Tras mimetizarse con la Argentina y sus procesos, en los dos años que lleva viviendo acá, no hay duda de que Jaz Coleman es un superviviente. Su estilo de vida nómade, en parte por decisión y en parte por la bendita contingencia, le proveyó las herramientas. A tal punto que este icono inglés del post punk, a partir de su rol de frontman en la banda Killing Joke, nunca vio afectada su dinámica artística, que ahora tiene como base de operaciones a la localidad bonaerense de Exaltación de la Cruz. “Tengo una carrera ligada al rock y otra a la música clásica. Y en el medio está la de Killing Joke, que en este momento está en pausa (a razón de la muerte de su guitarrista, Geordie Walker, en 2023)”, explica el músico. “Pero me resulta fácil llevarlas adelante, y lo mismo hice mientras viví en Nueva Zelanda.“

Afín a esa veta rockera, y como parte de su proceso de integración en la escena musical local, Coleman creó Club Malvinas, un espacio autónomo de música y arte underground. Esta noche, en la sala palermitana Lucille (Gorriti 5520), desde las 19:40 hs (así reza en el flyer) se realizará la segunda edición de este laboratorio cultural. Esta vez, aparte de ofrecer una charla, el nativo de Cheltenham actuará con su proyecto musical argentino, Dr. Jaz Coleman & The Orchestra of Death, dirigida por Nico Sorín (también estará frente a los teclados), a quien conoció por intermedio de Gastón Pauls. “Nico es compositor como yo, así que tenemos muchos intereses similares. Y nos ayudamos mutuamente”, dice. “Él fue quien me presentó a los músicos con los que trabajo actualmente.”

Respaldado por Gori (Fantasmagoria) y Chowy Fernández (Barro) en guitarras, al igual que por Rodrigo Gómez (Proyecto Gómez Casa) en batería y Franco Fontanarrosa en bajo, el cantante, compositor, pianista y violero británico para la ocasión seleccionó música escrita en Argentina, en 2025, y en Islandia, en 1982. Según cuenta la leyenda, el líder de Killing Joke se había instalado en la nación nórdica por temor a que se desatara una guerra nuclear, sentimiento que estuvo latiente a lo largo de la Guerra Fría. Aunque él la desmiente. “No fui a Islandia por eso, sino porque quería tomar distancia de Killing Joke”, revela. “Tenía ganas de explorar un sistema mágico donde pudiera descubrir cuál era mi don divino. Sentía que cantar en la banda era sólo una parte de la historia.”

–¿A qué te referís?

–Me refiero a que estaba estudiando magia, y quería conocer cuál era mi verdadera voluntad. Durante ese proceso, compuse música y toqué con algunos músicos de la escena islandesa, entre ellos se encontraban los que más tarde formaron con Björk el grupo The Sugarcubes. Islandia no era un buen lugar para esconderse de la Tercera Guerra Mundial, porque allí Estados Unidos había instalado la Estación Aérea Naval de Keflavík, donde tenía armas nucleares.

Otros músicos de rock ingleses se hicieron habitués de ese país en los '90, como Damon Albarn, pero fuiste el primero que apostó por Islandia.

–Eso es cierto. En esa época, si querías hacer una llamada a otro país desde allá, tenías que reservarla con 24 horas de antelación. Lo bueno de Islandia en aquel entonces era que no había aduanas, así que era muy probable que hubiera contrabando.

Previo a tocar con The Orchestra of Death, realizarás una charla introductoria. ¿En qué consistirá?

–Empezaré el evento con una especie de evaluación de la situación actual del mundo. La última vez que hicimos Club Malvinas, El Reloj del Juicio Final estaba a 90 segundos de la medianoche, y ahora está a 60 segundos. Lo que significa que nos encontramos muy cerca de una guerra nuclear. También quiero hablar acerca la situación volcánica en el planeta y los megatsunamis; y sobre la criptomoneda y cómo condenará a los seres humanos a una esclavitud digital neofeudal. Imposible no referirme a la producción de alimentos, porque creo que mucha gente pasará hambre. Los precios van a subir.

No hay escapatoria, ¿no?

–El mundo está en un estado terrible. En Europa están a punto de adoptar las criptomonedas, lo que significa que, si eres un activista como yo, pueden desconectarte. O desbancarizarte. Pero prefiero el caos de Argentina al autoritarismo de Europa.

¿Qué opinión te merece que tengamos como presidente a un admirador de Margaret Thatcher?

–Creo que la postura argentina sobre las Malvinas debería ser mucho más firme, parecida a la de los chinos con Taiwán. Actualmente, los ricos recursos de las Malvinas están siendo explotados por fuerzas extranjeras. Y estas islas, por su proximidad geográfica y el tratado histórico con España, pertenecen a Argentina. Los británicos realmente quieren las Malvinas como una forma de invadir la Antártida.

Para este Club Malvinas apelaste por la chapa de “Dr. Jaz Coleman”, luego de que la Universidad de Gloucestershire te diera un doctorado honorífico en música, en 2021.

–En esta universidad, en particular, todos los estudiantes y profesores votaron unánimemente para que me lo dieran, y después de toda una vida estudiando música clásica, y en muchos países diferentes, acepté.

A propósito de la música clásica, Coleman, el pasado 26 de febrero, celebró en Génova su cumpleaños 65 haciendo junto a la Orchestre de la Suisse Romand una versión sinfónica del disco Dark Side Of The Moon, de Pink Floyd, de la que fue arreglista. “Fue un concierto fantástico, con entradas agotadas, y al que vinieron muchos amigos. Hasta me cantaron el ‘Feliz cumpleaños’”, evoca quien compone una obra coral inspirada en el ocultista Aleister Crowley. “Estoy muy contento con lo que pasó porque la mayoría de los seres humanos no pueden escuchar una sinfonía completa de música clásica, les falta capacidad de atención. Cuando empecé a dar charlas en los '80, se podía hablar 20 minutos antes de tener que interrumpir la conferencia. Ahora podés hablar durante cuatro minutos, antes de parar para pasar imágenes o música.”