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Viernes, 1 de julio de 2016

TEATRO

SE DICE DE MÍ

Boliche, gimnasio, confesionario, sótano son los mil y un espacios que PUTO, la obra de Ezequiel Barrios, reconfigura una y otra vez para gritar lo que se le da la gana.

 Por Alejandro Dramis

Con los pasos y trazos de un bailarín clásico en pelotas, enfundado en un improvisado tutú blanco que acompaña su pas de bourré al desnudo, Ezequiel irrumpe en un escenario oscuro que de a poco comienza a aclararse para mostrarse y salir, hacerse real. Un triángulo rosa que oficia de espejo, de portal o de ventana, flota a un costado, percheros plagados de ropas apretadas que se irán pegoteando con el sudor a su cuerpo en el transcurrir de la trama, turbantes de materiales residuales, capuchas, vestidos y músicas bolicheras proporcionan el ambiente ideal para PUTO, una escena confesional sin cortes, un cuadrilátero catártico o puntapié de batalla a cuerpo, alma y grito de orgullo y liberación que se presenta minuto a minuto en una obra que se vuelve léxico en estado puro, significado y dicción: puto, marica, mariposa, gay, trolo, maraca, comilón y una larga lista de etcéteras completada por los infinitos sinónimos que rodean a la palabra mágica que bautiza el unipersonal.

Anécdotas y fotos de la infancia, de la adolescencia y de la adultez ilustran los movimientos incansables de su protagonista, sus bailes, saltos y pruebas de destreza corporal, al optar por el público como su íntimo confidente y recorrer con él los hitos por los que atravesó su experiencia personal y sexual a lo largo de su vida, en tono de ironía, absurdo y humor negro, acompañados también por las confesiones y los deseos violentos de querer ser heterosexual ante el bullying y la discriminación sufrida en el pasado, y contraponiendo el orgullo de levantar la bandera y el grito más auténtico de lo que unx desea ser a contramano de todo y de todxs.

En clima de performance de danza-teatro que toma prestado sus pasos y movimientos de las danzas clásicas, del pop y hasta de los aerobics más sensuales y absurdos, el unipersonal dirigido e interpretado por Ezequiel Barrios no le da respiro a su trabajadísimo e incansable cuerpo que, junto a la humedad y las voces que se suman unas a otras como capas, no dejan de largarlo todo a través de una catártica tormenta, exteriorizada de la manera más cruda para volver a comérsela toda una vez ya cocinada. Extraña, queer, desbordada, irónica y divertida, PUTO se propone, desde el minuto uno de sus mariconeadas, presentarle cara a cara a lxs espectadorxs y, por decantación, al mundo entero, esa putez que viene rugiendo desde las entrañas y que se hace presente en cada gesto y en cada movimiento, en uno y mil gritos que hacen eco y derrumban las paredes que obstaculizan los deseos: ¡PUTO!

Viernes a las 23 en Teatro el Excéntrico de la 18, Lerma 420

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