La doctrina Chocobar, avalada por el presidente Mauricio Macri y su ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, fue aplicada de nuevo, esta vez por la Gendarmería, contra un joven de 19 años que escapó de un control de tránsito por temor a que le sacaran la moto en la que iba. “Le dispararon por la espalda, arriba de la cintura, cerca de los riñones, está vivo de casualidad, gracias a Dios”, le dijo a la prensa Osvaldo Sala, padre de Gonzalo Nahuel Sala, el chico baleado, que sigue internado. “Mi hijo no llevaba encima ni una gomera”, subrayó Osvaldo, para poner en evidencia lo irracional de la decisión de cuatro gendarmes. Los miembros de la fuerza de seguridad, que fueron separados de su cargo en forma preventiva, lo persiguieron cuatro cuadras, lo balearon y cuando Gonzalo Nahuel siguió escapando, en lugar de continuar hasta detenerlo, lo dejaron ir, como si se hubieran dado cuenta de que habían actuado fuera de toda norma legal. El hecho se conoció ayer, pero pasó el domingo en Lomas de Zamora y está caratulado en principio como “tentativa de homicidio”. 

“El disparo le perforó los intestinos”, relató el padre. Lo sucedido tuvo varios testigos presenciales porque ese día se hacía una feria y había muchas personas en las calles. La conclusión es que pudo haber más víctimas porque aunque el joven recibió un solo impacto, con orificio de entrada y salida, los testigos dijeron que fueron varios los disparos. En malas condiciones, Gonzalo Nahuel siguió al mando de su moto unas ocho cuadras, hasta llegar a la casa de su novia. Los familiares de la chica lo llevaron primero a la Unidad de Pronta Atención (UPA) de Villa Fiorito, y luego al Hospital Gandulfo de Lomas, porque dada la gravedad del cuadro tuvo que ser operado de urgencia y sigue internado con “pronóstico reservado”. La familia dijo que está “evolucionando muy bien y ya lo pasaron a una habitación común”. 

El padre del joven sostuvo que “le tiraron a matar, un día domingo, cuando había una feria en el barrio y por eso hay mucha gente que vio lo que pasó”, además de lo que registraron las cámaras de seguridad. En las imágenes se ve como el chico es perseguido por un vehículo de Gendarmería y por tres uniformados que lo siguen a pie. El hecho ocurrió en horas de la tarde, cerca del polideportivo ubicado en la Plaza Montiel, en el cruce de las calles Saladillo y Bolonia. 

El informe policial, firmado por el subcomisario Luis Alberto Godoy, a cargo de la comisaría de Villa Centenario, señaló que el disparo que hirió de gravedad al joven podría haber sido realizado con un arma calibre 38, que no es la que utiliza en forma reglamentaria la Gendarmería Nacional. De todas maneras, según los testimonios, los que persiguieron a Gonzalo Nahuel fueron los cuatro gendarmes que estaban realizando el control vehicular en la zona, de manera que de confirmarse que usaron un arma civil, esto podría constituir un agravante. De todos modos, los investigadores ordenaron el secuestro de las armas que llevaban ese día los cuatro gendarmes y se colectaron en la zona las vainas, para tratar de confirmar cual de ellas pudo haber sido la que hirió a Gonzalo.

El padre del chico dijo que, de los testimonios, surgiría que el disparo que atravesó el cuerpo de su hijo fue realizado “desde unos 80 metros, de manera que le pudo haber pegado a cualquier otra persona”. El padre de Gonzalo Nahuel explicó que “el balazo lo recibió por la espalda, apenas arriba de la cintura, cerca de los riñones. Le perforó los intestinos y tuvo orificio de entrada y salida”. Señaló que su hijo burló el control vehicular porque temía que le sacaran la moto. “El venía por la calle Saladillo y se encontró con un grupo de Gendarmería que quería que se detuviera. Cuando un gendarme lo apuntó con su arma, él lo esquivó y huyó, pero lo empezaron a seguir”. El escapó porque no tenía los papeles en regla y tenía varias multas que saldar, de manera que “tuvo miedo que le sacaran la moto y por eso siguió, no tenía ni una gomera ni nada que ocultar”. 

Osvaldo Sala precisó que “cuando llegó a la casa de su novia se desvaneció como consecuencia de la sangre que estaba perdiendo, pero que los gendarmes, tras dispararle, no continuaron con la persecución”, algo que resulta difícil de entender. “Lo único que él quería era que no le sacaran la moto  por las multas anteriores y pensaba que si le volvían a hacer una multa se la iban a sacar”. 

El caso es investigado por el juez federal de Lomas de Zamora Federico Villena, en el marco de una causa por “tentativa de homicidio”, por el cual aún no hay detenidos. Los cuatro gendarmes que participaban del control vehicular fueron separados de su cargo preventivamente hasta que se determine la responsabilidad que tuvieron en el hecho, mientras que los familiares, que se presentaron de inmediato ante la Justicia, señalaron que su hijo “no estaba armado, no estaba cometiendo ningún delito y fue atacado sin ninguna razón, de manera que es necesario establecer las responsabilidades del caso”. 

La Gendarmería abrió un sumario interno, que tendrá que ser aportado a la Justicia, en el cual los cuatro integrantes de la fuerza dieron su versión sobre lo sucedido. Todos fueron puestos “a disposición de la Justicia”, según dijeron voceros de la fuerza, que entregó también las armas correspondientes para que sean analizadas por los peritos para deslindar responsabilidades. Todavía no fueron llamados a prestar declaración, porque el juez a cargo quiere primero reunir todos los antecedentes, para saber si debe imputarlos o si les tiene que tomar declaración testimonial.