado".

El escribano Aliau que tramitó dos escrituras dijo que por problemas depresivos estaba a punto de pedir la baja de su matrícula. "En marzo de 2015, Gaetano me cuenta que está comprando un campo, que está por hacer la escritura, comprobé que esté en condiciones y pregunté si el poder se hizo bien. Cuando salió el título me dijo que iba a vender la propiedad y accedí a hacerlo. Ahí se pidieron nuevos informes que salieron sin observación y se hicieron los papeles a nombre de Jaef y Abdala. Esa fue toda mi intervención".

Tareas en el grupo

Abdala también se defendió: "Hace unos años le presté un dinero a Jaef, una persona de bien, honesta. Pasó un tiempo y yo le pedí la devolución y ahí me invitó a participar del negocio de un campo. Yo tenía un porcentaje, por mi plata del préstamo. Me interesó porque trabajo en Grupo América, de medios, soy gerente de Rosario, y tienen diario La Capital que hace cinco o seis años se ocupan de loteos, debemos tener seis o siete con gente especializada. Envié a Tomás Ferguson, gerente comercial, a Villa Amelia para que vea la factibilidad del campo. También mandé a Daniel Bruera que maneja el suplemento de campo, alquiló un caballo y lo recorrió. Mande un dron también. Me dijeron que no estaba cercado, que tenía hectáreas inundables y no se podía hacer un loteo. Ahí dije que no sirve y que mejor venderlo. No participé de ninguna negociación ni de compra ni de venta. Es descabellado yo no estoy en una asociación ilícita soy honesto e inocente", dijo. "Hace cinco días que no duermo. Esto está destruyendo mi vida. Cuando supe de los allanamientos me puse a disposición, llamé a mi casa y a la oficina para decir dónde estaban las llaves de los armarios y la caja fuerte, les di la combinación".

Todo por una chica

Pérez, en tanto, aseguró que su trabajo se remonta a más de 20 años. "Tengo dos empresas, y hago las cosas como corresponde"; y agregó: "Cuando le compramos el campo a De Gaetano, cómo íbamos a saber que había un poder falso". No fue muy astuto al hablar en primera persona: solo Jaef y Abdala aparecen como compradores. "Los escribanos averiguaron todo. Desconocemos que sea un poder falso. Se nos vincula a una red gigante, cuando no sabíamos de un poder fraudulento. La propia gobernación se tira contra nosotros", se quejó. "Y es entendible que estemos presos porque semejante movilización que se hizo con 200 efectivos de tantos grupos buscando qué, ¿cadáveres? ¿armas? Con el desastre que se hizo arrancando la puerta de mi casa, que abrió mi hijo. Semejante ensañamiento con nosotros por un poder, una escritura, por eso estamos presos", sollozó. Y se refirió a su ráfaga mediática con Victoria Xipolitakis. "Fue la peor decisión que tomé porque me destruyó a mí y a mi familia. Nunca tuve relación con ningún narcocriminal. Los Monos están detenidos y les secuestraron más de 80 vehículos, pero ninguno era de la Reina Automotores". Sobre el campo en el que no aparece como comprador, sino como contacto de las partes que lo compraron, dijo "el campo maldito no sirve para nada, lo compramos para poner un loteo". Y le dijo a la jueza: "Por suerte decide usted, su señoría, porque los fiscales se llevan por otra cosa, yo creo que tiene que ver con la Xipo..., con esta vedette. Denunciaron que yo era Al Capone, como si mandara a asesinar a alguien, no a comprar un campito. No se deje influenciar por el gobernador ni por nada, ni por quienes quieren ser fiscales regionales", reprochó.

Un negocio como tantos

En tanto, Oneto dijo que tomó contacto con el campo cuando Pérez estaba interesado en comprar un departamento en Acqualina. "Efectuó la compra y al tiempo me comentó que estaría la posibilidad de cancelar el saldo con un campo de 124 hectáreas. No conozco del tema y me contacté con un corredor matriculado especialista en campos y le pedí que me averigüe en qué condiciones estaba. Después de ir a verlo, me manifestó que el campo es muy malo. Que más del 30 por ciento es inundable. Pero había interesados en posibilidad de establecer un parque industrial. Ahí este corredor me dijo que si no tenía urgencia por venderlo, son tierras que van a valer". El campo fue comprado a Abdala y Jaef, a quienes Oneto dijo que "conocía socialmente" pero que "nunca hizo negocios" con ellos. Fue entonces que contactó a su escribano, Luis María Kurtzemann, "para que tome recaudos necesarios" antes de escriturarlo. "No había inconvenientes y era un negocio como tantos otros de los que hago". Al tiempo, "me comentó Kurtzemann que había sobre ese campo una anotación litigiosa. Me contacté con (su abogado, Héctor) Superti y le manifesté el inconveniente. Pasados varios meses yo necesitaba darle respuesta al que me quería comprar el campo y Superti me dijo que en Fiscalía había una denuncia y que el jueves (de la semana pasada) sería la audiencia; pero el miércoles recibo el allanamiento. Mi hijo de 10 años abrió la puerta y apareció un encapuchado con un fusil", dijo. Sobre Pérez agregó que lo conoce de una mesa de bar. "Hace 19 años que nos reunimos los martes en el bar Pampa (con conocidos). Somos entre 10 y 11. Y hace 6 o 7 años entró Pérez". Oneto aclaró que además de saldarse el departamento de Pérez, entregó "otro departamento de ahí, una oficina del edificio Embajador y en otro edificio; además del dinero que hubo que aportar para gastos".

Kurtzemann, en tanto, dijo que se sorprendió cuando en el Registro de la Propiedad le dijeron que el campo tenía una litigiosidad. "Tomé todos los recaudos previos para escriturar. El 15 de mayo de 2015 presenté el certificado y salió bien la consulta de control. Hable con Aliau (había hecho la escritura anterior) y le pregunté si sabía algo, y ahí me dijo que hacía unos días le habían secuestrado el protocolo y le pregunté por qué no me avisó. Ahí pensé que el problema estaba con el poder de Torres (el primero). La denuncia fue el 13 de mayo de 2015 en Fiscalía. A los dos días presenté certificado. Me hubiera encantado que se presentaran en mi escribanía y me preguntaran. No estaría acá sentado", dijo.

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La jueza Mónica Lamperti (con carpetas en las manos) sale de su juzgado.
Imagen: Alberto Gentilcore
 
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