Desde hace poco más de cinco años, el grupo de investigación @Agendas OP** (Facultad de Ciencias Sociales, UBA), viene estudiando la posible influencia de los medios masivos de comunicación sobre el público, bajo el enfoque que propone la teoría de la agenda setting (véanse los artículos publicados en esta misma sección el 24/9/14 y el 21/9/16) que se basa en la famosa y emblemática frase de Cohen: “la prensa quizás no sea muy eficaz en decirle a la gente qué pensar, pero es asombrosamente exitosa en sugerirle sobre qué pensar”.

Hasta el momento, y a partir de 2000 encuestas a ciudadanos porteños y más de 45.000 artículos periodísticos relevados en 2013, 2015 y 2017, la pregonada preponderancia mediática en el establecimiento de la agenda del público no ha podido ser verificada, al menos en los niveles que pregona la teoría.

Si bien se observa una parcial coincidencia temática entre lo transmitido por la prensa y las preocupaciones del público (las pruebas estadísticas han arrojado resultados levemente positivos), la situación no parece dar crédito a la teoría, la que exige un resultado superior a 0.55 en tanto las mediciones más recientes de @Agendas OP se sitúan en un rango de 0,4 a 0,5. Los defensores de la opinión pública frente al ataque mediático, que la identifican como un objeto manipulable y casi absolutamente permeable al influjo de los medios, deberían dirigir sus miradas hacia otros confines.

Sin embargo, varios indicios permiten formular algunas hipótesis. En primer lugar, se perfilan nítidamente dos segmentos poblacionales bien diferenciados. De un lado, individuos con altos niveles educativos y socio económicos, politizados, preferentemente varones adultos, con residencia en el norte de la ciudad, consumidores de medios tradicionales (La Nación, PáginaI12, BAE, Ambito –sobre todo en versión papel– y oyentes de radio, aunque también usuarios de internet), con una marcada identidad político partidaria, votantes y simpatizantes del PRO y del FpV en las últimas elecciones. Del otro, personas de bajo nivel de instrucción y socioeconómico, desinteresadas políticamente hablando, residentes en el sur de CABA, lectores de Diario Popular y Crónica, altamente pantalleros (TV y PC). Los primeros registran una importante concurrencia de preocupaciones temáticas con los medios; en tanto en los segundos resalta una relevante independencia respecto de los tópicos que principalmente destaca la prensa. En síntesis: agendas diferenciadas; públicos diferentes.

¿Qué los separa? Su interés en la política, su vínculo con los medios y sus características sociodemográficas ¿Puntos de conexión? Los que dan lugar a la segunda conjetura, relacionada con la formulación que planteó Lazarsfeld en los años 40, relativa al rol de los líderes en la comunicación política, denominada comunicación en dos pasos o twostepflow. Unos tratan de influir sobre otros. ¿No serán los líderes –en un sentido bien amplio– los que intentan transmitir al público su propia interpretación sobre el mensaje mediático? Por lo pronto –según Walgrave y Van Aelst, citados en la compilación vernácula más actualizada sobre agenda setting: El Poder de la Agenda, de Natalia Aruguete–, “el poder de los medios reposa no tanto en su influencia directa sobre el público, sino en la percepción que los expertos y los decisores de políticas tienen sobre tal influencia pública por parte de la prensa”.

* Docente e investigador de la Facultad de Ciencias Sociales (UBA) y Flacso. [email protected]

** @Agendas OP está compuesto por Alejandro Aramburu, NaylaAttas, Santiago Báez, Rodrigo Banus, Constanza Barahona Mira, Milagros Cabrejas, Soledad Camardo, Romina DamianiAmeri, Nicolás Florio, David Gras, Leonela Infante, Lucía Jouanny, Adrián Miranda, Agustina Muñoz, Lucía Nanni, Agostina Nápoli, Javier Núñez, Sofía Oxandaberro, David Peveri, Facundo Rivero, Clara Roizman, Eliana Romano, Ana Laura Scaiano, María Eugenia Tesio y Pilmayquén Zárate. Director: Daniel Cabrera.