Desde Santa Fe

Cuando Hermes Binner abrió el debate sobre el impacto del lock out agropecuario en la provincia, un militante de derechos humanos se anotó en la lista de oradores. "¿A quién representa?", le preguntaron. "A Familiares de Desaparecidos", contestó Marcelo Villar. "La reunión es para hablar del campo", le dijo uno de los funcionarios de la Casa Gris y le sacó el micrófono de las manos. A pesar de la bronca, Villar habló igual, denunció la censura y Binner alcanzó a escuchar algo de lo que decía: "Somos todos argentinos. Pero los intereses existen. Existen los empresarios del campo que son estos señores que están acá. Y existen los pobres del campo. Existen los niños que trabajan de banderilleros para los aviones que rocían veneno en los campos de soja. Y existen los pooles de siembra que tienen una rentabilidad del 30 por ciento en dólares gracias a este negocio de la soja. No todos somos iguales".

Villar salió del salón Blanco y en la puerta lo rodearon algunos periodistas. "¿Y a vos quién te paga?", lo provocó un gordo con una cámara de fotos que le colgaba del cuello.

-Yo soy empleado público -le contestó.

-Ah, bueno... te olvidaste el pañuelo blanco...

-No, porque al pañuelo lo usan las Madres. Y vos te olvidaste la picana -retrucó Marcelo.

Villar se fue y el gordo siguió por los pasillos oficiales.