Miguel Lifschitz no para un minuto. Detrás de esa personalidad tranquila, de esa imagen de hombre de pocas palabras, hay ‑evidentemente‑ un "animal político" agazapado, que por estos días ha mostrado mucho más que sus garras. Es que la reforma constitucional lo desvela y ya ni siquiera oculta sus deseos de volver a competir por la gobernación de Santa Fe. De a poco, sin afirmar pero sin desmentir, el gobernador ha ido logrando que se aceptara política y socialmente que quiere ser reelecto. Hasta ahora su mayor triunfo es haber logrado que el tema no languidezca, que siga figurando en la agenda política santafesina aún con todos los problemas que existen para alcanzar esos objetivos.

De hecho, de cada tres entrevistas que hacen los medios provinciales con políticos de aquí, en dos los consultan por su opinión sobre la reforma constitucional. Esto no quiere decir que el proyecto marche sobre ruedas, pero sí que se mantiene en cartel. Nadie la rechaza de manera contundente y los que no están de acuerdo echan mano al tema de la oportunidad de la reforma. A esta altura queda claro que todo lo demás es condimento: lo único que importa es la reelección del gobernador. Sin reforma no hay reelección; pero sin reelección tampoco hay reforma.

La frase que más pinta el panorama político en este aspecto la pronunció un experimentado dirigente radical: "¿Italia está en el Mundial? No, ¿alguien quiere meter ahora a Italia en el Mundial? No, todos quieren que se quede Finlandia". Es decir, para qué habilitar a Lifschitz que ya está afuera de la competencia. Que se quede Antonio Bonfatti que está más abajo en las encuestas. Todos lo han pensado.

Pero también hay otros que piensan otra cosa. Un importante grupo de senadores peronistas que estarían dispuestos a votarle a Lifschitz la necesidad de la reforma. Y aquí no hay que pensar en nada turbio necesariamente, se trata de financiamiento político. De obras que concede el Ejecutivo para el territorio de cada senador, lo que le permite al legislador mostrar el trabajo para la gente de su departamento y quedarse en el cargo por varios años, como de hecho sucede. Hay que pensar en el senador departamental como en un jefe territorial: si no lleva obras y subsidios, no es nadie. Y esas obras y subsidios se consiguen en un solo lugar, la Casa de Gobierno.

Pero en ésta, a diferencia de otras oportunidades, los senadores peronistas no pueden cortarse solos. Los dejaría en evidencia y por eso es que quieren la autorización y el respaldo formal del Partido Justicialista de la provincia. Esta vez en manos de un experimentado dirigente que no tiene aspiraciones personales manifiestas y que por eso ha logrado soldar varias partes dispersas del PJ. Ricardo Olivera ha dicho que se van a pronunciar una vez analizado el borrador con el anteproyecto de reforma que ya está en sus manos. Pero también ha dicho que Lifschitz "debe acomodar a su tropa, porque los otros días la ciudad de Santa Fe amaneció con numerosas pintadas que decían Bonfatti 2019. Y no somos nosotros los que salimos a pintar", dijo -chicanero- Olivera. Pero destacó un argumento que desde el principio da vueltas en torno de este debate: el gobernador le pide opinión y que se jueguen a cada uno de los partidos políticos, pero todavía no puede contar con todo el respaldo de su fuerza política.

 

 

El sector que orienta Bonfatti en el socialismo creyó que ya lo pasaba a retiro a Lifschitz y por eso mandó al diputado Eduardo Di Pollina a decir públicamente que los tiempos se habían agotado y que en ese caso el candidato natural del espacio era el ex gobernador. Esa acción pareció insuflarle a Lifschitz la fuerza que le faltaba y por eso organizó aquel sonoro relanzamiento de su gestión en los salones de Metropolitano y demostró que no está muerto quien pelea. Les mostró a los socialistas que sería un hueso duro de roer y se reunió con Margarita Stolbizer y Martín Lousteau para armar una corriente nacional progresista y un futuro político para sí mismo. No lo iban a jubilar tan fácil.

Los socialistas volvieron así a ese delicado equilibrio que dice que si el gobernador consigue los apoyos políticos para la reforma, todos lo acompañarán. Incluido Bonfatti. Algo de eso se mostró en el congreso partidario de este sábado en Santa Fe donde el gobernador consiguió mostrar hacia afuera que ahora sí cuenta con el respaldo de su partido.

Algunos radicales también le dieron una mano. Es el caso del senador Lisandro Enrico, que advirtió que si no hay reelección para Lifschitz "habrá que reformular el Frente Progresista" porque asegura que la mayoría del radicalismo santafesino no comulga con la idea de ir detrás de Bonfatti en un frente con un sector del peronismo y con Ciudad Futura. Enrico es coherente con sus principios, que siempre están un poco inclinados hacia la derecha, la mano dura y los favores a la policía.

Cambiemos también está agitado y no solamente por la reforma constitucional. Esta semana, el titular del comité provincial de la UCR, el diputado Julián Galdeano, fue categórico cuando dijo que "(Mario) Barletta y (Miguel) Del Sel están mejor posicionados como candidatos que (José) Corral". Otra lápida sobre el intendente de Santa Fe que perdió dos veces el año pasado ‑con su candidato a concejal y con la presidencia del comité nacional de la UCR‑ y que tampoco tiene todo el apoyo del PRO para su candidatura a gobernador el año que viene.

Por el lado del peronismo, la novedad la dio en estos últimos días María Eugenia Bielsa. Por supuesto, no de manera directa sino a través de voceros y de forma sinuosa y confusa. La arquitecta da mensajes de que esta vez sí va a jugar. Pero en el peronismo la cuestión ya parece el cuento del pastorcito y el lobo. Todos esperan ver para creer.

La noticia no fue mal recibida por el Nuevo Espacio Santafesino que lideran la diputada nacional Alejandra Rodenas y el senador Armando Traferri. Con Bielsa en el terreno la cosa se divide más y habrá más posibilidades de llevarlo a Omar Perotti a una negociación. El NES tendrá su congreso en Colastiné dentro de pocos días y Traferri ya adelantó que el espacio tiene candidato a gobernador y vice, a intendente de Santa Fe y a intendente de Rosario. Eso sí, por ahora se reservó los nombres.