"Ole ole, ole ola, en el Colón algo huele mal. Viene Al Pacino, te podés casar, pero al Ballet ya no lo quieren programar". Así de claro fue el mensaje que por la tarde dieron a la comunidad los bailarines y amigos del Ballet Estable del Teatro Colón. Después de una semana de amplia repercusión mediática tras su denuncia de vaciamiento de la institución, el colectivo decidió ponerle el cuerpo al reclamo y organizó un "abrazo" simbólico al Primer Coliseo porteño para gritar en persona "que se acabe la privatización".

 Convocada para las 14, la acción comenzó poco más de media hora después y fue acompañada por espectadores del teatro, periodistas y hasta algunos legisladores porteños. También adhirió la Dirección de Música del Anfiteatro del Parque Centenario, espacio en el que la compañía tuvo que actuar durante el fin de semana pasado porque el escenario principal del Colón estaba ocupado por un show de Cacho Castaña, que había alquilado el espacio.

El martes pasado, en una nota que este diario publicó al respecto se hizo referencia a una supuesta reunión entre Darío Lopérfido y el cuerpo estable, que el director artístico habría convocado para el día siguiente con el objetivo de calmar las aguas. Consultada por ese encuentro, una de las bailarinas del ballet dijo a Página/12 que el ex ministro "sólo se comunicó con algunos de los artistas, a los que convocó de forma privada, pero no con todo el cuerpo", de modo que el colectivo aun espera una respuesta oficial por parte de las autoridades.

"Nos cansamos de mandar cartas todos los días explicando las malas condiciones de trabajo y nuestra preocupación por la temporada. Ninguna carta fue contestada, no sé que estarán haciendo con ellas, seguro un asado para fin de año", disparó la artista, que manifestó no tener miedo a represalias por parte de la dirección del teatro. "Miedo nos da dejar todo como está, quedarnos callados y estar en complicidad con un barco que se está hundiendo cada vez más", deslizó.

En la programación del año próximo, el Ballet sólo tendrá cuatro títulos y 22 funciones en el edificio de la calle Cerrito, número bastante inferior a los últimos años, en los que hubo hasta 60 funciones. De allí surge el reclamo, que los trabajadores empezaron a hacer visible con pancartas luego de las funciones y un volante que ayer también repartieron y que denuncia la situación.

"El problema ya ni siquiera es con Maximiliano Guerra (director de la compañía), porque él es parte de un plan siniestro y mayor. Si él se fuera de ese lugar pondrían a otro que fuera también funcional a la maquinaria infernal de hundimiento del teatro estatal", sentenció otro de los trabajadores durante la jornada. De todos modos, al cierre de esta edición, tampoco Guerra había convocado a una reunión para hablar del tema.