La tercera no fue la vencida para Flybondi. El vuelo FO5433 de la empresa que conduce Richard Gluzman, antiguo socio del vicejefe de Gabinete, Mario Quintana, estrenaba su tercer avión en el país (patente LV-HKR) con un vuelo que en la noche del lunes debía partir desde el aeropuerto de Iguazú con destino a Córdoba y desde allí completar otro viaje hacia El Palomar. Sin embargo, “una falla en el sistema hidráulico”, según informó Flybondi, obligó a la firma promotora de los vuelos low cost en Argentina a reprogramar el viaje de sus pasajeros y demorarlos más de doce horas.  

La nave que se sumó a los desafortunados estrenos y las constantes demoras de Flybondi tuvo un pasajero estelar que se encargó de darle la bienvenida. Carlos Telleldín, el reducidor de autos sobreseído en la causa por el atentado a la AMIA, fue uno de los 200 pasajeros que esperaban en el aeropuerto de Pajas Blancas de la ciudad de Córdoba. La aeronave se quedó en Iguazú, obligó a los pasajeros a dormir en Misiones y esperar hasta la tarde del martes. “Flybondi demorado. Tenía que salir 19 sale a las 5, récord de espera. Líos, golpes. Los pobres empleados pagaron los platos rotos. Por averías en un motor demoras de más de 12”, informó Telleldín desde su cuenta de Twitter.   

La denuncia se viralizó y se replicó entre otros usuarios. La repercusión obligó en la empresa gestionada por el CEO Julián Cook a dar la voz oficial y volver a lamentar “las molestias ocasionadas”. “Flybondi desmiente categóricamente las versiones periodísticas que circularon en algunos medios respecto de las causas que generaron la cancelación del vuelo”, apuntó en sus redes oficiales para bajar el tono de la versiones sobre “averías en el motor izquierdo” y transmitir “tranquilidad a nuestros pasajeros sobre las condiciones de seguridad bajo las que opera la empresa”. 

Los constantes problemas que registra esta low cost surgen a partir de una estrategia comercial que redunda en demoras y cancelaciones: la compra de aviones usados y económicos. El avión patente LV-HKR fue comprado a Nok Air, una low cost thailandesa, y llegó al país el 3 de marzo pasado después de un periplo que comenzó el 23 de febrero del Aeropuerto de Seletar, Singapur, y contó con una parada de varios días en la Isla de Gan en las Maldivas, a solo tres horas de vuelo del lugar de origen, según detallan páginas especializadas en aviación y fuentes de los gremios aeronáuticos.

Nok Air fue la misma empresa que le vendió a Flybondi el primer avión en llegar al país, bautizado Nelson, en honor al perro del CEO Cook. Nelson –de 13 años de antigüedad– fue el primer protagonista de la accidentada apertura de cielos para las low cost: el primer “desperfecto técnico menor” en el fallido vuelo de prueba en Córdoba a fines de enero; el viaje entre Bariloche y Córdoba del sábado 3 de febrero que dejó a más 100 pasajeros sin sus valijas por otro problema técnico, que obligó a dejar las valijas en tierra y llevarlas en un camión hasta la provincia mediterránea, o el frustrado aterrizaje inaugural del aeropuerto de El Palomar a causa del temporal y, según denunciaron los gremios del sector, la ausencia de sistema de comunicación y de seguridad en la pista. 

Según la información publicada y confirmada a este diario por fuentes los gremios aeronáuticos, el periplo de la nueva nave de Flybondi terminó en el aeropuerto de Córdoba a principio de marzo y antes de recibir el certificado de explotador de servicio aéreo el 9 de marzo por parte de la  Administración Nacional de Aviación Civil  (ANAC), la segunda nave comprada a Nok Air fue “canibalizada” para ofrecer sus ruedas como repuesto de Nelson, nave que a mediados de febrero registró un problema en una de sus ruedas y obligó a reprogramar los vuelos de más de 600 pasajeros. Ante la consulta de PáginaI12, la empresa se comprometió a dar una respuesta sobre estas denuncias, que no presentan un problema de seguridad en sí pero muestran la estrategia comercial de la low cost.