“No diría que nació de las charlas con Lorenzo, pero sí que el concepto se fijó en las charlas con él”, cuenta Ramiro Gallo sobre Lo que muere, renace, su flamante disco de canciones que acaba de lanzar con su quinteto y la cantante Roma Ramírez. El violinista presentará la placa esta noche a las 21.30 en Pista Urbana (Chacabuco 874) con la participación de varios invitados. Todo el disco gira en torno a la idea de los ciclos de la vida y es fruto –como suele suceder en el tango– de una ruptura, la reconstrucción y las reflexiones que le siguieron, muchas de ellas en diálogo entre el compositor y su hijo.

Además, Lo que muere, renace materializa un proyecto de largo aliento de Gallo, que coqueteaba con hacer un disco íntegramente cantado desde hace más de quince años. Hasta ahora, sus producciones estaban compuestas por temas instrumentales, con alguna composición cantada. La aparición de un concepto claro y fuerte en torno al que trabajar fue dándole forma al proyecto, explica. “Ese momento de ruptura me mostró ciertas ‘verdades’ y un concepto para el disco, porque las canciones transitan esas ideas”, señala. “Ahora digo que fue una época de ruptura y eso no es necesariamente algo malo, porque siempre que se termina algo empiezan otras cosas”, considera. Y aunque en el tango son comunes las evocaciones de una gloria perdida, de un fin del camino decepcionante, nada de eso se advierte en este disco. Aquí Gallo aparece como un tanguero en paz con su recorrido. “Esto apuesta al renacer, es el mismo problema de la temática tanguística, pero abordada desde un lugar inverso del ciclo”, reflexiona. Por eso las estaciones, los símbolos circulares y las hojas amarillentas son estética y leit motiv centrales del disco, incluso en el arte de tapa y hasta en el nombre de uno de los principales temas de la placa que se llama, justamente, “Otoño”. 

–¿Por qué le interesaba hacer un disco totalmente cantado?

–Me pareció que después de tantos discos instrumentales no estaba mal hacer un disco completo de canciones. Surgió la idea de incorporar algún tema sin letra, pero era un corte en el discurso conceptual. Un tema instrumental requiere más trabajo del oyente. Me gustó tanto  que estoy pensando en un próximo disco también de sólo canciones.

–¿En los anteriores el tema cantado no rompía esa otra narrativa musical?

–No, porque ahí la voz era un color más en el tejido instrumental. Pero hacer un disco todo cantado corre a la voz del lugar decorativo, se instala como algo más fuerte.

–Usted afirma que para Lo que muere, renace buscaba una cantante que no fuera estrictamente de tango, ¿por qué?

–Cuando armé la orquesta arquetípica busqué un cantante masculino. Me parecía que para la orquesta esa era una piedra angular, por el sonido típico del género. Ahora, tímbricamente el quinteto tiene un sonido más libre, más solístico. Y estilísticamente, si bien tiene un pie enraizado en lo clásico, intenta explorar los bordes del género.

–¿Por eso habla de canciones y no de tangos?

–Sí. No considero que sea un disco “de tango”, aunque sin dudas maneja un lenguaje que parte del tango. Y siempre imaginé la voz femenina para estas canciones porque me parecía que con esa voz podía lanzarme a explorar los bordes del género sin anclarme.

–¿Cómo se acercó a esta incursión como letrista?

–Estoy aprendiendo todo el tiempo y no creo haber llegado todavía. Lo que me pone contento de este material es la honestidad que tiene. En música y textos está muy bien hecho el maridaje, están bien articulados porque obviamente salió de la misma sensibilidad. Pero tengo mucho por lograr. Hay un par de aportes en el disco, no sé si en todo el disco logró lo mismo.

–¿Por dónde iba su búsqueda en las letras?

–Para mí, la canción debe recuperar la narrativa, algo que quizás en algún momento el tango perdió. El tango empatizaba por eso con la gente. Contaba historias de la calle y de repente voló a un mundo muy conceptual. No es lo mismo decir “Malena canta el tango como ninguna”, hablar de una persona concreta que te emociona al cantar, que hablarle al cordón de la vereda, que es muy poético, ¿pero quién es el cordón? ¿Qué hizo para que yo lo quiera? Es distinto a enterarme de que mi amigo perdió a su compañera, o no puede volver al país y está desterrado, o contar cosas concretas y hacerlo poéticamente con una música que acompañe esas vivencias. Y para mí la clave está en el estribillo.

–¿Por qué?

–Una canción tiene que tener un buen estribillo. Una palabra con un maridaje con una buena melodía. Mi ejemplo preferido ahí es “Sur”: ‘Sur..., paredón y después...”. Y repite (canturrea), con la misma nota.  En una estrofa te explicó, te describió muchas cosas. Pero en el estribillo se encierra la magia. En el medioevo un teórico decía que cuando hay buen maridaje entre música y texto, “el oyente sucumbe ante una doble melodía”. Busco eso.