Una breve entrevista a Angel Fernández realizada por Germán Armando, auspiciante y prestador del lugar El Juguete Rabioso (JR) libros, para el dictado del Seminario.

-‑¿Qué es la cultura del inconsciente?

AF: --Es la cultura del chiste y del bien decir. Del oído y de la lectura. Pero también de lo que no quiere hablar, del punto ciego, del límite infranqueable de la estructura.

Podemos decir que antes de Masotta teníamos una cultura del psicoanálisis en Argentina, pero solo a partir de su intervención comenzamos a tener una cultura del inconsciente.

‑-¿Por qué otra vez Masotta?

--Porque a casi 60 años de Sexo y traición en Roberto Arlt, y a más de 40 años de la fundación de la primera escuela lacaniana de Latinoamérica su escritura en textos y en actos sigue siendo ejemplar. Su trabajo es una inmensa bio‑bibliografía.

-‑¿En qué momento te encontraste con esa bio‑bibliografía?

--Ella me encontró a mí. Digamos que en un momento de mi vida me encuentro con un dispositivo que estaba deliberadamente programado para el encuentro. A la vez, me pasaba algo: trataba de huir de ciertos encierros. Extraviado, pensé en estudiar pedagogía. Todavía soñaba con aprender y enseñar. Buscando un poco de aire encontré formas nuevas de asfixias antiguas. Por suerte hubo una brisa fresca llamada Estanislao Antelo, un profesor interesado en la lectura a quien debo referencias inolvidables.

-‑¿Por ejemplo?

--Un día voy a buscar un libro a su casa y veo un pedazo de papel pegado en la pared con esa frase de Masotta que dice que él un día va morir y que cualquiera va a poder decir cualquier cosa. Me impactó ese amable desapego respecto de la palabra de los otros. Me alivió.

-‑¿En qué sentido?

--En esa época sufría mucho por lo que decían los otros, sobre todo cuando me parecía injusto. Me hacía ilusiones con la justicia. Nos pasa a todos: enfermamos en familia. Y toda familia es un aparato de censura y de difamación. Por eso ese encuentro tuvo el valor de una intervención, un corte. Diría que fue, para mí, la primera lección que recibí de su palabra. Algo que me sirvió un tiempo después para practicar el psicoanálisis y también para soportar la vida.

-‑¡Encontraste un montón!

--Sí. Algo muy chiquito con consecuencias muy importantes. Ahí dije: "Hay que leer a este tipo". El sabe que hablamos sin saber lo que decimos.

-‑¿Qué fue lo primero que leíste y para qué sirve leerlo?

--Sexo y traición en Roberto Arlt fue primero. Es un texto único, muy bien escrito donde se capta esa alianza de sensibilidades que hay en su escritura, que es lo que le da cuerpo a la lectura. Una sensibilidad a la vez literaria, filosófica, política y social. Leerlo es reencontrarse con una recepción lúcida del gesto freudiano que propone el múltiple interés del psicoanálisis. Vía regia para esclarecer esa novedad teórica‑práctica que es la invención del psicoanalista y el lugar que éste ocupa en el malestar y el horror en la cultura.

-‑Hace casi diez años diste un ciclo de conferencias gratuitas en la librería Homo Sapiens bajo el título "Extimado Oscar Masotta", escribiste artículos y antes habías dado charlas sobre este tema en el Centro Freudiano de Rosario, además del espacio del curso anual de psicoanálisis donde hacés referencia constante al tema ¿La propuesta de este año es una continuación de ese trabajo o hay alguna novedad?

--Hay una novedad, pero tiene menos que ver conmigo que con el progreso del discurso. Casi todos reconocen el trabajo riguroso y despierto de Germán García, que inauguró un modo inédito de decir la historia del psicoanálisis en nuestro país y también un "psicoanálisis dicho de otra manera". Por otra parte, Marcelo Izaguirre, Ana Longoni y algunos otros han analizado, informado y esclarecido la cuestión abriendo una serie de temas y problemas nuevos. Antes se trataba de defender un legado, hoy se pueden deducir las consecuencias de una enseñanza para el porvenir.

-‑Para terminar, ¿qué expectativas tenés para el curso anual 2018?

--Mis expectativas ‑diría Masotta‑ son las de mi audiencia.

-‑¿Y entonces?

--Germán García dice que los que tienen un discurso para vivir podrían pensar, de vez en cuando, en aquellos que viven para un discurso. Y Cloé Masotta hablando de su padre dice que él hacía danzar al lenguaje, que esa era su vocación, hacer danzar al lenguaje. Coincido con ambos. Un curso de psicoanálisis no es un mensaje para todos. Es la narración de los efectos de lectura, la ordenación de los restos de una experiencia singular, para aquellos que no han sido aún completamente devorados por la necedad.

Siempre tuve la impresión de haber pasado demasiado rápido por una obra de la que podemos dejarnos enseñar varias cosas. Hay ahí, un saber difícil de encontrar en otros lados y a la vez una dificultad del saber muy bien localizada. Es un buen momento para demorarse en ese saber y en esa dificultad.

*Por Librería El Juguete rabioso. La entrevista completa se encuentra en Angel Fernández ‑ Curso Anual de Psicoanálisis en Facebook.