El cambio de doctrina en materia de seguridad de la Nación abre la puerta al gatillo fácil, la represión social y la muerte. Este 24M, la sociedad volverá a marchar contra esta política que violenta los derechos humanos, sobre todo, de los más vulnerables.

El hecho público que parece haber inaugurado la nueva política de seguridad del gobierno nacional, el encuentro donde el presidente Mauricio Macri felicitó al policía que mató por la espalda a un delincuente, fue en realidad el momento cúlmine de una serie de acontecimientos y medidas tomadas por el poder político que parecen justificar y alentar los casos de abuso, maltrato y violencia por parte de las fuerzas de seguridad estatales. La intervención del Ministerio de Seguridad en el operativo represivo montado por Gendarmería contra una protesta de la comunidad mapuche en Chubut, que provocó la desaparición de Santiago Maldonado, y sobre todo el comportamiento del Ejecutivo y su entorno durante los meses en los que se buscó al joven artesano, fue una muestra brutal de la línea que se pretendía seguir. De hecho, el mismo día que en eran velados sus restos, el Grupo Albatros de la Prefectura asesinó a Rafael Nahuel, de solo 21 años, en otro intento de desalojo de un territorio en disputa, esta vez en Río Negro. Las últimas pericias, conocidas en estos días, confirmaron que no portaba armas ni había disparado, pero como plantea la ministra Bulrich, primero se mata y luego se averigua.

Sin embargo, hay algo más revulsivo y peligroso que se desprende de las imágenes donde vemos a la máxima autoridad de nuestro país palmeando y sonriendo con satisfacción al agente Chocobar. A través de este sencillo acto, el propio Estado, el único que tiene el monopolio legítimo de la fuerza y, por tanto, debe velar por el respeto de los derechos de todas y todos, es el que habilita a violarlos, otorgando carta blanca a los encargados de actuar en su nombre. El respaldo a un policía que fue procesado por homicidio agravado, aunque puede ser bien visto por una población que está cansada de padecer la inseguridad cotidiana, no resuelve ninguno de los problemas que tenemos, por el contrario, los agrava enormemente. El llamado "cambio de doctrina", que implica la relajación de los controles políticos y judiciales a la fuerzas de seguridad, la defendida presunción de inocencia, es lisa y llanamente una invitación a cometer delitos por parte de aquellos que deben hacer cumplir la ley. De esta manera, se recupera la lógica del amigo‑enemigo en la intervención policial, el sospechoso es alguien a quien se debe eliminar, una perspectiva que contradice los principios fundantes de la democracia.

Luego de la felicitación presidencial al policía, los casos de violencia institucional se han multiplicado. El cuerpo pequeño de un niño de 12 años, Facundo Alexis Ferreira, tirado sobre el asfalto tras ser ejecutado por un efectivo de Tucumán con una bala en la nuca que atravesó su cabeza, nos revive todo el horror del pasado. Tenía varias heridas producidas por balas de goma en la espalda y le habían pateado la cabeza en el piso. "Circulaba de forma sospechosa", según la propia versión oficial. Al conocerse el asesinato, los medios se encargaron, una vez más, de embarrar la cancha. Información engañosa, tergiversada o directamente mentirosa sobre Facundo y su familia. Algo habrá hecho, era pobre, de la villa y andaba en una moto.

Este 24M vamos a marchar, las razones son las de siempre y las de ahora. Por Alexis, por los 30.000, por todas y todos.

*Diputada Provincial del Partido SI (Solidaridad e Igualdad)