18:06 › DEUDA, RIESGOS EXTERNOS Y PÉRDIDA DE HERRAMIENTAS DE DEFENSA

Vulnerabilidad a la vista

Por Raúl Dellatorre

“Los datos económicos publicados hasta la fecha no son consistentes con la hipótesis que supone que la recesión ya ha quedado atrás”, advierte el informe del mes de octubre de FIDE, el centro de investigaciones económicas que conduce Mercedes Marcó del Pont. Pero, además, la estrategia oficial asentada en el endeudamiento en dólares para financiar los crecientes desequilibrios fiscal y comercial y mantener a la vez “relativamente planchado el tipo de cambio”, supone otros riesgos adicionales. La posibilidad de mantener esta lógica de financiamiento externo “dependerá en gran medida de lo que ocurra con los movimientos de liquidez a nivel global”, con alto riesgo de inestabilidad. En un contexto de fuerte apertura comercial y financiera, “la economía argentina se encuentra más indefensa de lo que estaba en años anteriores para lidiar con los riesgos y tensiones que sobrevuelan el escenario internacional”, señala el informe de FIDE. La inestable situación financiera internacional, y la persistente y creciente fuga de divisas que se viene observando desde principios de año, eleva los grados de exposición de la política monetaria y cambiaria del Banco Central y amplifica su vulnerabilidad externa. “Es jugar con fuego”, define el informe a la política de la actual autoridad monetaria.

Unos diez días atrás, al disertar en las Jornadas Monetarias y Bancarias del Banco Central, el economista ortodoxo Guillermo Calvo (Universidad de Columbia, Estados Unidos) advirtió que Argentina y los países de la región “deben estar preparados para recibir un shock externo”, ya que Estados Unidos y Europa todavía están lidiando con una crisis “de la que no han logrado salir”. La crítica situación del principal banco europeo, Deutsche Bank, en la última semana volvió a poner en evidencia esa situación de inestabilidad. El informe de la fundación que pilotea Marcó del Pont pareciera dar una primera respuesta: la actual política económica no está tomando en cuenta ese peligro. Al contrario, su estrategia ha sido la de abandonar los mecanismos de defensa y apuesta todo a provocar un shock de confianza entre los inversores que está lejos de verificarse en la práctica.

Diversas manifestaciones de miembros del gobierno intentan imprimir optimismo señalando el surgimiento de “brotes verdes”, señales de recuperación económica que indicarían una reversión de la tendencia y el inicio de una nueva fase. Sin embargo, las mismas estadísticas oficiales conocidas recientemente dan cuenta de una caída anual de la actividad económica del 5,9 por ciento (a julio), aumento del desempleo al 9,3 por ciento (segundo trimestre), y un descenso anual de la producción industrial (5,7 por ciento) y de la construcción (3,7 por ciento) en agosto. “En este contexto, la proyección oficial de crecimiento del 3,5 por ciento para el año que viene continúa en el terreno de las esperanzas”, afirma el documento de referencia.

La reactivación de la obra pública, aun reconociendo su impacto dinámico, “resulta insuficiente si no se recuperan los otros componentes de la demanda agregada”, principalmente el consumo privado. La inversión privada, “el componente de la demanda agregada con mayor caída en 2016”, no se ha revelado con el protagonsimo que se esperaba desde las filas oficiales. Tampoco puede se puede esperar que las exportaciones jueguen un rol de liderazgo en esta estrategia, dada la situación económica internacional.

“Las hipótesis acerca del comportamiento de la inversión (liderando el crecimiento del producto bruto en 2017, según las proyecciones del Presupuesto Nacional) resultan a priori inconsistentes con un escenario de desaceleración económica como el que persiste en la presente etapa”, opina el documento de FIDE. “Si no aparecen señales firmes que indiquen el ingreso en una fase sostenida de recomposición de la demanda efectiva, difícilmente resurja la inversión”, agrega.

Pero, además, está el problema de la creciente vulnerabilidad en el frente externo y los riesgos latentes. “Los datos del balance cambiario del mes de agosto describen un empeoramiento de las condiciones: en ocho meses, el déficit de la cuenta corriente ascendió a poco más de diez mil millones de dólares”, apunta FIDE. Fundamentalmente, por el pago de intereses de la deuda (8602 millones de dólares) y utilidades y dividendos al exterior (1916 millones), ya que la balanza comercial de mercancías (saldo positivo) prácticamente se compensó con la de servicios (saldo negativo). Ese desequilibrio se cubrió con el fuerte crecimiento de la deuda externa, que sin embargo no alcanzó para cubrir también la fuga de divisas. A partir de agosto, la diferencia debió ser cubierta con pérdida de reservas del Banco Central.

“El Banco Central debería tomar nota del aumento en la vulnerabilidad externa que está provocando su estrategia monetaria y cambiaria”, señala el informe; “no sólo por la mayor exposición a la que está sometida la economía frente a contingencias externas fuera de su control, sino también debido a la pérdida de instrumentos para lidiar con esos shocks externos”, apunta. Por otra parte, la “dinámica de la dolarización de activos”, que crece silenciosamente en tanto el BCRA deja hacer, se encamina a presentarle un límite a la política de reducción gradual de tasas de interés vía licitaciones de Lebacs. “El mecanismo de estimular la fuga (la demanda privada de dólares) para sostener el tipo de cambio es jugar con fuego: los últimos datos indican que ganan participación los grandes inversores en ese proceso de dolarización de carteras”.

Lo que técnicamente se denomina “dolarización de activos por parte de residentes argentinos”, repentinamente se puede convertir en “corrida cambiaria” cuando los actores que la impulsan dejan de ser los simples residentes y son reemplazados por grandes inversores especulativos. El informe de la ex presidenta del Banco Central Mercedes Marcó del Pont no lo dice así, sino de esta otra forma: “La política del Banco Central ignora el carácter pro cíclico que está teniendo la política monetaria (promueve la fuga de divisas y mantiene altas tasas en pesos, agregándole más efecto recesivo a la recesión) y los riesgos cambiarios que está generando a través de la dolarización creciente de activos y de pasivos”. Juega con fuego pero, además, dentro de un polvorín.

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