El Carnaval de Gualeguaychú nació igual que sus similares misioneros y correntinos: bajando desde Brasil. Se desfilaba por la calle 25 de Mayo, donde se improvisaban “plateas familiares” en las puertas de las casas. Una de las comparsas más célebres solía alcanzar los 500 metros de largo y estaba compuesta por soldados romanos montados en caballos blancos. Más tarde aparecieron las murgas y las mascaradas, y a mediados de los ’70 llegó la declinación. En 1978, el dueño de un supermercado le dio nuevo impulso al Carnaval, financiando una comparsa llamada Acorad con fines publicitarios. Como forma de sostener la celebración, se propuso entonces cobrar una entrada a beneficio de las comparsas, con la condición de que representaran a instituciones sin fines de lucro (hoy cada comparsa surge de un club social). El gran estallido carnavalero se produjo en 1981, cuando comenzó a prefigurarse hasta alcanzar su forma actual. Con los años el espacio de la calle fue colmado por la masividad y en 1997 se inauguró un corsódromo que es el segundo en tamaño de Sudamérica, con capacidad para 40.000 personas y 500 metros de largo.