Faisal Devji, autor de “Paisajes de la Yihad”: “Osama Bin Laden declaró el 11-S como una muestra de la unidad del mundo. Los ataques fueron una muestra de esa unidad porque le permitieron a Al Qaida demostrar la interconexión del mundo al responsabilizar a todos por el sufrimiento de los musulmanes. Los bombardeos a Estados Unidos fueron un anuncio de la complicidad universal, así como también una promesa de retribución universal. De ahora en más sería imposible para cualquiera escapar de las consecuencias de las acciones de otros”.

Una reacción muy cauta

POR ANDRES FONTANA

Si nos preguntamos qué cambió en la Argentina a raíz de los atentados del 11 de septiembre, debemos reconocer que poco y nada. La Argentina no percibe al terrorismo internacional como una amenaza que pueda afectarla realmente. Y eso fue así aun habiendo sufrido dos atentados en nuestro territorio, en esta ciudad que tanto amamos.
Los atentados que cerraron ese ciclo de doce años desconcertantes, la llamada post Guerra Fría, coincidieron con un momento muy particular de la política argentina. El mundo asistía al comienzo de una nueva era, mucho más cruda y realista. La Argentina vivía la desazón de ver desmoronarse el sueño de la Alianza, un gobierno parecido al de Menem pero sin menemismo.

En esos días, que abrieron una nueva era de la política exterior norteamericana, los argentinos escuchábamos al entonces secretario del Tesoro de los EE.UU. afirmar que no se podía seguir financiado nuestro “bienestar artificial” (sic) con los impuestos del pueblo norteamericano. Y así se encarecían y alejaban los créditos que el gobierno de Fernando de la Rúa tanto necesitaba para sobrevivir ante un índice de riesgo país que trepaba día a día. Poco después, nuestra tasa de cambio, que había disciplinado la inflación y permitido a tantos argentinos –no a todos, claramente– disfrutar de viajes al exterior y un consumo disociado de la realidad del país, dejaría su lugar a un renacer de la producción nacional y confirmaría la certeza de que estamos mejor cuando nos alejamos y nos protegemos.
Pronto Estados Unidos comenzó a preparar la invasión a Irak, que dejaría atrás cualquier expectativa de cooperación y fortalecimiento de los organismos internacionales. La comunidad internacional se alejó de la política exterior de los Estados Unidos, y nosotros comenzamos un largo camino hacia la integración con nuestro verdadero vecindario, allende el Mercosur, aquende el ALCA, donde todo da a entender que no hay peligro de atentados. Pero no fuimos los únicos.

En realidad, la tendencia al alejamiento de la política exterior de los Estados Unidos ha sido global. Y dado que hablar de política antiterrorista es casi sinónimo de hablar de vinculación con los Estados Unidos, la Argentina no acentuó particularmente este rubro. Los actos de terrorismo aún no están tipificados en nuestra legislación como figura autónoma. Nuestro régimen penal carece de una definición específica de “terrorismo,” si bien el tema se encuentra presente en forma tácita en las leyes 25.241 (del Arrepentido) y 24.767 (de Cooperación Internacional en Materia Penal y de Extradición).

Las principales medidas para hacer frente al terrorismo son, en su mayor parte, previas a 2001: por ejemplo, las convenciones internacionales incorporadas a nuestra legislación, como la referida a la represión del apoderamiento ilícito de aeronaves (de 1970, incorporada por Ley 19.793), la referida a la represión de actos ilícitos contra la seguridad de la aviación civil (de 1971, incorporada por Ley 20.411) o la referida a la toma de rehenes (de 1979, incorporada por Ley 23.956) y la referida a la represión de atentados terroristas cometidos con bombas (de 1998, incorporada por Ley 25.762). Asimismo, el Departamento Unidad de Investigaciones Antiterroristas (DUIA), de la Policía Federal, data de 1995.

Sin embargo, en los ministerios de Interior, Justicia y Relaciones Exteriores se crearon, con posterioridad a 2001, diversos mecanismos y unidades específicas. Por ejemplo, en el marco de la Cancillería, en el año 2002, se creó la Representación Especial para Asuntos de Terrorismo y otros Delitos Conexos (Retod); en la Secretaría de Seguridad Interior, se organizaron divisiones especializadas con capacidad de seguimiento de acontecimientos internacionales y participación en el marco cooperativo regional y la Dirección Nacional de Migraciones fortaleció sus actividades de control conjuntas con la Gendarmería Nacional, la Prefectura Naval Argentina, la Policía Aeronáutica Nacional y el Departamento Interpol de la Policía Federal Argentina. Probablemente, lo más nuevo sea lo referido a la Financiación del Terrorismo (Ley 26.024, de marzo de 2005) y las reorganizaciones del organismo ejecutor correspondiente, que aún se encuentran en curso.

Todo esto indica una creciente, pero muy cauta, reacción del Estado, en gran parte con sus elementos tradicionales; en gran parte respondiendo a compromisos internacionales más que a una percepción de amenaza o a una demanda de la sociedad. Esto no debe sorprendernos. Se trata de un fenómeno todavía indefinido,
inasible, que a veces expresa la existencia de una red de organizaciones con recursos y estrategia, y otras revela iniciativas individuales, aisladas, sin conexión orgánica con la trama del terrorismo internacional. ¿Qué hacer frente a esto?

* Especialista en seguridad internacional.

Las imágenes que ilustran este suplemento forman parte de la muestra de 73 imágenes “Septiembre 11” por fotógrafos de Magnum, que se exhibe en el Centro Cultural Borges, Viamonte esquina San Martín, de lunes a sábado de 10 a 21 y domingos de 12 a 21 hasta el 1º de octubre (entrada, 3 pesos), con el auspicio de la Embajada de Estados Unidos. Agradecemos al Borges, a Magnum, a la Embajada, a Mara Teckach y Sonia Dub y María de Vedia.
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