En el 2016, entre la Copa América Centenario y las Eliminatorias Sudamericanas, la selección nacional disputó 14 partidos, con 9 victorias, 3 empates y 2 derrotas. Consiguió más del 70 por ciento de los puntos. Nada despreciable, por cierto. Pero si se les pregunta a los aficionados un calificativo que sirva como síntesis del año las respuestas oscilarían seguramente entre “regular” y “malo”. Esa sensación está relacionada con el sentimiento de frustración que produjo haber perdido por penales la final de la Copa América y con el quinto lugar en el certamen eliminatorio para Rusia 2018, es decir por debajo de los puestos de clasificación, aunque en zona de repechaje. 

Fueron excelentes los números cosechados con el entrenador de la primera mitad del año, Gerardo Martino: 7 victorias (8 si se suma el amistoso contra Honduras, previo a la Copa América) y un empate, precisamente en la final de la Copa América, luego perdida por penales. Con Martino se venció a Chile y a Bolivia por las Eliminatorias y a Chile, Panamá, Bolivia, Venezuela y Estados Unidos por la Copa América. Pero el desquiciado fútbol nacional considera fracaso a cualquier derrota y Martino tuvo que dejar la dirección técnica por no haber ganado esa Copa ni la del año anterior, también perdida por penales. Y pagó, de rebote, por el segundo puesto en el Mundial de Brasil, cuando al equipo lo dirigía Alejandro Sabellla. La renuncia de Martino coincidió con la decisión de Messi de tomar distancia del equipo nacional (lo anunció en caliente después del segundo puesto en Estados Unidos), aunque, afortunadamente, después revió su posición.  

Con Edgardo Bauza los números acompañaron menos. Se le ganó a Uruguay 1 a 0, se empató con Venezuela y Perú, en ambos casos 2 a 2, se perdió con Paraguay (1 a 0) y con Brasil (3 a 0) y en el último partido del año se le ganó a Colombia 3 a 0, un resultado que le permitió al DT salir de esa zona oscura que inevitablemente conducía a la destitución. 

Los dirigentes de la comisión normalizadota de AFA que contrataron a Bauza como plan B o plan C, después de haber tentado a Jorge Sampaoli, a Diego Simeone y a Marcelo Bielsa, sumaron confusión general al panorama del año, cuando llegaron a prestarle sus orejas a la autopostulación de Ricardo Caruso Lombardi. Tal fue el desmanejo del tema que hasta se llegó a pensar en la posibilidad de un técnico de medio tiempo, que solo entrara en escena en ocasión de los partidos y estuviera liberado para trabajar simultáneamente en un club. Y el colmo de los despropósitos se consumo con las selecciones juveniles Sub-20, cuando se eligió a dedo a Claudio Ubeda, después de haber recibido 44 proyectos diferentes, por una convocatoria que los mismos dirigentes habían realizado. O sea: pidieron proyectos, recibieron 44 y eligieron a un entrenador que no había presentado nada, pero tenía vínculos estrechos con los normalizadores. Decididamente una burla. Con el fútbol de los Juegos Olímpicos de Brasil ocurrió que se designó a un entrenador, el Vasco Julio Olarticoechea, casi con un pie en el avión y con jugadores elegidos al voleo porque los clubes se negaban a dárselos a la Selección, como solía ocurrir en la década del 60. El resultado fue  previsible: derrota con Portugal, angustioso triunfo ante Argelia y empate ante Honduras, para sufrir la eliminación en la primera fase de un torneo que finalmente ganó Brasil. Con otra organización, con más tempo de trabajo, se pudo haber aspirado a una actuación más digna. Ni Olarticoechea ni los buenos futbolistas elegidos de apuro (Rulli, Cuesta, Ascacibar, Lo Celso, Simeone y Pavón, entre ellos) fueron responsables de ese caos organizativo que hizo pagar un precio carísimo.

Futbolísticamente los puntos más altos en el balance del año de la selección mayor se dieron en los partidos contra Estados Unidos  (4 a 0) y Venezuela (4  a 1) en la Copa América del Centenario y contra Colombia (3 a 0) en las Eliminatorias. Y los más bajos, en las derrotas contra Paraguay (0-1) y Brasi l (0-3) en las Eliminatorias.

El objetivo del año que viene es,  por supuesto, la clasificación al Mundial de Rusia. Falta jugar de locales con Chile, Venezuela y Perú y con Uruguay y Ecuador de visitantes. El quinto puesto con 19 puntos,  detrás de Brasil (27), Uruguay (23), Ecuador (20) y Chile (20) obliga al máximo esfuerzo y a rogar que no se lesione Lionel Messi. 

La esquizofrenia de cierto sector del periodismo y de muchos hinchas que lleva a pensar alternativamente que tenemos a la mejor y a la peor selección del Mundo se centrará en la clasificación (o no) para el Mundial.  

El principal desafío del año venideo debería ser el de recuperar alguna coherencia en el manejo de las selecciones juveniles (¡cómo se extrañan los equipos de José Pekerman y de Hugo Tocalli)!) que siente las bases de un futuro futbolístico mejor.