Desde Lima

En una ciudad tomada por las fuerzas policiales y miliares se inicia hoy en Lima la octava Cumbre de las Américas. Un encuentro presidencial con notorias ausencias. No estarán, por razones distintas, Donald Trump y Nicolás Maduro. El primero ausente por voluntad propia, el segundo por un veto del gobierno peruano que le retiró la invitación al evento. Paradójicamente, esta cumbre que tiene como tema central la lucha contra la corrupción y la gobernabilidad se lleva a cabo en un país en crisis política por causa de la corrupción, lo que hace menos de un mes produjo la caída del presidente y un cambio de gobierno y que tiene a cinco ex mandatarios –Alberto Fujimori, Alejandro Toledo, Alan García, Ollanta Humala y Pedro Pablo Kuczynski– y buena parte de su clase política con condenas, procesos judiciales o investigaciones por esta razón. Aunque no está en la agenda oficial, la situación en Venezuela seguramente acaparará buena parte de la atención. 

Trump canceló el martes su anunciada asistencia a la Cumbre de las Américas, alegando que la crisis en Siria lo obligaba a quedarse en su país. En su lugar ha enviado a su vicepresidente Mike Pence. Este iba a ser el primer viaje de Trump a Latinoamérica. Es la primera vez que un mandatario de Estados Unidos no acude a una Cumbre de las Américas, encuentro presidencial que se inició en 1994, lo que se ha interpretado como expresión del desinterés de la administración Trump en América Latina. 

El presidente de Bolivia, Evo Morales, que ayer llegó a Lima, lamentó la ausencia de Trump, con quien dijo quería estar “cara a cara para debatir políticas económicas, políticas sociales”. 

“La ausencia de Trump le va a quitar visibilidad a la cumbre. Trump ha personalizado mucho la política norteamericana y había expectativa de qué podía pasar con su presencia en esta cumbre. El vicepresidente Pence que viene en su reemplazo es alguien bastante gris. Lo de Siria es grave, pero esto le viene bien a Trump para no venir a esta cumbre en la que sabía iba a encontrar un clima confrontativo cuando se enfrente con presidentes como Evo Morales. La política de Trump en temas como la migración abre una brecha con América latina y su ausencia en esta cumbre ratifica su desinterés con la región y puede abrir aún más esa brecha”, le declaró a PáginaI12 el internacionalista Francisco Belaunde.

Donald Trump no viene a la Cumbre de las Américas, pero sí su hija Ivanka, que ayer llegó a Lima y hoy hablará sobre las mujeres empresarias en la cumbre empresarial organizada por el BID. 

El tema oficial de la cumbre es corrupción y gobernabilidad, pero la delegación estadounidense, de la mano de algunos gobiernos de la región, esperan utilizar este foro para condenar al gobierno de Venezuela y buscar avanzar más en un aislamiento diplomático al gobierno de Maduro. El veto al presidente venezolano para participar en esta cumbre es parte de ese cerco diplomático a Caracas. 

El gobierno de Pedro Pablo Kuczynski, quien renunció a la presidencia el pasado 21 de marzo por acusaciones de corrupción, vetó a Maduro bajo presiones de Estados Unidos y para asegurar la presencia de Trump. Al final, Trump no viene. El nuevo presidente, Martín Vizcarra, ha mantenido el veto al jefe de Estado venezolano, medida que se ha justificado por una falta de garantías para unas elecciones limpias en ese país. Pero, en una evidencia del doble estándar que prima en esto, uno de los presidentes que participan en esta cumbre es el hondureño Juan Orlando Hernández, que se ha hecho reelegir en unas elecciones denunciadas internacionalmente como fraudulentas. Y también está el golpista Michel Temer.   

En un principio, el presidente venezolano dijo que a pesar del veto igual viajaría a Lima, lo que disparó las especulaciones sobre lo que podría ocurrir en ese caso, pero al final desistió de esa intención. Denunció que el gobierno peruano le había retirado “la seguridad mínima” para su permanencia en la capital peruana y calificó esta cumbre como “una pérdida de tiempo”.  

La oposición venezolana y cubana –que tienen una amplia cobertura en los grandes medios y apoyo de sectores políticas peruanos, como los herederos de la dictadura fujimorista que controlan el Congreso– se muestra muy activa en las actividades oficiales que giran alrededor de esta cumbre, en las que han recibido lugar preferencial. Ayer, el secretario de Estado interino de Estados Unidos, John Sullivan, se reunió en Lima con representantes de la oposición venezolana y con miembros de grupos anticastristas. 

Durante un encuentro de representantes de la sociedad civil seleccionados por la OEA con autoridades de los gobiernos, un nutrido grupo de cubanos presentes en la sala interrumpió el evento denunciando a viva voz que la OEA había convocado únicamente a grupos opositores al gobierno de la isla para participar en representación de la sociedad civil cubana. El representante del gobierno cubano en este encuentro tomó la palabra para calificar a los grupos de la sociedad civil seleccionados por la OEA como “mercenarios al servicio de una potencia extranjera disfrazados de sociedad civil”. “No vamos a dialogar con mercenarios y terroristas”, anunció el diplomático cubano. 

La octava Cumbre de las Américas arranca hoy con un discurso del mandatario peruano Martín Vizcarra y mañana será la reunión de presidentes. Con varios gobiernos participantes involucrados en denuncias de corrupción, no hay muchas expectativas en una declaración final con acuerdos importantes que vayan más allá de lo declarativo para enfrentar efectivamente este grave problema, el tema central de este encuentro.