“La mayoría de las cosas que nos vincularon con The Beatles están tan vívidas en nosotros, que siempre podemos recordarlas”, asegura Emerick que habla en plural al evocar el proceso de escritura de su excelente libro Here, There And Everywhere, que el mundo de habla hispana conoció como El sonido de los Beatles.

“Nos llevó más de cinco años el trabajo; yo tengo grabado de manera indeleble en mi memoria todo todo lo que hice con The Beatles. Richard Lash, que ahora vive en Australia, era mi asistente y vino a visitarme a Los Angeles. También vino John Smith desde Canadá, y aquí nos reunimos con otras personas que trabajaron en los discos de The Beatles. Cuando estuvimos todos reunidos, Howard Massey, que hizo todo el trabajo de escritura, grabó nuestras interminables conversaciones. ¡Terminó con una valija llena de casettes!”

Lejos de vivir de los recuerdos, Geoff Emerick se mantiene activo dando clínicas en todo el mundo y también grabando y produciendo artistas. “El último trabajo que hice fue un disco con Lena Anderssen, una artista que vive en la costa de las Faroe Islands, cerca de Islandia; terminé su álbum hace unas semanas y la pasé muy bien porque su música es muy buena y ella es absolutamente maravillosa”. 

¿Cómo evalúa las nuevas tecnologías digitales de grabación, con software como Pro-Tools o similares? ¿Es mejor que cuando usted grababa a The Beatles analógicamente?

—No son ni buenas ni malas en sí: son diferentes. Hubo un tiempo donde la tecnología no formaba parte del proceso de grabación, y el trabajo consistía en capturar la música que se producía en el estudio. Básicamente, ibas al estudio, escuchabas la música y pintabas el cuadro musical, por así decirlo, con lo que escuchabas en el estudio. Tenías un pincel y pintabas un cuadro con las tonalidades que te brindaban las cuerdas, las maderas, los bronces; después ibas a la sala del control y mezclabas colores musical, un poquito de esto, un poco más de aquello: la mezcla era el secreto. Cuando la tecnología comenzó a predominar, eso cambió. Los sistemas como Pro Tools son fantásticos para trabajar bandas de sonido en general. Pero grabar música de verdad es una forma de arte que se ha perdido, porque ahora vas a un estudio y te encontrás con gente mirando una pantalla. No es que no escuchen la música, pero ahora todo se ha vuelto más visual. Ya ni siquiera se tocan las perillas y todos los procesos tienden a automatizarse. No hay más toque humano en las grabaciones: se han vuelto insípidas. Ahora podés alinear la batería automáticamente, y eso le quita gracia a la grabación y también le quita el corazón y el alma a la batería: todo queda vacío. No aplico estas nuevas técnicas en mis grabaciones; trato de capturar la esencia en vivo y luego mezclo todo en Pro-Tools y para eso uso a mi asistente porque no sé trabajar con el software. Es solo una máquina que graba lo que yo le doy y ahí termina la cosa. ¿Mi consejo? Si podés cantar afinado, hacelo; no seas vago y dejes que te hagan afinar con autotune , de cualquier manera se nota. Lo que hoy se ignora es la forma artística de la música y la composición, me parece. 

¿Algún artista nuevo que le haya gustado?

—Ed Sheeran. Me gusta su material. Últimamente hay muy poco bueno y eso tiene que ver con la crisis de la industria discográfica: hoy es más difícil sacar tu producto y ganar dinero con él.