"El marxismo inquieto. Sujeto, política y estructura neoliberal", es el nombre del libro que surgió de una tesis trabajada durante diez años por Julia Expósito, doctora en Ciencias Sociales y licenciada en Ciencia Política, marxista y  feminista. ¿Por qué para ella es urgente asumir la crisis del marxismo? "En los momentos de crisis es precisamente cuando el marxismo vuelve a ser importante de traer a la discusión, para traer a la mesa, para traer a los hogares, en el sentido de pensar el trabajo doméstico, o esa actual feminización del trabajo. El marxismo es un aliado, un aliado masculino, pero un aliado al fin, con el que debeos debatir y pensar estos momentos críticos. Para mí hay una potencia el marxismo que muestra que esa inquietud va a seguir viva, siempre que el capitalismo esté acá presente", dice Expósito, que presentará su libro el próximo jueves, a las 18, en la Facultad Libre (9 de julio 1122). La actividad, de la que participarán Noelia Figueroa y Emilio Lo Valvo, tiene como nombre "La inquietud del presente". Expósito tomó tres autores varones para discutirlos desde la perspectiva del materialismo histórico.

‑‑ ¿Cómo surgió este libro?

‑‑ La cuestión era cómo sistematizar la actualidad política de esta crisis del marxismo, pensar la crisis del marxismo en términos teóricos , qué producción teórica estaba habiendo hoy del marxismo y qué respuestas estaban dando esa producción a las transformaciones del capitalismo que estábamos atravesando, pero también que aportaban a nuestros lugares como mujeres, militantes y estudiantes de ciencias políticas, en un contexto de un despertar feminista muy grande, indagar si el marxismo podía de algún modo seguir dándonos respuesta, seguir generándonos preguntas actuales, seguir produciendo apuestas políticas  concretas para las subjetividades,  si podía pensar los modos de resistencia actuales. Un poco en ese entramado de preguntas y cuestiones sale este proyecto de libro donde quiero discutir con Alain Badiou, que estaba de moda a partir de 2001 con los procesos asamblearios; con Ernesto Laclau, cuya teoría se pone en auge a partir del kirchnerismo y con Nahuel Moreno, por la tradición trostskista de la que venía mi familia. Pero además, porque Moreno traía la pregunta por la organización que era la pregunta que se estaba dando la nueva izquierda  tras la llegada del kirchnerismo.

‑‑ ¿Cómo trabajas el debate, hoy candente en las Asambleas Feministas, entre la clase y el género?

‑‑ Es un tema complejo, que el libro no lo resuelve, y no pretende resolverlo sino mostrarlo, abrir el pantallazo de problemas que genera, incluso para estos autores. Por ejemplo, Laclau hace esta crítica al marxismo: dejen de pensar que el sujeto es la clase, hay que pensar una articulación que es de género, que es de raza y demás, pero termina obliterando nuevamente el problema de género al problema del pueblo, el problema de raza al problema del pueblo, donde no termina resolviendo cuál es la especificidad de esa subjetividad en resistencia en una relación sobredeterminada entre clase, género y raza, y despolitiza de alguna manera esos problemas estructurales a través de la figura del pueblo, el pueblo parece algo general, que no termina especificando bien cuáles serían las características y los entramados políticos y de opresión, de clase y de género y de raza.

‑‑ Hay una frase muy famosa que dice que hoy es más fácil pensar el fin del mundo que el fin del capitalismo...

-‑ Me parece que esa es la batalla ideológica que perdimos, o sea, que perdimos en las luchas del siglo XX. Cuando el capitalismo nos gana, y el muro cae, y Cuba se convierte en lo que es hoy, cuando China deviene potencia capitalista... Es la batalla ideológica que perdimos. Me parece que ahí hay que volver a Marx, hay una relectura de Marx hoy que nos permite pensar aún las posibilidades de la transformación del capitalismo rompiendo la ideología de esa imposibilidad.

‑‑ ¿Te definís como feminista y como marxista?

‑‑ Hay algo que el feminismo para mí tiene que sostener del marxismo que es el anticapitalismo, es decir, poder pensar el patriarcado es poder pensar el capitalismo neoliberal, sino estamos en un problema. Y por el otro lado, para el marxismo lo mismo, si el marxismo no puede pensar la relación dialéctica que hay entre género y clase, está acabado históricamente, no puede pensar más hoy los procesos de resistencia, cuando la dialéctica de las relaciones políticas la tiene hoy el feminismo, el feminismo es el único que hoy está pudiendo generar una Internacional, y eso es un gesto marxista por excelencia.

-‑ Vos pensás que la revolución será feminista o no será, ¿es posible una revolución en los términos que la pensamos en el siglo XX?

‑‑ No, claro que no. Una revolución en los términos del siglo XX ya ha demostrado a los horrores que lleva, por ejemplo, la revolución rusa, pero sí me parece que hay un gesto que no se puede abandonar de esos procesos revolucionarios, que es la posibilidad de que realmente todo puede ser transformado, porque eso teóricamente implica no olvidar que no hay que naturalizar los procesos históricos. Es decir, esto es así porque contingentemente se llegó a esta situación, pero puede ser de otra manera.